La llegada al poder de Viktor Orban en Hungría trajo consigo el desarrollo de una política favorable a la familia, la defensa de la vida humana, la promoción de la maternidad y la oposición a los dogmas de la ideología de género que está empezando a dar sus frutos.
Los resultados son reveladores: entre 2010 y 2018, la tasa de abortos ha disminuido más de un tercio, el número de matrimonios crecieron un 43% y los divorcios experimentaron un retroceso en un 22,5 % entre 2010 y 2017.
¿Cómo ha sido posible que esto suceda? Con una política consciente y activa a favor de la familia y la natalidad.
El gobierno de Viktor Orban comenzó con una modificación de la Constitución en cuyo artículo II se establece que «la diginidad humana será inviolable. Todo ser humano tendrá derecho a la vida y a la dignidad humana. La vida del feto estará protegida desde el momento de la concepción».
Pese a ello, el aborto está regulado en su ordenamiento jurídico, aunque de forma restrictiva tanto en su redacción como en su aplicación, de tal forma que en 2018 se produjeron menos de 27.000 abortos.
Dos han sido los factores decisivos para la reducción del número de muertes provocadas de seres humanos antes del nacimiento: una política educativa importante, que incluye el asesoramiento obligatorio, sumado a un paquete de beneficios fiscales y programas de apoyo familiar de los que son beneficiarios incluso quienes no han nacido aún.
Así, se ofrece un subsidio equivalente a 35.000 dólares para recién casados cuya devolución puede ser equivalente a cero si la pareja alcanza los cuatro hijos o ayudas a la compra de vivienda y de automóvil.
Por otro lado, los programas destinados al fortalecimiento de la familia representan un aumento respecto del PIB desde el 3,5 % en 2010 al 5% en 2019, según datos recogidos por National Catholic Register.
Actuall/InfoCatólica
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