Por el Dr. Juan Carlos Grisolia
La primera es el campo de la filosofía mientras la segunda es el de la teología. Esta parte del supuesto de la existencia de Dios, suministrada por la Revelación y mediante la razón trata de hacer más explícito el dato recibido.-
La filosofía, por su lado, parte del ser que nuestro intelecto devela y al examinar sus causas encuentra necesariamente a Dios.-
Aristóteles, quien con justicia es llamado “El cristiano preexistente”, por esta vía llega al conocimiento de un solo Dios, que es acto puro y ser necesario (Monoteísmo). Claro está que, este Dios metafísico no es el Dios del cristianismo, el Dios personal y del amor que conoceremos por la Revelación.-
Es un hecho que no tiene explicación desde una óptica estrictamente materialista, que el hombre a pesar de ser limitado, tiene conciencia de eternidad. Esto, sin necesidad de mayores apelaciones a la Fe, se entiende como una consecuencia de la filial tendencia de volver a encontrase con quien le ha dado el ser.-
Pero es también un hecho que la sola actividad intelectual no alcanza a develar y es la plenitud del ser de Dios, que se encuentra reservada para la visión beatífica al término de nuestra peregrinación terrenal y conforme los méritos personales.-
Somos seres espirituales, pero inmersos en una realidad material. Santo Tomás decía que la razón alcanza a conocer los límites donde se enlazan el orden natural y el sobrenatural: En ese límite se encuentran las verdades iniciales o básicas para la fe, que han sido reveladas, pero que también son accesibles a la razón. Estas verdades –límite- que son para unos de razón y para otros de fe, constituyen lo que el Dr. Angélico llamaba “praeámbula fidei”.-
Pero es a partir de estas verdades básicas donde la Revelación tiene su papel preponderante y la Fe el medio idóneo. Por la sencilla razón de que no puede pretenderse la plena aprehensión de lo sobrenatural con medios aptos para el conocimiento de la realidad natural, de los que la persona ha sido dotada, aun cuando tengan carácter espiritual. Éstos, no obstante, son limitados.-
Dios no abandona a su Creación: “Dios tiene cuidado del mundo y de todas las cosas que ha creado, las conserva y gobierna con su infinita bondad y sabiduría, y nada sucede acá abajo sin que Dios lo quiera o permita” (Pío X. “Catecismo Mayor” Nº 31).-
En efecto, Dios ha grabado en la naturaleza humana los preceptos de la ley natural, ha dotado la persona de la capacidad espiritual para advertirlos en sí mismas y en el resto de la realidad donde cada “vestigia Dei” clama su omnipotente existencia.-
Y la ley natural según Santo Tomas, no es otra cosa que la participación de la ley eterna en la creatura racional. Es la misma ley eterna promulgada en el hombre por medio de la razón natural.-
Ante lo evidente de la existencia de Dios, conforme lo expuesto, no serían necesarios otros argumentos. Pero, para quienes no saben o no quieren ver, la filosofía ha elaborado múltiples argumentos tendientes a una acabada demostración racional.-
Desde el “argumento ontológico” de San Anselmo, cuya deficiencia estribaba en el hecho de no ser concluyente, en la indiscutible opinión de Santo Tomás de Aquino por derivar la existencia de la esencia, lo que contradice el orden del conocimiento humano, hasta las clásicas cinco vías del Aquinate.-
Este orden del conocimiento puede resumirse en la antigua, pero válida concepción escolástica: Nada hay en el intelecto que antes no haya pasado por los sentidos. El hombre conoce las esencias a partir de los seres existentes que son captados por los sentidos. Esta actividad primaria es el conocimiento vulgar o dogmático.-
(Juan Carlos Grisolía. “La Persona Humana”. Págs. 41/44).-
¿Qué entendemos por Dios?
