Si no hubiera sido por un tío suyo, que fue a buscarlo para traerlo de vuelta a casa, el pequeño hubiera acabado con una desconocida. Imaginemos por un momento el calado emocional de la situación y las posteriores repercusiones en la vida de Manson. Nada justifica la violencia, pero es curioso que la mayoría de criminales tienen un punto en común: los problemas en la infancia. Lo cuenta la periodista Mónica G. Álvarez en el diario barcelonés La Vanguardia.
Llevado por una necesidad irrefrenable por destacar –algo que de joven sólo consiguió a través de los delitos que perpetraba–, Charles se autoproclamó líder de una de las peores sectas que ha dado Estados Unidos. Se hacían llamar La Familia. Muchos les recordarán por los asesinatos que cometieron en 1969, cuando de una manera salvaje acabaron con la vida de cinco personas, entre ellas Sharon Tate, esposa del director de cine Roman Polanski. La noticia dio la vuelta al mundo y el rostro de su gurú se grabó a fuego en nuestra memoria. The Beatles inspiraron, sin quererlo, aquella masacre.
La infancia de Charles Milles Manson, nacido el 12 de noviembre de 1934 en Cincinnati, (Ohio), discurrió lejos del seno familiar. De hecho, se la pasó viajando en compañía de una tía suya, una beata muy preocupada por el pecado. Su madre, una joven prostituta de diecisiete años llamada Kathleen Maddox, permaneció en la cárcel hasta que él cumplió ocho años. La habían detenido por robo y agresión. De su padre jamás se supo. Durante su ausencia, su tutora legal, que enjuiciaba todo comportamiento pecaminoso, educó a Manson en la rectitud y el misticismo. Sin embargo, cuando la madre salió de prisión y regresó junto a su hijo, la vida de éste cambió por completo.
Permaneció a su lado hasta que cumplió catorce. No soportaba las continuas discusiones que tenía con ella por culpa de su alcoholismo. Así que cuando reunió el dinero suficiente para poder independizarse –el robo fue su única salida–, se marchó de casa. Empezó a cometer multitud de delitos, principalmente robos de vehículos y asaltos a establecimientos, aunque también participó en alguna estafa con cheques falsos. No tardaron en detenerlo y en enviarlo a prisión. La policía llegó a acusarlo de ocho cargos entre 1951 y 1952. Su delictiva carrera no había hecho más que despegar.
A los diecinueve años se casó con una enfermera de diecisiete llamada Jean Willis, con quien tuvo su primer hijo. Hacía poco que lo habían soltado, pero el matrimonio no duró mucho. Sólo cuatro años. En 1959, ya divorciado, se casó con una prostituta, Candy Leona Stevens, que acabó acusándolo de proxenetismo. De esta unión nació su segundo hijo, Charles Luther Manson. La prisión le estaba esperando. En 1961, un cúmulo de delitos le llevaron a ingresar en la cárcel, donde sufre una especie de “transformación”.
Manson ha pasado a la historia de la criminología por su vinculación al satanismo, el esoterismo y, por supuesto, el crimen. Fue durante esta nueva etapa de su vida cuando conoció el esoterismo y ciertos estudios relacionados. Empezó a formarse en esta disciplina y se afilió a la Iglesia de la Cienciología. Durante el período que permaneció entre rejas –diecisiete años–, asimiló multitud de conocimientos de todas las religiones y reconoció y asumió un liderazgo que llevaba dormido mucho tiempo.
Al salir de prisión en el año 1967 se dirigió a San Francisco. Gracias a su hipnótico poder de convicción, acumuló una corte de seguidores a los que llamó La Familia. Él era su líder absoluto, el “Jesucristo” de aquella secta. Si observamos algunas de las fotografías de la época, podemos comprobar el gran parecido entre los dos personajes. De hecho, él mismo se autoproclamaba “Mesías”, “Satán”, el “Espíritu” y sobre todo el “Anticristo”. La doctrina que predicaba era de lo más extraña, ya que mezclaba los diversos conocimientos y preceptos de corrientes orientales y cristianas. Hasta reinterpretó la Biblia. Su filosofía afirmaba que sólo aquellos que le siguiesen se salvarían del temido Apocalipsis.
