V. Ven, Espíritu Creador, visita las almas de los fieles; e inunda con tu gracia a los corazones que tú creaste.
R. Tú eres el consuelo de nuestras almas, - don del Dios altísimo, - fuente de la vida, - fuego sagrado de caridad - y unción espiritual.
V. Tú derramas sobre nosotros tus siete dones; eres el dedo de la diestra del Padre y el primer objeto de su promesa, y pones tu palabra en nuestros labios.
R. Haz brillar tu luz en nuestras almas - infunde tu amor en nuestros corazones - y sostén nuestra debilidad - con los socorros continuos de tu gracia.
V. Aleja de nosotros el espíritu tentador; concédenos una paz duradera, para que, siendo tú nuestro guía, evitemos todo lo que daña nuestra salvación.
R. Enséñanos a conocer al Padre, - enséñanos a conocer al Hijo; y tú, Espíritu de ambos, - sé siempre el objeto de nuestra fe.
V. Gloria sea dada a Dios Padre, - gloria a su Hijo único, - gloria al Espíritu Consolador - ahora y por todos los siglos. Amén.
V. Enviad vuestro Espíritu y todas las cosas serán creadas.
R. Y renovaréis la faz de la tierra.
V. ¡Oh Dios! que habéis instruido e iluminado los corazones de los fieles, derramando en ellos la luz del Espíritu Santo; concedednos que, animados de este mismo Espíritu, sepamos obrar rectamente y nos alegremos con su celestial consuelo. Por Jesucristo Nuestro Señor. Amén.
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
V. Ave María purísima.
R. Sin pecado concebida.
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