El Dr. Angélico se pregunta, antes de ingresar en la exposición de sus cinco vías: ¿Qué entendemos por Dios?. Y se responde: “Siempre que se intenta demostrar la existencia de una causa por sus efectos, es preciso suponer de antemano la definición nominal y vulgar de dicha causa, para que podamos apreciar si lo que concluimos en nuestra demostración coincide con la causa cuya existencia investigamos (a.2 ad 2). Por esta razón, en la demostración de la existencia de Dios debemos partir del concepto corriente y vulgar que todos los hombres tienen de Dios. Todos los hombres, cuando hablan de Dios, quieren significar por este nombre un ser trascendente y superior a todas las cosas que vemos, el cual las ha formado, las gobierna y dirige todas en orden a sus respectivos fines y al fin general del universo (1q 13 a.8c y ad 2). … el problema de la existencia de Dios se puede proponer en estos términos: ¿Existe algún ser trascendente y superior a todas las cosas de este mundo visible, el cual las haya formado a todas y a todas las mueva, gobierne y dirija hacia sus respectivos fines y hacia el fin común del universo?. Si podemos demostrar de dicho ser, hemos concluido la existencia de Dios, pues no es otra cosa lo que queremos significar con este nombre”.-
Las cinco vías de Santo Tomás para demostrar la existencia de Dios
Primera vía: Por el movimiento.
Primera vía: Por el movimiento.
Punto de partida: El hecho de la experiencia de que parte la primera vía es la existencia del movimiento. … la palabra movimiento significa, en el léxico aristotélico-tomista cualquier cambio, o mutación o transformación, lo mismo sea espiritual que sensible, sustancial o accidental, local o de alteración o de aumento.
Primer grado de la vía: “Todo lo que se mueve es movido por otro”. El movimiento entraña esencialmente dependencia y subordinación, es esencialmente algo causado, es efecto de una causa.
Segundo grado de la vía: “En una subordinación esencial de motores no cabe un proceso indefinido, sino que es preciso llegar a un primer motor, el cual ya no es movido por ningún otro”.
Término de la vía: Luego es necesario llegar a un primer motor que no sea movido por ningún otro, a un motor completamente inmóvil, al cual todos conciben como Dios. Luego Dios existe.-
Segunda vía: Por la subordinación de las causas eficientes. Punto de partida: Es un hecho de la experiencia. “Nos consta ciertamente por la experiencia que se dan el mundo causas eficientes esencialmente subordinadas, las cuales concurren a la producción de un efecto común”.
Segunda vía: Por la subordinación de las causas eficientes. Punto de partida: Es un hecho de la experiencia. “Nos consta ciertamente por la experiencia que se dan el mundo causas eficientes esencialmente subordinadas, las cuales concurren a la producción de un efecto común”.
Primer grado de la vía: “No será ni es tampoco posible, que una cosa sea causa de sí misma, ni en el orden del ser ni en el de la operación”.
Segundo grado de la vía: “En esta subordinación esencia y per se de causas eficientes no cabe una serie indefinida”. Porque todas estas causas obran movidas, y admitir una serie indefinida de tales causas es poner un efecto sin causa, pues es admitir infinitas causas movidas sin que haya quien las mueva.
Término de la vía: “Luego es necesario llegar a una causa eficiente primera, que no sea causada por ninguna otra; a una causa eficiente incausada, a la cual todos llaman Dios. Luego Dios existe”.-
Tercera vía: Por la contingencia de los seres. “Ser contingente, en Santo Tomás, es el ser que tiene potencia intrínseca para ser y no ser; es el ser generable y corruptible. Son contingentes todos aquellos seres que viene a la existencia por vía de generación y dejan de existir por corrupción”.
Punto de partida: Es evidente que existen en la naturaleza seres que pueden ser y no ser, toda vez que hay seres que vienen al ser por generación y dejan de existir por corrupción.
Tercera vía: Por la contingencia de los seres. “Ser contingente, en Santo Tomás, es el ser que tiene potencia intrínseca para ser y no ser; es el ser generable y corruptible. Son contingentes todos aquellos seres que viene a la existencia por vía de generación y dejan de existir por corrupción”.
Punto de partida: Es evidente que existen en la naturaleza seres que pueden ser y no ser, toda vez que hay seres que vienen al ser por generación y dejan de existir por corrupción.