Sus adeptos respaldaban las creencias que les inculcaba Manson y, tras mudarse todos a Los Ángeles, formaron una especie de comuna hippie cuyo lema estaba basado en el resentimiento y no en el amor. Entre los miembros de La Familia estaban Dennis Wilson, integrante del grupo The Beach Boys, Susan Atkins, más conocida como Sadie Mae, Charles Tex Watson o Linda Kasabian. Las drogas, la música y el sexo libre eran la tónica habitual en una comunidad que veía cómo Manson practicaba un mesianismo posmoderno bajo la influencia de la esquizofrenia. Nadie discutía sus acciones. O por lo menos, nadie se atrevía.
Recorrieron toda la costa en un autobús escolar para predicar la palabra de La Familia y captaron numerosos adeptos. Se hicieron tan conocidos en Los Ángeles que muchas celebridades les abrieron las puertas de su casa. Uno de ellos fue el ya mencionado Dennis Wilson, que se dejó seducir por las insólitas creencias de Manson y su comunidad.
El sexo libre y las drogas no eran lo único que Manson utilizaba en sus sermones. La música se convirtió en su herramienta principal. El sonido de los Beatles caló hondo en el corazón del Mesías, que vio en el ‘Álbum Blanco’ y en la canción Helter Skelter el mensaje que estaba esperando. Según él, los integrantes de la banda británica eran los “Cuatro Jinetes del Apocalipsis” que habían creado aquella música para enviarle un mensaje. Supuestamente, esta canción ocultaba un mensaje cifrado destinado a Manson en exclusiva y que auguraba que el fin del mundo estaba a punto de llegar, tras el que un nuevo orden mundial se instauraría y él sería el Rey del Mundo.
“Usted no lo entiende. Lennon, el profeta, me dijo: ‘Charlie, levántate; ¡degüella a esos cerdos que se lo pasan bomba en sus mansiones de Hollywood! El momento ha llegado. ¡Tú eres el Hijo del Hombre y el Ángel Exterminador...!’”, declaró Manson durante el juicio. Uno de los primeros en denunciar que el ‘Álbum Blanco’ de los Beatles contenía un mensaje satánico fue el padre Greenwald. Cuando se reproducía al revés el estribillo de una de las canciones, Revolution 9, el mensaje subliminal era “cógeme, hombre muerto”. Manson conocía perfectamente esta práctica y utilizó los presuntos mensajes para cometer sus posteriores acciones criminales.
El desencadenante fue una discusión con el exintegrante de The Beach Boys, Dennis Wilson, que al parecer plagió una de las canciones que Manson había compuesto y que la incluyó en el álbum ‘20/20’. El ambiente estaba caldeado y un incidente aparentemente nimio con un traficante de drogas llamado Gary Hinman provocó la ira del líder, y con ella su primer asesinato.
Manson comienza la reyerta cortándole una oreja al traficante y luego deja que se encarguen de él otros tres integrantes de La Familia, entre ellos Bobby Beausoleil. Éstos apuñalan decenas de veces a Hinman y dejan que muera desangrado. Antes de marcharse, Manson se pringa un dedo de sangre y escribe en la puerta “Piggies” (cerditos) y dibuja el símbolo de los Black Panthers. El cadáver del narcotraficante apareció completamente destrozado.
