Por el padre Javier Olivera Ravasi
Cuatro años atrás escribíamos en un post titulado “Perón y las diaconisas” que, ese movimiento político argentino llamado “peronismo” (ni bueno ni malo: “incorregible” según Borges) poseía entre el refranero atribuido a su fundador la siguiente frase:
“Cuando quieras que nada suceda, crea una comisión para que profundice un tema”
Y cuatro años después aparecieron no sólo la Pachamama, las diaconisas y la mar en coche, sino, ni más ni menos que un Sínodo para analizar y rever “ciertas cosas” que parecían ya zanjadas por la Iglesia: curas casados, diaconisas, caciques probati, etc.
Acaba de salir la Exhortación postsinodal del Amazonía y, al final de cuentas, al parecer, nos quedaremos sin todo eso.
Decimos “al parecer”, porque apenas comenzado a leer el trabajo, en el punto cuarto, se nos dice, hablando acerca de la “Relatio” sinodal y sus planteos:
“Dios quiera que toda la Iglesia se deje enriquecer e interpelar por ese trabajo, que los pastores, consagrados, consagradas y fieles laicos de la Amazonia se empeñen en su aplicación, y que pueda inspirar de algún modo a todas las personas de buena voluntad”.- “¿Qué pasará entonces?”
Todo está por verse, aunque algunos ya enojados, se han ido pateando el tablero al no encontrar soluciones más expeditivas (como el Cardenal Marx, que renunció a ser nuevamente presidente de la Conferencia Episcopal Alemana).
O quizás, se cree una nueva comisión…
Esperemos equivocarnos. En serio.
Mientras tanto: Deo gratias.
P. Javier Olivera Ravasi, SE
Post-post: durante la presentación del documento, los encargados de la misma plantearon acerca del carácter magisterial del documento preparatorio (no del de QA):
“Al comienzo de Querida Amazonia, dice (el papa): ‘Quiero presentar oficialmente ese Documento que nos ofrece las conclusiones del Sínodo’ (QA § 3) y anima a todos a leerlo íntegramente.
Así que, aparte de la autoridad magistral formal, esta presentación oficial y el estímulo confieren al Documento Final una cierta autoridad moral.
Ignorarlo sería una falta de obediencia a la autoridad legítima del Santo Padre, mientras que encontrar difícil uno u otro punto no podría considerarse una falta de fe”.
Traducido: los encargados oficiales de presentar el documento están diciendo que, aún sin ser magisterio, si alguno ignorase el documento final del Sínodo (no esta exhortación post-sinodal), por ejemplo, estando en contra ta la posibilidad de los “viri probati", etc., estaría faltando a la obediencia (Fuente oficial: http://press.vatican.va/content/salastampa/it/bollettino/pubblico/2020/02/12/0094/00193.html).
Es decir: comienzan, desde el principio nomás, sacando agua para su molino.
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Van los textos (aptos para optimistas) del nuevo documento.
89. En las circunstancias específicas de la Amazonia, de manera especial en sus selvas y lugares más remotos, hay que encontrar un modo de asegurar ese ministerio sacerdotal. Los laicos podrán anunciar la Palabra, enseñar, organizar sus comunidades, celebrar algunos sacramentos, buscar distintos cauces para la piedad popular y desarrollar la multitud de dones que el Espíritu derrama en ellos. Pero necesitan la celebración de la Eucaristía porque ella «hace la Iglesia»,[130] y llegamos a decir que «no se edifica ninguna comunidad cristiana si esta no tiene su raíz y centro en la celebración de la sagrada Eucaristía».[131] Si de verdad creemos que esto es así, es urgente evitar que los pueblos amazónicos estén privados de ese alimento de vida nueva y del sacramento del perdón.
90. Esta acuciante necesidad me lleva a exhortar a todos los Obispos, en especial a los de América Latina, no sólo a promover la oración por las vocaciones sacerdotales, sino también a ser más generosos, orientando a los que muestran vocación misionera para que opten por la Amazonia.[132] Al mismo tiempo conviene revisar a fondo la estructura y el contenido tanto de la formación inicial como de la formación permanente de los presbíteros, para que adquieran las actitudes y capacidades que requiere el diálogo con las culturas amazónicas. Esta formación debe ser eminentemente pastoral y favorecer el desarrollo de la misericordia sacerdotal.[133]
100. Esto nos invita a expandir la mirada para evitar reducir nuestra comprensión de la Iglesia a estructuras funcionales. Ese reduccionismo nos llevaría a pensar que se otorgaría a las mujeres un status y una participación mayor en la Iglesia sólo si se les diera acceso al Orden sagrado. Pero esta mirada en realidad limitaría las perspectivas, nos orientaría a clericalizar a las mujeres, disminuiría el gran valor de lo que ellas ya han dado y provocaría sutilmente un empobrecimiento de su aporte indispensable.
103. En una Iglesia sinodal las mujeres, que de hecho desempeñan un papel central en las comunidades amazónicas, deberían poder acceder a funciones e incluso a servicios eclesiales que no requieren el Orden sagrado y permitan expresar mejor su lugar propio. Cabe recordar que estos servicios implican una estabilidad, un reconocimiento público y el envío por parte del obispo. Esto da lugar también a que las mujeres tengan una incidencia real y efectiva en la organización, en las decisiones más importantes y en la guía de las comunidades, pero sin dejar de hacerlo con el estilo propio de su impronta femenina.
Que no te la cuenten...
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