El 28 de marzo de 2012, las escenas que
muestran a Benedicto XVI y su séquito recibiendo cordialmente al sanguinario ex
dictador Fidel Castro, en la Nunciatura Apostólica de La Habana, fueron las más
dramáticas de la visita papal a la isla-cárcel desde los puntos de vista
religioso, pastoral, político, simbólico y de la propia teología de la Historia…
Por Armando
F. Valladares
Cordial
recepción al ex dictador
El 28 de marzo de 2012, las escenas que
muestran a Benedicto XVI y su séquito recibiendo cordialmente al sanguinario ex
dictador Fidel Castro, en la Nunciatura Apostólica de La Habana, fueron las más
dramáticas de la visita papal a la isla-cárcel desde los puntos de vista
religioso, pastoral, político, simbólico y de la propia teología de la
Historia; las que dejaron el sabor más amargo en los cubanos de la isla-cárcel,
sedientos de auténtica fe católica y de plena libertad; y las que más
dilaceraron los corazones del rebaño cubano, dentro y fuera de Cuba.
Una
especie de "santo" comunista
Era el Pastor de los Pastores, con su
secretario de Estado, el cardenal Tarcisio Bertone, y con su Nuncio Apostólico en
La Habana, monseñor Bruno Musaro, acogiendo al Lobo de los Lobos casi como si
fuera una "reliquia" viviente, una especie de "santo"
comunista. Ese encuentro constituyó la realización de una Pesadilla de las
Pesadillas, respecto de la cual se especuló durante muchos meses antes de la
visita papal, incluyendo rumores de una hipotética conversión, como si se
estuviese sondeando y endulzando el ambiente para que los 11 millones de
cubanos prisioneros en la isla y los amantes de la libertad en el mundo entero,
en la hora de ese encuentro, ya hubiesen amortiguado internamente el natural
horror y repulsa que despiertan los grandes asesinos de la Historia cristiana,
desde Nerón, pasando por Lenin, Stalin, Mao y Pol Pot, hasta Fidel Castro.
Fue un encuentro "muy cordial",
declaró el portavoz vaticano, Federico Lombardi, en conferencia de prensa en La
Habana.
Servilismo
del Nuncio en La Habana
Según muestra un video colocado en Youtube por
América TeVé - Canal 41, la obsequiosidad demostrada por el Nuncio Apostólico,
para no decir el servilismo, llegó a grados inimaginables. El ex dictador
apenas acababa de bajarse del vehículo que lo transportaba cuando monseñor
Musaro lo recibe, se inclina en una especie de reverencia, y proclama en tono
admirativo: "Señor Comandante, bienvenido a su casa. Yo fui alumno de su
queridísimo amigo monseñor Cesar Zacchi".
Es de recordar que monseñor Zacchi fue el
encargado de la Nunciatura en La Habana en los primeros años de la revolución
comunista e impulsor de la "ostpolitik" vaticana hacia Cuba,
obligando a los obispos cubanos a alinearse con el régimen comunista o a
callarse. A la salida, el Nuncio lo esperaba en la puerta para desearle:
"Que Dios lo bendiga". Y cuando Castro ya estaba bajando las
escaleras, literalmente corrió detrás de él para desearle
"felicidades". En materia de servilismo procastrista, el alumno
parece haber aventajado al maestro.
El
Pastor habría tomado la iniciativa del encuentro
Lo más desconcertante es que el propio Pastor
habría sido quien tomara la iniciativa del encuentro, y no el Lobo en supuesto
proceso de "conversión". Es lo que reveló Fidel Castro, en
declaración publicada por el Vatican Information Service (VIS) en su edición en
español: "He tomado la decisión de pedir algunos momentos de su tiempo,
que sé está lleno de compromisos cuando supe que le habría agradado este
modesto y sencillo contacto" (VIS, "Encuentro entre el Papa y el ex
presidente Fidel Castro", 29 de marzo de 2012). Palabras farisaicas y
astutas, aparentemente humildes, que dejaban claro quién dio el primer paso en
una iniciativa que del punto de vista protocolar no era necesaria.
Castro:
"Haremos apóstatas, miles de apóstatas"
¿Cuál sería el "agrado" que Su
Santidad esperaba tener en el encuentro con ese asesino de cuerpos y de almas?