Aquel incidente hizo que Manson buscase un nuevo emplazamiento para él y su Familia. Esta vez se dirigieron al Valle de la Muerte. Allí encontraron una granja en medio del desierto y organizaron lo que este asesino llamaría el Helter Skelter, es decir, el fin del mundo. Toda esta teoría estaba inspirada en la letra y música del ‘Álbum Blanco’ de los Beatles. El plan estaba preparado. Charles dio órdenes precisas a varios de los miembros de la secta para que asaltasen en la medianoche del 8 de agosto de 1969 la mansión de Roman Polanski. En su interior ni los amigos que acompañaban a la esposa del director, Sharon Tate, ni ella, embarazada de ocho meses, imaginaban lo que les esperaba.
“La sociedad ha sido injusta conmigo. Mataremos a cualquier cerdo que esté en la casa. Entren y atrápenlos”, gritó el Mesías a sus seguidores. Primero, cortaron el teléfono para evitar que pidiesen ayuda e, inmediatamente después, irrumpieron en la casa. Les gritaron como lunáticos y los reunieron a todos –eran cinco en total– en uno de los salones. Allí comenzó la carnicería.
Todos mueren víctimas de los navajazos o abatidos a balazos cuando intentaban escapar. Sharon Tate, que pedía clemencia al estar embarazada, fue acribillada con dieciocho cuchilladas en el vientre. La sangre inundaba toda la estancia y, antes de marcharse, los asaltantes escribieron en la pared la palabra “Piggies”. Manson y otro adepto se acercaron minutos más tarde para borrar las huellas.
En una de las declaraciones que Sadie Mae, miembro de la secta, hizo a la policía, recordó la masacre diciendo: “Queríamos cometer un crimen para que el mundo reaccionara y nos hiciera caso. Me sentía satisfecha, cansada pero en paz con el mundo. Sabía que esto era el principio del caos. Ahora el mundo escucharía”. En la lista que Manson había preparado aparecían personajes como Elizabeth Taylor, Frank Sinatra o Tom Jones.
Los asesinatos continuaron. Al día siguiente de la carnicería en casa de Polanski, otros integrantes de La Familia mataron al empresario Leno LaBianca y a su mujer, Rosemary. Dejaron varios mensajes, uno de ellos grabado con un cuchillo en el vientre de la víctima con la palabra “Guerra” y el resto en la pared con las consignas “Muerte a los cerdos” y “Sublévens”. El último ritual antes de marchar fue colgar en la puerta del frigorífico la canción Helter Skelter. Como en el anterior crimen, Charles Manson dio directrices concretas, pero no participó activamente.
En un primer momento se sospechó de Roman Polanski como el autor de los crímenes. Supuestamente, estaba de viaje en Europa. Pero Polanski dejó de ser el principal sospechoso cuando unos días después, Susan Atkins fue arrestada por robar y contarle a su compañera de celda lo ocurrido. Confesó que pertenecía a La Familia y describió con pelos y señales las prácticas que realizaba su líder, Charles Manson. Las detenciones se produjeron el 12 de octubre de 1969, entre ellas las del Anticristo y varios miembros del clan.
El juicio que se inició el 15 de junio de 1970 en Los Ángeles y, en los nueve meses y medio que duró, mostró la esencia de su personalidad. “Yo no he matado a nadie. No he ordenado que maten a nadie. Esas criaturas que van a por ustedes con sus cuchillos son sus hijos. Yo no les enseñé nada; lo hicieron ustedes”, declaró con una esvástica tatuada en la frente y con su particular media sonrisa. Aunque Manson en ningún momento intervino en los crímenes de la casa de Polanski, el tribunal le condenó por conspiración. El 29 de marzo de 1971 le sentenció a la pena de muerte. Sin embargo, tras la abolición de la pena capital por la Corte Suprema, dictaminan cadena perpetua.
A pesar de que su líder se encuentra entre rejas, las actividades de La Familia continuaron. Varios de sus adeptos robaron una armería y fueron abatidos a tiros por la policía antes de secuestrar un avión. Pretendían exigir la liberación de Manson. Otro de sus miembros, Lynette Squeaky Fromme, intentó asesinar al presidente Gerald Ford el 5 de septiembre de 1975, pero fracasó. Se produjo el asesinato de otra joven que recibió 157 puñaladas.
