Pero este coronavirus no es "la peste", ya que la gripe española fue mucho más mortal en el último siglo.
Si deseamos tener un ejemplo de una tragedia mucho peor que el coronavirus, piense solo en qué día es hoy. Hace siete años, este día, Bergoglio pronunció su notorio "Buonasera" desde el balcón de la plaza de San Pedro.
Desde entonces, Bergoglio ha demostrado innumerables veces que es una enfermedad mortal para el alma y una gripe argentina extremadamente desagradable para la Iglesia. Claramente fue eliminando los registros de Papas notorios anteriores a él, como Liberio, Honorio, Formoso o Juan XXII. Su desvergüenza sin catolicismo no conoce límites y no tiene precedentes.
Estamos llamados a ayudar a los que lo necesitan. Observamos que la gripe argentina es un ataque infinitamente más virulento contra la creación, que un virus; porque ataca a las almas inmortales que son, cada una de ellas, de valor infinito y causa un daño inconmensurable, más que la mera matanza de cuerpos. Dios permite que suceda lo uno y lo otro. Aun así, debemos mirar estos dos males y ponerlos en la perspectiva adecuada.
Por desgracia, me temo que el papa Pachamama se quedará con nosotros más tiempo que esta virulenta ronda de coronavirus; y ya han pasado siete años desde que la Iglesia comenzó a experimentar la pandemia mundial de la gripe argentina.
En ambos casos, debemos mantenernos fuertes, rezar por la salud física y espiritual de aquellos que amamos y por nosotros mismos, y esperar que esto pase.
Al igual que la primera ronda de este coronavirus, la gripe argentina desaparecerá un día.
Debemos orar para que Dios nos libere pronto de ambos tipos de enfermedades.
Blog de Mundabor
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