“Esta es una enfermedad de los cristianos. Tenemos miedo de la alegría. Es mejor pensar: ‘Sí, sí, Dios existe, pero está allá; Jesús ha resucitado, está allá’. Un poco de distancia. Tenemos miedo de la cercanía de Jesús, porque esto nos da alegría. Y así se explica la existencia de tantos cristianos con cara de funeral, ¿no? Que su vida parece un funeral continuo”, expresó al recordar el pasaje evangélico en que los apóstoles se quedan “trastornados y llenos de temor” ante el saludo de paz del Señor.
En vez de alegrarse, indicó Bergoglio, pensaron “que veían un fantasma, por lo que Jesús trató de hacerles entender que lo que veían era real, los invito a tocar su cuerpo, y pidió que le dieran de comer. Los quería conducir a la alegría de la Resurrección, a la alegría de su presencia entre ellos. Pero los discípulos no podían creer, porque tenían miedo de la alegría”.
En ese sentido, el papa advirtió que “hay cristianos que prefieren la tristeza y no la alegría. Se mueven mejor, no en la luz de la alegría, sino en las sombras, como esos animales que sólo logran salir de noche, pero no a la luz del día, porque no ven nada. Como los murciélagos. Y con un poco de sentido del humor podemos decir que hay cristianos murciélagos que prefieren las sombras a la luz de la presencia del Señor”.
“Jesús, con su Resurrección nos da la alegría: la alegría de ser cristianos; la alegría de seguirlo de cerca; la alegría de ir por el camino de las Bienaventuranzas, la alegría de estar con Él”, afirmó Bergoglio, que alentó a confiar en la cercanía del Señor, pues “la vida cristiana debe ser esto: un diálogo con Jesús, porque – esto es verdad – Jesús siempre está con nosotros, siempre está con nuestros problemas, con nuestras dificultades, con nuestras obras buenas”.
Por ello, llamó a “no ser cristianos que han sido vencidos en la cruz”.
“En mi tierra hay un dicho que dice así: ‘Cuando uno se quema con la leche hirviendo, después, cuando ve una vaca, llora’. Y éstos se habían quemado con el drama de la cruz y dijeron: ‘No, detengámonos aquí; Él está en el Cielo; muy bien, ha resucitado, pero que no venga otra vez aquí, porque ya no podemos más’”, explicó el papa.
“Pidamos al Señor que haga con todos nosotros lo que ha hecho con los discípulos, que tenían miedo de la alegría: que abra nuestra mente: ‘Entonces, les abrió la mente para comprender las Escrituras’; que abra nuestra mente y que nos haga comprender que Él es una realidad viva, que Él tiene cuerpo, que Él está con nosotros, que nos acompaña y que Él ha vencido. Pidamos al Señor la gracia de no tener miedo de la alegría”, concluyó Francisco.
ACI Prensa
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