La vida de Manson en prisión transcurría entre libros y música. Componía varias canciones que después eran versionadas por grupos tan importantes como Guns N’ Roses o Marilyn Manson, y desde 1987 dedicaba su tiempo a la escritura de varias obras, entre ella Sin conciencia, una especie de autobiografía en la que contaba sus experiencias.
Pese a las diligencias presentadas para su excarcelación, nadie se atrevía a dejarlo en libertad. “Yo solo podría asesinar a toda la humanidad”, decía en una carta personal escrita en 1996. Y en una entrevista en San Quintín llegó a afirmar: “Si escupen en mi cara y me humillan en los periódicos por nada, ¿qué creen que va a suceder cuando salga de aquí?”.
Aun así, este líder mesiánico poseía miles de fans en todo el mundo e incluso llegó a mantener una relación sentimental. La imagen de una joven modelo de veinte y siete años posando junto a él dio la vuelta al mundo en 2014. Se llamaba Afton Elaine Burton, más conocida como Star. Ambos salieron durante un tiempo, ella le visitaba frecuentemente, e incluso, se sacaron la licencia para poder casarse. Pero antes de firmar, Manson descubrió que las intenciones de la joven no eran buenas. Parece ser que Burton y un amigo suyo tenían planeado hacer negocio con la muerte del criminal. El lucro sería exponer sus restos en un ataúd de cristal. De este modo, atraerían a miles de curiosos que llegarían en procesión y pagarían por verle.
El 19 de noviembre de 2017 y tras varias complicaciones derivadas del cáncer de colon que sufría, Charles Manson fallecía en un hospital de Bakersfield (California) a los 83 años. Tras una batalla legal en la que hasta tres personas reclamaron sus restos, finalmente fue Jason Freeman, un supuesto nieto del asesino, quien pudo incinerar y enterrar su cuerpo en la ladera de una montaña. Al funeral de tintes cristianos acudieron cerca de veinte personas. La Familia le despidió en un emotivo homenaje.
Llevado por una necesidad irrefrenable por destacar –algo que de joven sólo consiguió a través de los delitos que perpetraba–, Charles se autoproclamó líder de una de las peores sectas que ha dado Estados Unidos. Se hacían llamar La Familia. Muchos les recordarán por los asesinatos que cometieron en 1969, cuando de una manera salvaje acabaron con la vida de cinco personas, entre ellas Sharon Tate, esposa del director de cine Roman Polanski. La noticia dio la vuelta al mundo y el rostro de su gurú se grabó a fuego en nuestra memoria. The Beatles inspiraron, sin quererlo, aquella masacre.
Entre el bien y el mal
La infancia de Charles Milles Manson, nacido el 12 de noviembre de 1934 en Cincinnati, (Ohio), discurrió lejos del seno familiar. De hecho, se la pasó viajando en compañía de una tía suya, una beata muy preocupada por el pecado. Su madre, una joven prostituta de diecisiete años llamada Kathleen Maddox, permaneció en la cárcel hasta que él cumplió ocho años. La habían detenido por robo y agresión. De su padre jamás se supo. Durante su ausencia, su tutora legal, que enjuiciaba todo comportamiento pecaminoso, educó a Manson en la rectitud y el misticismo. Sin embargo, cuando la madre salió de prisión y regresó junto a su hijo, la vida de éste cambió por completo.
Permaneció a su lado hasta que cumplió catorce. No soportaba las continuas discusiones que tenía con ella por culpa de su alcoholismo. Así que cuando reunió el dinero suficiente para poder independizarse –el robo fue su única salida–, se marchó de casa. Empezó a cometer multitud de delitos, principalmente robos de vehículos y asaltos a establecimientos, aunque también participó en alguna estafa con cheques falsos. No tardaron en detenerlo y en enviarlo a prisión. La policía llegó a acusarlo de ocho cargos entre 1951 y 1952. Su delictiva carrera no había hecho más que despegar.