Es un misterio. Fidel Castro comenzó fusilando a decenas de jóvenes católicos,
que morían como mártires proclamando "¡Viva Cristo Rey! ¡Abajo el
comunismo!", gritos que yo mismo escuché, con mis propios oídos, en la
siniestra prisión de La Cabaña; hasta que, en la Universidad de La Habana, por
estrategia, y no por arrepentimiento o conversión, trazó una maquiavélica
rectificación: "No caeremos en el error histórico de sembrar el camino de
mártires cristianos, pues bien sabemos que fue precisamente el martirio lo que
dio fuerza a la Iglesia. Nosotros haremos apóstatas, miles de apóstatas"
(cf. Juan Clark, "Cuba: mito y realidad", Ediciones Saeta,
Miami-Caracas, 1a. ed., 1990, pp. 358 y 658).
Fue a partir de entonces que los condenados a
muerte comenzaron a ir al "paredón" amordazados, para silenciar de
esa manera sus proclamas de fe y heroísmo. Al mismo tiempo, la
"alfabetización" y la "salud" pasaron a ser dos tenazas
satánicas de control psicológico, mental y social, así como de inducción a la
apostasía, de generaciones enteras de niños, jóvenes y adultos.
"Alfabetización" y "salud" que, no obstante, han recibido
comentarios laudatorios de las más altas autoridades eclesiásticas, inclusive,
del actual Pontífice (cf. Discurso de Benedicto XVI de recepción de las cartas
credenciales del embajador de Cuba, Eduardo Delgado Bermúdez, "Le lettere
credenziali dell'Ambasciatore di Cuba presso la Santa Sede", Oficina de
Prensa de la Santa Sede, Diciembre 10, 2009; cf. Armando Valladares, "Benedicto
XVI: ¿"beatificación" del internacionalismo castrista?", agencia
Destaque Internacional, Enero 06, 2010).
Estos son otros misterios que hacen estremecer las almas de los fieles
católicos cubanos.
Pío XI:
comunismo, "satánico azote"
En ese trágico día 28 de marzo de 2012, sin
duda, uno de los más trágicos de la Historia de los católicos cubanos y de la
propia Cuba, Benedicto XVI ofreció al ex dictador las Medallas de su
Pontificado. El momento de mayor cordialidad captado por los fotógrafos fue
cuando el Pontífice tomó con sus dos manos las ensangrentadas manos de Castro,
y ambos intercambiaron miradas en lo que parece ser un clima de mutua afinidad.
Por una ironía, o quizás, por una señal
providencial, en esa misma foto difundida por el propio Vaticano se percibe al
fondo y a lo alto, entre Benedicto XVI y Fidel Castro, como si estuviera
analizando la escena, un cuadro con el retrato de un Pontífice. Todo indica que
se trata de S.S. Pío XI, cuya profética Encíclica "Divini
Redemptoris" el 19 de marzo pp., por lo tanto, pocos días antes del
trágico encuentro, acababa de cumplir el 75o. aniversario en el mayor de los
silencios y de los olvidos. Fue precisamente en esa Encíclica que Pío XI
calificó al comunismo como "intrínsecamente perverso" y como un "satánico
azote".
En los últimos años, me he visto en la
dolorosa obligación de escribir decenas de artículos denunciando la política de
distensión del Vaticano con el régimen comunista de Cuba. Artículos redactados
invariablemente con palabras respetuosas, ejerciendo mi derecho y mi obligación
de conciencia de fiel católico cubano y de ex preso político durante 22 años.
Reconozco que esta ha sido talvez la ocasión en que he tenido más dificultad de
encontrar palabras adecuadas para esbozar una conclusión, tal la gravedad de lo
ocurrido en la Nunciatura Apostólica en La Habana ese 28 de marzo de 2012.
Paternal
y providencial ayuda de S.S. Pío XI
Opto entonces por recurrir a la paternal y
providencial ayuda de S.S. Pío XI, cuya figura de alguna manera se hizo sentir
en la Nunciatura Apostólica en La Habana, citando algunas expresiones de su
profética Encíclica "Divini Redemptoris" que se aplican de manera sorprendentemente
actual a la Cuba de hoy.
En una de las frases más lapidarias para
quienes en Cuba promueven un diálogo alegadamente constructivo de los católicos
con el régimen, Pío XI afirma que "el comunismo es intrínsecamente
perverso, y no se puede admitir que colaboren con el comunismo, en terreno
alguno, los que quieran salvar de la ruina la civilización cristiana".
Nótese la fuerza de la expresión y las importantes consecuencias que de ella
derivan: para Pío XI no es lícito colaborar "en terreno alguno" con
una ideología intrínsecamente perversa.