Primer grado de la vía: Es absolutamente imposible que todos los seres del universo sean de tal condición que puedan existir y no existir. Además de esos seres contingentes y sobre todos ellos, es preciso admitir la existencia de un ser que no puede dejar de existir, sino que exista necesariamente y desde toda la eternidad. El ser necesario debe existir para explicar la existencia de los seres contingentes.
Segundo grado de la vía: Luego es preciso admitir la existencia de un ser necesario que siempre ha existido. O este ser necesario tiene la existencia por sí mismo o lo ha recibido de otro ser necesario superior. En la subordinación de estos seres necesarios que tienen la existencia recibida de otro superior no se puede proceder indefinidamente por cuanto tendrían la existencia recibida y no habría causa alguna de la cual pudieran recibirla.
Término de la vía: Luego es necesario admitir la existencia de un ser necesario que no tiene la existencia recibida de otro, sino que existe por sí mismo, en virtud de su propia naturaleza. Tal ser necesario es Dios. Luego Dios existe.-
Cuarta vía: Por los grados de las perfecciones.
Punto de partida: “Hay en las cosas perfecciones trascendentales realizadas en diversos grados, como la perfección de bondad, de verdad (ontológica), de nobleza y otras semejantes”.
Primer grado de la vía: El primer paso que ahora procede dar –según vimos al expones la marcha general de las cinco vías, es demostrar que una perfección realizada en diversos grados es necesariamente causada.
Segundo grado de la vía: En el término del primer grado nos encontramos con un ente que tiene el ser, la verdad, la bondad, la nobleza en máximo grado. Ahora bien: Quien tiene en máximo grado una perfección pura es causa de esta perfección en todos aquellos que la poseen en grado inferior. Tener una perfección en máximo grado es tenerla por esencia, así como poseerla de un modo fragmentario es poseerla por participación… Quien tiene una perfección por esencia es causa de dicha perfección en todos cuantos la poseen por participación.
Término final de la vía: De lo dicho en el segundo grado podemos concluir que aquél que es sumo ser, suma verdad, suma bondad y suma nobleza, es causa del ser, de la verdad, de la bondad y de la nobleza en todos, absolutamente en todos cuantos seres hay fuera de él. 2º) Principio y causa de todas las cosas, porque en todas causa el ser, la bondad y todas las demás perfecciones. Nada hay, por pequeño e insignificante que parezca, que se escape a su influjo bienhechor. Luego existe Dios.-
Quinta vía: Por la finalidad de los agentes naturales.
Quinta vía: Por la finalidad de los agentes naturales.
Punto de partida: “La experiencia vulgar y las ciencias naturales nos atestiguan que existen en el mundo seres que, careciendo de conocimiento, obran, sin embargo, por un fin”.
Primer grado de la vía: Los seres que carecen de conocimiento no pueden tender a un fin sino en cuanto son dirigidos u ordenados por un ser inteligente que conozca dicho fin.
Segundo grado de la vía: Esta inteligencia directora o es su misma intelección o está ordenada a entender por otra inteligencia… No cabe un proceso infinito, porque entonces tendríamos infinitas inteligencias, todas ordenadas a entender por otras, sin que exista esa otra inteligencia por quienes las demás son ordenadas… Así se va subiendo por esta serie de inteligencias hasta llegar a una suprema inteligencia, que es su misma intelección.
Término de la vía: Luego existe una inteligencia que es su mismo acto de entender a la cual todos llaman Dios.