A los diecinueve años se casó con una enfermera de diecisiete llamada Jean Willis, con quien tuvo su primer hijo. Hacía poco que lo habían soltado, pero el matrimonio no duró mucho. Sólo cuatro años. En 1959, ya divorciado, se casó con una prostituta, Candy Leona Stevens, que acabó acusándolo de proxenetismo. De esta unión nació su segundo hijo, Charles Luther Manson. La prisión le estaba esperando. En 1961, un cúmulo de delitos le llevaron a ingresar en la cárcel, donde sufre una especie de “transformación”.
Manson ha pasado a la historia de la criminología por su vinculación al satanismo, el esoterismo y, por supuesto, el crimen. Fue durante esta nueva etapa de su vida cuando conoció el esoterismo y ciertos estudios relacionados. Empezó a formarse en esta disciplina y se afilió a la Iglesia de la Cienciología. Durante el período que permaneció entre rejas –diecisiete años–, asimiló multitud de conocimientos de todas las religiones y reconoció y asumió un liderazgo que llevaba dormido mucho tiempo.
Al salir de prisión en el año 1967 se dirigió a San Francisco. Gracias a su hipnótico poder de convicción, acumuló una corte de seguidores a los que llamó La Familia. Él era su líder absoluto, el “Jesucristo” de aquella secta. Si observamos algunas de las fotografías de la época, podemos comprobar el gran parecido entre los dos personajes. De hecho, él mismo se autoproclamaba “Mesías”, “Satán”, el “Espíritu” y sobre todo el “Anticristo”. La doctrina que predicaba era de lo más extraña, ya que mezclaba los diversos conocimientos y preceptos de corrientes orientales y cristianas. Hasta reinterpretó la Biblia. Su filosofía afirmaba que sólo aquellos que le siguiesen se salvarían del temido Apocalipsis.
Sus adeptos respaldaban las creencias que les inculcaba Manson y, tras mudarse todos a Los Ángeles, formaron una especie de comuna hippie cuyo lema estaba basado en el resentimiento y no en el amor. Entre los miembros de La Familia estaban Dennis Wilson, integrante del grupo The Beach Boys, Susan Atkins, más conocida como Sadie Mae, Charles Tex Watson o Linda Kasabian. Las drogas, la música y el sexo libre eran la tónica habitual en una comunidad que veía cómo Manson practicaba un mesianismo posmoderno bajo la influencia de la esquizofrenia. Nadie discutía sus acciones. O por lo menos, nadie se atrevía.
Recorrieron toda la costa en un autobús escolar para predicar la palabra de La Familia y captaron numerosos adeptos. Se hicieron tan conocidos en Los Ángeles que muchas celebridades les abrieron las puertas de su casa. Uno de ellos fue el ya mencionado Dennis Wilson, que se dejó seducir por las insólitas creencias de Manson y su comunidad.
Música satánica
El sexo libre y las drogas no eran lo único que Manson utilizaba en sus sermones. La música se convirtió en su herramienta principal. El sonido de los Beatles caló hondo en el corazón del Mesías, que vio en el ‘Álbum Blanco’ y en la canción Helter Skelter el mensaje que estaba esperando. Según él, los integrantes de la banda británica eran los “Cuatro Jinetes del Apocalipsis” que habían creado aquella música para enviarle un mensaje. Supuestamente, esta canción ocultaba un mensaje cifrado destinado a Manson en exclusiva y que auguraba que el fin del mundo estaba a punto de llegar, tras el que un nuevo orden mundial se instauraría y él sería el Rey del Mundo.
