Se pongan como se pongan, pregonen lo que pregonen, multipliquen sus acciones lo que les dé la gana, se calcen plumas en la cabeza, ataquen de mala manera e injustamente a los defensores de la Verdad de Dios… ¡contra Él no pueden hacer nada!
Por el padre José Luis Aberasturi
Este último sínodo, el famoso de…: bueno, hasta esto han falseado a conciencia, pues se ha celebrado en Roma, a donde se han traído -a cuerpo de ‘altísimo clero’, supongo-, a un buen número de indígenas y asimilados, para dar la nota -de color, ecológica, naturalista, paganaza y folklórica- que queda muy bien en los medios; como digo, este último sínodo como tal, ha acabado.
Pero queda lo mejor: ese toque final del propio papa -redacción última y firma-, requisito sin el que todo lo anterior no sería más que bla, bla, bla; o sea, como hablar del sexo de los ángeles. Mientras que, con lo que firme y publique el obispo de Roma, cambia la perspectiva, porque será, o lo pretenderá al menos, un camino a seguir.
¿Hacia dónde? Solo lo sabe él; y los que le rodean más de cerca, su camarilla de validos, protegidos y paniaguados. Nosotros, aún sin saberlo de cierto, sí podemos apuntar algunas cosas que están no solo en la lógica de lo que se viene haciendo, sino exactamente en la realidad de cómo se está haciendo.
Son notables, por ejemplo, las “cortinas de humo” que se levantan desde ahí -a conciencia- para cegar al resto de los mortales, dentro y fuera de la Iglesia. Como se sabe, esas cortinas se producen con bombas de humo que utilizan los combatientes para robar a la vista del enemigo; y, de este modo, atacar con más ventajas y causar más bajas. O también, para poder escapar con mayor seguridad en caso de peligro cierto.
En la Iglesia Católica está pasando lo mismo. Lo más grave del asunto es que a “el enemigo” lo ha creado una parte de la Jerarquía contra otra parte de la misma y, por supuesto y en definitiva, contra las ovejas más fieles.
Porque el corte entre elementos de la misma -o ya auténticas facciones- están a la vista. Unos, porque hablan y defienden lo que nunca hubiesen debido decir y hacer: van contra la Iglesia y, por tanto, contra el mismo Cristo.
Los otros, nunca han provocado esa pelea sino que se han encontrado metidos de hoz y de coz en ella; pero callar ante lo que está pasando, les reporta aún más dolor que afrontar las posibles consecuencias punitivas que se alcen contra ellos por resistirse al “oficialismo", desnortado e infame, por escandaloso -en su sentido más gravemente inmoral-, por prepotente y por hereje.
La prueba son, por ejemplo, las vueltas y revueltas con que se envuelven las cosas más peregrinas, o más intrascendentes, para COLAR las verdaderamente importantes, las ROMPEDORAS: esas que sacan sus favorecedores en una especie de tormenta tropical, que arrasa con suelos, animales y plantas, o sea contra todo bicho viviente y contra las condiciones de vida ambientales -¿no vamos de ecologistas?-, que es para lo que lo montan todo: ¡hay que arrasar con la Iglesia de hoy y de siempre!
Un ejemplo: enfatizan el “ecologismo” -ideología que no solo no tiene nada que ver con la Iglesia, sino que va contra Ella y contra su Fundador-, para colar, ya que estamos ahí y el Amazonas pasa aún por su cauce, “el sacerdocio de hombres casados, diáconos de larga duración, solo para la Amazonia [de momento, claro: que “el rascar todo es empezar"]: los ilustres y famosísimos viri probati. ¿En qué? ¡Ah, que no hay que ser ni ponerse rígidos con cosas de tan poca importancia!.
Viri probati que, imagino, por el Amazonas y alrededores habrá que buscarlos a fondo y a conciencia; porque no debe haber muchos que digamos. Más bien, no debe haber ninguno, y pongo las manos en el fuego.
O también para decir, con total descaro, una cosa y hacer exactamente lo contrario, que era el objetivo; inconfesable de entrada y, por tanto, oculto; pero no por eso menos real. Al contrario.
Por ejemplo, se pregona urbi et orbe que “la doctrina no se toca”, para, inmediatamente, hacer y/o permitir que se diga y se haga públicamente lo contrario. Por ejemplo: la tan “moderna” situación de ¿católicos? divorciados y arrejuntados con otras señoras en su misma situación -o no-, a los que se les dice que puede acercarse a comulgar si su conciencia -aún advirtiendole que está en una situación irregular grave- le dice que puede hacerlo.
Y se anuncia sin ningún rubor, al contrario, con “orgullo”, que en esta diócesis o en aquella otra, ya se está haciendo así. Tan frescos. Y, por supuesto, la autoridad competente calla como lo que está: muerta. Total, sólo se han cargado todos los Sacramentos de un solo golpe y, por tanto, la misma Iglesia Católica que, sin los Sacramentos instituidos por Jesucristo, pasa a ser directamente una secta más, como cualquier otra. ¿Será esto “la nueva iglesia” a instalar, tan deseada como buscada?
Tampoco es nuevo de novedad novedosa. Los que tenemos ya una edad, sabemos de cuántos años y en cuántos sitios se permitieron por las autoridades (IN)competentes las falsamente llamadas “confesiones comunitarias", que no eran ni confesiones. Y luego ¡todos a comulgar! Así se han arrasado países enteros. España es una muestra real e histórica de lo que afirmo.
Por eso, ahora, y tras esa “siembra", ya va todo el mundo a comulgar directamente -pronto veremos que también se da la comunión a los perros: ¡perdóname Señor!-, sin el fingimiento hipócrita y falsario de “las comunitarias", es decir, sin confesiones que valgan.
Pero estas cosas hacen añicos la Doctrina y la Fe de siempre, y arrasan hasta el mismo sansus fidei de las almas buenas que, indefensas, atónitas, aturdidas y desamparadas, están sufriendo como auténticos mártires -lo son, aún sin derramar sangre materialmente: “sangran” por el alma- estos embates desde la misma Iglesia, desde sus mismos (FALSOS) Pastores reconvertidos en “mercenarios".
Y trituran -¡por supuesto!, y no es un “daño colateral” sino principal y directamente buscado: ¡hay que construir, de urgencia, la “nueva iglesia”!-, el prestigio bien ganado de la Iglesia Católica, nada menos que con la sangre de tantos Mártires y Confesores, y con la Santidad de tantas y tantas hijas e hijos suyos de todos los tiempos.
Pero “se les ven las intenciones”. Aparte de que “las mentiras tienen las patas cortas”. Porque la MENTIRA, aún pretendiendo otra cosa sus “creadores”, no es la VERDAD. Y, en consecuencia, no goza ni de sus cualidades ni de sus prerrogativas. Y todo se acaba sabiendo, aunque pretendan ocultarlo.
De ahí que, se pongan como se pongan, pregonen lo que pregonen, multipliquen sus acciones lo que les dé la gana, se calcen plumas en la cabeza, ataquen de mala manera e injustamente a los defensores de la Verdad de Dios… ¡contra Él no pueden hacer nada!
Se llevarán gentes por delante. Se irán bien acompañados al infierno, especialmente los miembros salteadores de la Jerarquía. Pero, ¡Christus vincit!
Y “los sellados” -los fieles- se salvan.
Amén.
Non mea Voluntas
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