"Conspiración
del silencio" y "propaganda diabólica"
Con relación a importantes medios de
comunicación, el Pontífice denuncia "la conspiración del silencio que está
realizando una gran parte de la prensa mundial" sobre los crímenes
revolucionarios. Paralelamente a ese silencio, los revolucionarios desarrollan
"una propaganda realmente diabólica como el mundo tal vez nunca ha
conocido" con la finalidad de mostrar las supuestas bondades comunistas.
Una "propaganda diabólica" que -
según profética advertencia de Pío XI, confirmada en las décadas posteriores
con tantos lamentables ejemplos - tenía entre sus objetivos principales
difundir el engaño en los propios medios católicos: "Más todavía, procuran
infiltrarse insensiblemente hasta en las mismas asociaciones abiertamente
católicas o religiosas". Junto con el engaño, viene de la mano la
colaboración comuno-católica: "En otras partes, los comunistas, sin
renunciar en nada a sus principios, invitan a los católicos a colaborar
amistosamente con ellos en el campo del humanitarismo y de la caridad".
"Hay incluso quienes, apoyándose en
algunas ligeras modificaciones introducidas recientemente en la legislación
soviética, piensan que el comunismo está a punto de abandonar su programa de
lucha abierta contra Dios", señalaba también el Papa Pío XI, en otra
consideración de enorme actualidad para la Cuba de hoy. Baste recordar las
ilusiones despertadas en ciertos sectores cuando se han dado a conocer
recientes documentos del Partido Comunista de Cuba (PCC) y pronunciamientos de
los hermanos Castro, incluyendo los rumores sobre la supuesta conversión del ex
dictador, con apariencia distensiva - pero con un trasfondo fraudulento, claro
está - en dirección a los católicos.
¿Comunismo
mitigado?
A continuación, Pío XI sale una vez más al
paso de quienes nunca pierden las ilusiones de encontrar un comunismo mitigado
con el cual les sea posible entrar en componendas: "No se puede afirmar
que estas atrocidades sean un fenómeno transitorio que suele acompañar a todas
las grandes revoluciones, o excesos aislados de exasperación comunes a toda guerra;
no, son los frutos naturales de un sistema cuya estructura carece de todo freno
interno". Nótese bien. Esos errores y horrores no son circunstanciales,
sino connaturales con dicha ideología. Son "los errores intrínsecos del
comunismo", recalca Pío XI.
Gigantesco
viraje de diplomacia vaticana
¿Por ventura no están descritos por S.S. Pío
XI, de manera sintética y profunda, tantos ardides de los comunistas contra los
católicos en Cuba y en el exilio? ¿Acaso esas advertencias, hechas hace
exactamente 75 años, no constituyen hoy una trágica explicación para tantos
episodios de colaboración comuno-católica en la Cuba de hoy? Lo concreto es la
constatación de un gigantesco viraje producido en la diplomacia vaticana, desde
Pío XI hasta nuestros días. Viraje enigmático y desconcertante de la diplomacia
vaticana, una de cuyas raíces históricas parece estar, según destacados
analistas, en el propio silencio del Concilio Vaticano II con relación al
comunismo, lo cual hizo que los Lobos se sintieran en total libertad para
diezmar al Rebaño en Cuba, en los países del Este europeo, en Rusia, China y
Vietnam.
Que la Virgen de la Caridad proteja, consuele
y llene de auténtica fe a mis 11 millones de hermanos prisioneros en la
isla-cárcel; y que a los cubanos del destierro nos dé fuerzas espirituales para
continuar luchando por la libertad de Cuba, con el fuego del Apóstol San Pablo:
"combatiendo el buen combate de la fe" y "esperando contra toda
esperanza" (Segunda Epístola a Timoteo 4, 7; y Epístola a los Romanos 4, 18-19).
Armando
Valladares, escritor, pintor y poeta. Pasó 22 años en las cárceles políticas de
Cuba. Es autor del best-seller "Contra toda esperanza", donde narra
el horror de las prisiones castristas. Fue embajador de los Estados Unidos ante
la Comisión de Derechos Humanos de la ONU bajo las administraciones Reagan y
Bush. Recibió la Medalla Presidencial del Ciudadano y el Superior Award del
Departamento de Estado. Ha escrito numerosos artículos sobre la colaboración
eclesiástica con el comunismo cubano y sobre la "ostpolitik" vaticana
hacia Cuba.
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