“Usted no lo entiende. Lennon, el profeta, me dijo: ‘Charlie, levántate; ¡degüella a esos cerdos que se lo pasan bomba en sus mansiones de Hollywood! El momento ha llegado. ¡Tú eres el Hijo del Hombre y el Ángel Exterminador...!’”, declaró Manson durante el juicio. Uno de los primeros en denunciar que el ‘Álbum Blanco’ de los Beatles contenía un mensaje satánico fue el padre Greenwald. Cuando se reproducía al revés el estribillo de una de las canciones, Revolution 9, el mensaje subliminal era “cógeme, hombre muerto”. Manson conocía perfectamente esta práctica y utilizó los presuntos mensajes para cometer sus posteriores acciones criminales.
El desencadenante fue una discusión con el exintegrante de The Beach Boys, Dennis Wilson, que al parecer plagió una de las canciones que Manson había compuesto y que la incluyó en el álbum ‘20/20’. El ambiente estaba caldeado y un incidente aparentemente nimio con un traficante de drogas llamado Gary Hinman provocó la ira del líder, y con ella su primer asesinato.
Manson comienza la reyerta cortándole una oreja al traficante y luego deja que se encarguen de él otros tres integrantes de La Familia, entre ellos Bobby Beausoleil. Éstos apuñalan decenas de veces a Hinman y dejan que muera desangrado. Antes de marcharse, Manson se pringa un dedo de sangre y escribe en la puerta “Piggies” (cerditos) y dibuja el símbolo de los Black Panthers. El cadáver del narcotraficante apareció completamente destrozado.
La carnicería
Aquel incidente hizo que Manson buscase un nuevo emplazamiento para él y su Familia. Esta vez se dirigieron al Valle de la Muerte. Allí encontraron una granja en medio del desierto y organizaron lo que este asesino llamaría el Helter Skelter, es decir, el fin del mundo. Toda esta teoría estaba inspirada en la letra y música del ‘Álbum Blanco’ de los Beatles. El plan estaba preparado. Charles dio órdenes precisas a varios de los miembros de la secta para que asaltasen en la medianoche del 8 de agosto de 1969 la mansión de Roman Polanski. En su interior ni los amigos que acompañaban a la esposa del director, Sharon Tate, ni ella, embarazada de ocho meses, imaginaban lo que les esperaba.
“La sociedad ha sido injusta conmigo. Mataremos a cualquier cerdo que esté en la casa. Entren y atrápenlos”, gritó el Mesías a sus seguidores. Primero, cortaron el teléfono para evitar que pidiesen ayuda e, inmediatamente después, irrumpieron en la casa. Les gritaron como lunáticos y los reunieron a todos –eran cinco en total– en uno de los salones. Allí comenzó la carnicería.
Todos mueren víctimas de los navajazos o abatidos a balazos cuando intentaban escapar. Sharon Tate, que pedía clemencia al estar embarazada, fue acribillada con dieciocho cuchilladas en el vientre. La sangre inundaba toda la estancia y, antes de marcharse, los asaltantes escribieron en la pared la palabra “Piggies”. Manson y otro adepto se acercaron minutos más tarde para borrar las huellas.
En una de las declaraciones que Sadie Mae, miembro de la secta, hizo a la policía, recordó la masacre diciendo: “Queríamos cometer un crimen para que el mundo reaccionara y nos hiciera caso. Me sentía satisfecha, cansada pero en paz con el mundo. Sabía que esto era el principio del caos. Ahora el mundo escucharía”. En la lista que Manson había preparado aparecían personajes como Elizabeth Taylor, Frank Sinatra o Tom Jones.
Los asesinatos continuaron. Al día siguiente de la carnicería en casa de Polanski, otros integrantes de La Familia mataron al empresario Leno LaBianca y a su mujer, Rosemary. Dejaron varios mensajes, uno de ellos grabado con un cuchillo en el vientre de la víctima con la palabra “Guerra” y el resto en la pared con las consignas “Muerte a los cerdos” y “Sublévens”. El último ritual antes de marchar fue colgar en la puerta del frigorífico la canción Helter Skelter. Como en el anterior crimen, Charles Manson dio directrices concretas, pero no participó activamente.