Luego Dios existe. (Suma Teológica de Santo Tomás de Aquino. Edita la Biblioteca de Autores Cristianos. Tomo I. La Editorial Católica S.A., apartado 466. Madrid. MCMLXIV. Págs. 290/295/313).-
De la recomposición de la persona humana por la redención
El fin del hombre, persona, es sobrenatural. Consiste en lograr su mayor perfección para gloria y alabanza ante su Creador. Dios le creó con un estado especial, el de justicia original. Por ello el hombre fue originado sin pecado, en libertad y gozando de los dones sobrenaturales de la integridad y de la inmortalidad…..-
Sabemos, por la genial definición de Santo Tomás, que el Orden es: “La unidad resultante de la conveniente disposición de muchas cosas” (Contra Gentes. III-71). Como el orden es unidad y la unidad vida, el desorden es división y ésta la muerte.-
Jesucristo ha cumplido una doble misión, aunque ordenada a un solo fin, la recomposición del hombre dividido, o sea la restauración de su condición de Persona Humana.-
En esta misión se dan dos aspectos. Decía el Estagirita: “Si uno de los amigos se halla separado por un intervalo considerable, como por ejemplo, Dios se halla alejado del hombre, no hay amistad posible” (Et. a nic. 1159 a 4). … El hombre se hallaba separado de Dios por la caída en el mal. La amistad era imposible, o por lo menos se hallaba debilitada. No bastaba entonces la Revelación, era necesario que Dios se quedase en la tierra, para que esa amistad, (que en Aristóteles tiene el sentido de una virtud similar a la caridad) pudiese prosperar y acrecentarse. Y se quedó con la persona humana, en forma sacramental hasta su vuelta personal en el fin de los tiempos. (Juan Carlos Grisolía. Ob. Cit. Págs.. 48/51).-
Los dos órdenes del conocimiento: el natural y el sobrenatural
A partir de la necesidad de la Revelación se sigue la necesidad de la Teología como algo distinto del conocimiento filosófico natural. Esto nos lleva a descubrir que hay dos órdenes de conocimiento: Uno es el orden del conocimiento natural cuyo principio es la razón natural y cuyo objeto son las verdades naturales, otro el orden del conocimiento sobrenatural, cuyo principio es la fe divina y cuyo objeto son las verdades sobrenaturales reveladas por Dios.- (Fray Dr. Aníbal E. Fósbery. O.P.. “Introducción a la Teología de Santo Tomás de Aquino”. Pág. 69).
Luego Dios existe. (Suma Teológica de Santo Tomás de Aquino. Edita la Biblioteca de Autores Cristianos. Tomo I. La Editorial Católica S.A., apartado 466. Madrid. MCMLXIV. Págs. 290/295/313).-
De la recomposición de la persona humana por la redención
El fin del hombre, persona, es sobrenatural. Consiste en lograr su mayor perfección para gloria y alabanza ante su Creador. Dios le creó con un estado especial, el de justicia original. Por ello el hombre fue originado sin pecado, en libertad y gozando de los dones sobrenaturales de la integridad y de la inmortalidad…..-
Sabemos, por la genial definición de Santo Tomás, que el Orden es: “La unidad resultante de la conveniente disposición de muchas cosas” (Contra Gentes. III-71). Como el orden es unidad y la unidad vida, el desorden es división y ésta la muerte.-
Jesucristo ha cumplido una doble misión, aunque ordenada a un solo fin, la recomposición del hombre dividido, o sea la restauración de su condición de Persona Humana.-
En esta misión se dan dos aspectos. Decía el Estagirita: “Si uno de los amigos se halla separado por un intervalo considerable, como por ejemplo, Dios se halla alejado del hombre, no hay amistad posible” (Et. a nic. 1159 a 4). … El hombre se hallaba separado de Dios por la caída en el mal. La amistad era imposible, o por lo menos se hallaba debilitada. No bastaba entonces la Revelación, era necesario que Dios se quedase en la tierra, para que esa amistad, (que en Aristóteles tiene el sentido de una virtud similar a la caridad) pudiese prosperar y acrecentarse. Y se quedó con la persona humana, en forma sacramental hasta su vuelta personal en el fin de los tiempos. (Juan Carlos Grisolía. Ob. Cit. Págs.. 48/51).-
Los dos órdenes del conocimiento: el natural y el sobrenatural
A partir de la necesidad de la Revelación se sigue la necesidad de la Teología como algo distinto del conocimiento filosófico natural. Esto nos lleva a descubrir que hay dos órdenes de conocimiento: Uno es el orden del conocimiento natural cuyo principio es la razón natural y cuyo objeto son las verdades naturales, otro el orden del conocimiento sobrenatural, cuyo principio es la fe divina y cuyo objeto son las verdades sobrenaturales reveladas por Dios.- (Fray Dr. Aníbal E. Fósbery. O.P.. “Introducción a la Teología de Santo Tomás de Aquino”. Pág. 69).
En la ciudad de Rosario, 18 de Junio de 2019.
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