viernes, 19 de julio de 2019
¿DE VERDAD UN RETIRO DE AYAHUASCA ES LO QUE NECESITAS?
Como en otros asuntos relativos a la apertura de la mente a otra dimensión, la New Age puso en el mapa la ayahuasca.
Músicos como The Beatles, Paul Simon o Sting, literatos con un imaginario onírico como William Burroughs y Allen Ginsberg (que intercambiaron cartas en su búsqueda de ayahuasca por Suramérica) han dejado constancia de los efectos reveladores de esta bebida. Bebida porque se trata de un preparado, una infusión de plantas amazónicas, en concreto de Banisteriopsis caapi y hojas del arbusto chacruna, Psychotria viridis. El principio activo de la Psychotria viridis es una sustancia natural llamada DMT o N-dimetiltriptamina, que habitualmente es neutralizada por los fluidos del estómago, a excepción de cuando se mezcla con Banisteriopsis caapi. Así, no hay ayahuasca si no disponemos de ambas plantas. Lo explica Irene Claver en el diario El País.
Este té es central en rituales chamánicos practicados en varios países de Latinoamérica, (Perú, Colombia, Bolivia o Brasil) y es usado por los curanderos para depurar a los enfermos y observar qué puede causar la dolencia a nivel espiritual. Con la guía del chamán, los participantes entran en un trance de visiones psicodélicas y también sufren de diarrea y vómitos. Así se completa la mencionada depuración; no en vano, los indígenas llaman a este ritual “la purga”: la ayahuasca limpia mente y cuerpo para refrescarlo y renacer a una nueva percepción.
Este renacimiento, junto con la curiosidad por vivir la experiencia del ritual, atraen cada vez más a hombres y mujeres occidentales. Personas que buscan librarse de traumas, depresión, ansiedad, adicciones o dolores enquistados, para empezar. Con esta promesa mística e instantánea, los retiros de ayahuasca han cruzado el Atlántico para instalarse en casa rurales a las afueras de las grandes ciudades españolas y hoy mueven cantidades ingentes de euros. El psicólogo y antropólogo Josep Maria Fericgla, autor de Ayahuasca: La realidad detrás de la realidad, estima que semanalmente más 800 personas viven el ritual guiadas por personas que no tienen perfil terapéutico ni de chamán.
La creciente moda, que tiene sus detractores y sus discretos seguidores entre psicólogos y terapeutas que la recomiendan a sus pacientes ha alertado a las instituciones. Así, la Generalitat catalana ha hecho circular una guía para informar de los riesgos y efectos de la ayahuasca, donde se observa, por ejemplo, que no es un remedio para eliminar adicciones. Mientras, son los más pudientes y de profesiones liberales (que incluso viajan desde EE.UU. y Rusia porque se sienten más seguros que en Suramérica) los que llegan a pagar hasta 100 € por una dosis del té. Las autoridades sanitarias advierten también que, dado que conseguir las cantidades puras y suficientes de ambas plantas es complicado, muchas de estas dosis vendidas como ayahuasca son dudosas, y sus efectos, impredecibles.
Así, en España, tanto la Banisteriopsis caapi y sus preparados como el DMT están prohibidos para la venta al público por su toxicidad. Con todo, y como ocurre en otros lugares del mundo a excepción de Francia –donde está tipificada como ilegal por asociarse a una secta–, existe un vacío legal en torno al uso de ayahuasca. La cuestión de fondo reside en si esta se considera una droga recreativa o si puede tener fines científicos/ terapéuticos (o religiosos, como en Brasil, EE.UU. u Holanda). Ni siquiera la Junta Internacional de Fiscalización de Estupefacientes (JIFE), organismo de la ONU, regula su consumo. Esta laguna legal ha derivado en que la posesión y envío de las plantas que componen esta bebida haya producido medio centenar de detenciones en los últimos 10 años, pues se entiende que se está manejando DMT.