Más de cuarenta años entre rejas
En un primer momento se sospechó de Roman Polanski como el autor de los crímenes. Supuestamente, estaba de viaje en Europa. Pero Polanski dejó de ser el principal sospechoso cuando unos días después, Susan Atkins fue arrestada por robar y contarle a su compañera de celda lo ocurrido. Confesó que pertenecía a La Familia y describió con pelos y señales las prácticas que realizaba su líder, Charles Manson. Las detenciones se produjeron el 12 de octubre de 1969, entre ellas las del Anticristo y varios miembros del clan.
El juicio que se inició el 15 de junio de 1970 en Los Ángeles y, en los nueve meses y medio que duró, mostró la esencia de su personalidad. “Yo no he matado a nadie. No he ordenado que maten a nadie. Esas criaturas que van a por ustedes con sus cuchillos son sus hijos. Yo no les enseñé nada; lo hicieron ustedes”, declaró con una esvástica tatuada en la frente y con su particular media sonrisa. Aunque Manson en ningún momento intervino en los crímenes de la casa de Polanski, el tribunal le condenó por conspiración. El 29 de marzo de 1971 le sentenció a la pena de muerte. Sin embargo, tras la abolición de la pena capital por la Corte Suprema, dictaminan cadena perpetua.
A pesar de que su líder se encuentra entre rejas, las actividades de La Familia continuaron. Varios de sus adeptos robaron una armería y fueron abatidos a tiros por la policía antes de secuestrar un avión. Pretendían exigir la liberación de Manson. Otro de sus miembros, Lynette Squeaky Fromme, intentó asesinar al presidente Gerald Ford el 5 de septiembre de 1975, pero fracasó. Se produjo el asesinato de otra joven que recibió 157 puñaladas.
La vida de Manson en prisión transcurría entre libros y música. Componía varias canciones que después eran versionadas por grupos tan importantes como Guns N’ Roses o Marilyn Manson, y desde 1987 dedicaba su tiempo a la escritura de varias obras, entre ella Sin conciencia, una especie de autobiografía en la que contaba sus experiencias.
Pese a las diligencias presentadas para su excarcelación, nadie se atrevía a dejarlo en libertad. “Yo solo podría asesinar a toda la humanidad”, decía en una carta personal escrita en 1996. Y en una entrevista en San Quintín llegó a afirmar: “Si escupen en mi cara y me humillan en los periódicos por nada, ¿qué creen que va a suceder cuando salga de aquí?”.
Aun así, este líder mesiánico poseía miles de fans en todo el mundo e incluso llegó a mantener una relación sentimental. La imagen de una joven modelo de veinte y siete años posando junto a él dio la vuelta al mundo en 2014. Se llamaba Afton Elaine Burton, más conocida como Star. Ambos salieron durante un tiempo, ella le visitaba frecuentemente, e incluso, se sacaron la licencia para poder casarse. Pero antes de firmar, Manson descubrió que las intenciones de la joven no eran buenas. Parece ser que Burton y un amigo suyo tenían planeado hacer negocio con la muerte del criminal. El lucro sería exponer sus restos en un ataúd de cristal. De este modo, atraerían a miles de curiosos que llegarían en procesión y pagarían por verle.
El 19 de noviembre de 2017 y tras varias complicaciones derivadas del cáncer de colon que sufría, Charles Manson fallecía en un hospital de Bakersfield (California) a los 83 años. Tras una batalla legal en la que hasta tres personas reclamaron sus restos, finalmente fue Jason Freeman, un supuesto nieto del asesino, quien pudo incinerar y enterrar su cuerpo en la ladera de una montaña. Al funeral de tintes cristianos acudieron cerca de veinte personas. La Familia le despidió en un emotivo homenaje.
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