Por el color de su jugo, parecido a la sangre, en la iconografía cristiana se convirtió en un símbolo del martirio. Un martirio fructífero, como su fruto, lleno de semillas. Y por sus innumerables semillas, envueltas con una dura piel, se la tenía como la propia representación de la Iglesia que bajo su manto acoge y protege a innumerables naciones
Ante todo, hay que decir que la granada es el fruto del granado, un pequeño árbol caducifolio de la familia Lythracea, que proviene de la zona comprendida entre Irán y el Himalaya, en el norte de la India, cuyo cultivo se extendió por toda la costa mediterránea —incluida Armenia— desde la remota Antigüedad, pues, según se cree, el primer granado se plantó entre los años 4000 y 3000 a. C., aunque no faltan estudiosos que estiman que la granada fue conocida mucho antes: hace más de 8000 años.
Lo que parece cierto es que la granada se consumía ya en torno al 2500 a. C. por los restos hallados en algunas tumbas egipcias, pues los habitantes del Nilo eran enterrados con granadas con el anhelo de resucitar en la otra vida. Aunque, como se verá, este fruto se presta a dos interpretaciones opuestas pues, por una parte, se le relaciona con la muerte y el infierno por el color rojo sangre de sus granos y de su jugo, y, por otra, a pesar de utilizarse como ofrenda funeraria a los dioses, se le tiene como imagen de resurrección y trasformación.
Ante todo, hay que decir que la granada es el fruto del granado, un pequeño árbol caducifolio de la familia Lythracea, que proviene de la zona comprendida entre Irán y el Himalaya, en el norte de la India, cuyo cultivo se extendió por toda la costa mediterránea —incluida Armenia— desde la remota Antigüedad, pues, según se cree, el primer granado se plantó entre los años 4000 y 3000 a. C., aunque no faltan estudiosos que estiman que la granada fue conocida mucho antes: hace más de 8000 años.
Lo que parece cierto es que la granada se consumía ya en torno al 2500 a. C. por los restos hallados en algunas tumbas egipcias, pues los habitantes del Nilo eran enterrados con granadas con el anhelo de resucitar en la otra vida. Aunque, como se verá, este fruto se presta a dos interpretaciones opuestas pues, por una parte, se le relaciona con la muerte y el infierno por el color rojo sangre de sus granos y de su jugo, y, por otra, a pesar de utilizarse como ofrenda funeraria a los dioses, se le tiene como imagen de resurrección y trasformación.
El nombre ‘granada’ proviene del latín malum granatum —manzana con grano— o punicum malum —manzana púnica—, de donde se ha tomado el apelativo punicum —punica, vocablo que se refiere a los fenicios que se ubicaron en la zona costera de Siria y Líbano— para incorporarlo a su nombre botánico: Punica granatum linnaneus.
Existe incluso una leyenda que liga el nacimiento de la granada con la Pasión de Cristo que los doce varones, tras haber inspeccionado la tierra en la que estaban a punto de entrar y comprobar que Dios había mantenido su promesa, llevaron a Moisés: “Cuando llegaron al valle de Escol, cortaron una rama de vid con un racimo de uvas, y tuvieron que llevarla entre dos, sostenida con una vara. También recogieron granadas e higos” (cfr. Num 13,23).
La granada que sostienen en la mano la Virgen y el Niño Jesús asume el doble significado de castidad y resurrección |
Los vestidos del Sumo Sacerdote y la decoración del Templo
Como signo de la bendición de Dios, la granada decora los vestidos del sumo sacerdote: “Adornarás el ruedo con granadas de púrpura violeta y escarlata, de carmesí y de lino fino reforzado, intercaladas con campanillas de oro. Las campanillas de oro y las granadas estarán dispuestas alternadamente, una al lado de otra, a lo largo de todo el ruedo” (Ex 28,33-34).
El libro del Eclesiástico recuerda la gloria sacerdotal que Dios confiere a Aarón: “Puso granadas alrededor de su manto y lo rodeó de numerosas campanillas de oro, para que tintinearan a cada uno de sus pasos, haciendo oír su sonido en el Templo, como memorial para los hijos de su pueblo” (cfr. Eclo 45,9).
La granada adornaba también los capiteles del Templo indicando la bendición que brota de la alianza con Dios. El rey Salomón: “Hizo también las granadas: puso dos hileras alrededor de una de las redes, para cubrir los capiteles que remataban las columnas, y lo mismo hizo para el segundo capitel. En los capiteles superpuestos a las dos columnas, también en la parte superior, a lo largo del ensanchamiento que estaba más allá de la red, había doscientas granadas distribuidas en hileras circulares, sobre los dos capiteles” (1 Re 7, 18.20).
La granada y el amor
La granada adquiere una fuerte carga simbólica en el libro bíblico que canta el esplendor del amor fiel: el Cantar de los Cantares, donde es símbolo del amor fecundo y de la intensa relación entre el amado y la amada. La belleza de la amada, llena de vitalidad, es descrita con la granada: “Como cortes de granada son tus mejillas, detrás de tu velo” (cfr. 4,3). En el jardín, lugar del amor, florecen los granados. El esposo que busca a la esposa va a ver si en el jardín han brotado los frutos (cfr. Ct 6,11).
El amado descubre en el granado, cuyo fruto es rico de semillas y de color rojo, símbolo de la fascinación del amor, que su amada es esposa fecunda, llena de vida y portadora de felicidad.
En la pintura medieval
En la Edad Media se convierte en símbolo de Resurrección y empezó a aparecer en las pinturas sagradas. En la mano de la Virgen alude en cambio a la castidad. Por ejemplo, el la Madonna del Magnificat pintada por Sandro Botticelli entre 1481 y 1485.
Santa María de la Granada
Virgen de la Granada. Fra Angélico.1426.Colección Duques de Alba. |
La devoción a la Virgen de la Granada por parte de los santiaguistas se inició, según parece, durante el intento de reconquistar la plaza badajocense de Llerena, enclave muy disputado tanto por musulmanes como por cristianos dada su estratégica situación. Las tropas cristianas tenían cercada la ciudad y, a pesar de los numerosos intentos, todos resultaron vanos, de ahí que empezara a cundir el desánimo entre los soldados que, ante las embestidas agarenas, comenzaron a replegarse. Mas entonces se obró el milagro. Según cuenta la leyenda, se les apareció la Virgen con una granada en su mano derecha, lo que fue interpretado como símbolo de la unidad que debían mantener para apoderarse de la fortaleza. Y, así, enardecidos y llenos de valor, contraatacaron con tanta fuerza que aquello que en un principio parecía imposible se hizo realidad y Llenera volvió a manos cristianas en 1243. Por ello, sobre la que fuera una mezquita, se erigió una iglesia consagrada a Santa María de la Granada, sobre la cual se harían más tarde algunas ampliaciones patrocinadas e impulsadas por los Reyes Católicos. E igualmente cayeron en poder cristiano las localidades de Montemolín, donde el ocho de septiembre, en la antigua parroquia de Santiago, en la falda del antiguo castillo musulmán, se festeja a la Virgen de la Granada. Y en Fuente de Cantos, donde la Virgen de esta advocación fue sustituida en el siglo XVIII por la Virgen de la Hermosa como patrona local.
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