Contra el turismo de ayahuasca
Antropólogos como Eugenia Fotiou han analizado la motivación occidental detrás de este turismo de ayahuasca, y han visto que la transformación personal basada en la espiritualidad y la mejora de la salud con fuentes alternativas a la medicina alopática son los dos motores principales. Para los que creen en el ritual desde lo auténtico, este turismo es una lacra. Esto es, una falta de respeto a las tradiciones ancestrales de la Amazonía, un motivo para extraer legal o ilegalmente las plantas y expoliar el hábitat y causa del aumento de la criminalidad y muertes conectada a rituales no controlados. Entonces, ¿por qué en los países de origen la ayahuasca no solo es legal y un apreciado recurso terapéutico o incluso, como en Perú, es Patrimonio Cultural Inmaterial de la Nación?
Como en el caso del cannabis y otras plantas con efectos sobre las conexiones cerebrales, la Psicoterapia estudia la ayahuasca y sus posibles beneficios para el tratamiento de problemas mentales/ emocionales. Sus defensores no la clasifican de “cura milagrosa”, sino que la usan –como los chamanes– para trabajar con los procesos inconscientes que muestra el individuo bajo los efectos de la infusión. Por eso, estas sesiones deben realizarse con expertos (chamanes) y acompañados por personas de confianza, como un psicoterapeuta, si lo que se persigue es este viaje terapéutico.
En Perú, la ayahuasca está indicada para reducir la ansiedad y equilibrar el sistema nervioso por su efecto relajante. En este sentido, se habla de ella como tratamiento contra las adicciones, la depresión y el estrés postraumático. Los resultados probados de la ayahuasca como biomedicamento han llevado a muchos expertos a investigar. Charles Grob reveló en el marco del Proyecto Hoasca, en 1993, que los adolescentes indígenas que consumían ayahuasca tenían 7 veces menos adicción a sustancias, depresión, ansiedad, trastornos de la imagen corporal y trastorno de déficit de atención por hiperactividad que los adolescentes de las ciudades estudiados.
En 2016, uno de los estudios más interesantes al respecto es Explorando el potencial terapéutico de la Ayahuasca: la ingesta continuada aumenta las capacidades relacionadas con el mindfulness de Jordi Riba, doctor en Farmacología y jefe del grupo de Neurofarmacología del Instituto de Investigación del Hospital Sant Pau de Barcelona, y otros autores internacionales. En esta y otras investigaciones de estos especialistas, personas con depresión que no habían respondido a otros tratamientos mejoraron. Los autores comparan los efectos de la ayahuasca con los de la meditación. Según los estudios, el consumo de ayahuasca ayuda a focalizar, al autocontrol y a trabajar el optimismo.
Expandir la conciencia: ¿positivo o negativo?
Como para cualquier remedio, existen contraindicaciones en la toma de esta bebida. Las personas con problemas psicológicos o psiquiátricos importantes, desde el trastorno límite de la personalidad, el disociativo a la psicosis y con condiciones físicas que choquen de frente con una purga (diabetes, esclerosis, dolencias digestivas graves, embarazo, etc.) son diana perfecta para efectos secundarios no deseados, incluida la muerte o el empeoramiento de la enfermedad mental.
Al tomar la poción, pueden aparecer náuseas, vómitos y diarrea, y reacciones intensas de miedo, recuerdos nítidos, agradecimiento y aceptación personal, o también paranoia, ansiedad y agitación. La idea es alterar la conciencia para abrir la mente y pasar a un estado de relajación y de sensación de libertad.
Los investigadores han determinado que esta apertura está relacionada con la actividad de la ayahuasca sobre el neocórtex, la amígdala y la ínsula, encargadas de la percepción, las funciones motoras y la gestión emocional. Los cambios sobre el cerebro pueden desconectar recuerdos emocionales anteriores para dar paso a nuevos, sin filtros, lo que significa que la persona no juzga y está más abierta a estos cambios.
Con todo, los mismos investigadores realizaron pruebas de rendimiento y memoria a consumidores habituales de ayahuasca y a otros ocasionales, y resolvieron que la bebida empeoraba la memoria, mientras que la reacción a estímulos era más rápida. La ciencia sigue comparando procesos para apoyar o poner en tela de juicio a lo que algunos llaman droga y otros llaman terapia milenaria, y que en todo caso, siempre enseña otra dimensión.
El País
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