Traducido
por José Arturo Quarracino
(Publicado
originalmente en inglés en http://www.all.org/nav/index/heading/OQ/cat/MzQ/id/NjA4MA/)
Pero
eso no es verdad: el aborto siempre pide la vida de una persona humana, en
consecuencia no es nunca una decisión apropiada.
La
«gran mentira» afirma que si una declaración falsa se repite con demasiada
frecuencia, las personas comenzarán a aceptarla como verdad. Ese es el caso con
el mantra erróneo, que sostiene que se debe permitir el aborto en casos de
violación, incesto, deformidad fetal y amenazas a la vida de la madre.
Violación e
Incesto
La
violación y el incesto son similares, en el sentido que son acciones
criminales. En nuestro sistema judicial, castigamos al criminal. No castigamos
a la víctima, ni castigamos a los hijos del criminal. Pero se nos dice que si
se produce un embarazo como resultado de una violación o de un incesto, ofrecer
un aborto a la víctima es la acción compasiva que hay que realizar. Se nos dice
que ninguna mujer debe ser «obligada a
aceptar el hijo de un monstruo».
El
trauma del ataque sexual es muy real, y aquí no hay intención de minimizarlo.
Pero el aborto lleva en sí su propio trauma. Las mujeres -inclusive aquéllas
que fueron víctimas de ataque sexual- han informado que luego de sus abortos
han padecido durante años dificultades físicas, emocionales y psicológicas. El
aborto no resolvió sus problemas, simplemente creó otros adicionales.
Está
también el hecho tan importante que el
aborto toma la vida de un ser humano vivo. Las circunstancias de la
concepción pueden haber sido criminales, pero la vida de un ser humano recién creado es precisamente tan valiosa como
la de cualquier otra persona. En nuestra cultura nosotros no aplicamos la
muerte al hijo inocente de un criminal, esto no se hace. Ni siquiera debe hacerse en esta situación.
Ver también "Abortion —
NOT Even When the Pregnancy is the Result of a Rape?" at http://www.all.org/upload/2010/02/23/1014.pdf and "Abortion — NOT Even When the Pregnancy is
the Result of Incest?" at http://www.all.org/upload/2010/02/23/1012.pdf
Deformidad Fetal
Padres
expectantes pueden tratar un diagnóstico de deformidad fetal u otra forma de
defecto de nacimiento como si fuese la muerte misma. No es una muerte física,
pero sí una muerte de las esperanzas y de los sueños. En un instante se
desvanecen las visiones de una niñez «normal»:
jugar juegos, ir a la escuela, crecer y comenzar por sí mismo una familia. En
este momento de desesperación, se le dice a los padres que ellos simplemente
deben seguir adelante y poner fin al embarazo y continuar con sus vidas.
El
primer problema aquí es que las opiniones médicas pueden ser simplemente eso:
opiniones. Hay innumerable casos de padres que permitieron vivir a sus hijos y
descubrieron que los expertos estaban equivocados. Además, imaginen el horror
de los padres que abortan a sus hijos, solo al ver que han destruido un
perfecto bebé. Es simplemente demasiado difícil comprender eso.
Pero
los abortos en caso de deformidad fetal son como todos los otros abortos: toman la vida de seres humanos inocentes.
En estos casos, los abortos hacen surgir perspectivas aterradoras, pues si está bien matar a una persona
discapacitada en el vientre materno, ¿algún día podría considerarse permisible
matar a un niño discapacitado o a un adulto discapacitado? La respuesta es
claramente «no» en estos casos,
¿pero por qué se plantea cuando la víctima es un niño en el vientre materno?
La vida de la
madre
Esta
excusa para permitir el aborto suena razonable. Si el embarazo amenaza la vida
de la madre, parecería que esa fuerza letal —un aborto— sería una forma
permisible de auto-defensa. En realidad el niño no está «atacando» a otra
persona, sino que su presencia la pone en riesgo. Esto suena como un buen
argumento, pero simplemente no es cierto.
Cientos
de médicos han firmado una declaración [1] que pone el problema en perspectiva.
Se lee en la declaración que «nunca hay una situación en la ley o en la
práctica ética de la medicina donde se deba destruir en forma intencional la
vida de un bebé nonato a través del aborto procurado, con el propósito de
salvar la vida de la madre. Un médico debe hacer todo lo posible para salvar
las vidas de ambos pacientes, la madre y el hijo. Él nunca debe procurar la
muerte de uno de ellos».
Un
embarazo tubario (o ectópico), por ejemplo, puede ciertamente ser una amenaza a
la vida. Pero el tratamiento, inclusive si es fatal para el niño, no es un
«aborto procurado». El médico quiere salvar al bebé, pero sabe que es
improbable. La muerte del bebé es una consecuencia no deseada del esfuerzo del
médico para salvar a la madre. Hay casos similares que incluyen el tratamiento
del cáncer, en los que la muerte del bebé puede ser una consecuencia no deseada.
Pero debemos decir nuevamente que se trata de tratamientos médicos, no de
abortos.
Es
importante distinguir entre el aborto directo, que es la destrucción intencional
y deseada de un niño en el vientre materno, y un tratamiento legítimo que una
madre embarazada puede elegir para salvar su vida. Las operaciones que se
llevan a cabo para salvar la vida de la madre –como ser la extirpación de un
útero canceroso o un embarazo ectópico que plantea la amenaza de una muerte
inminente- son consideradas abortos indirectos.
Están
justificadas bajo un concepto que se denomina el "principio del doble
efecto” [2]. Bajo este principio, la muerte de un hijo es un efecto no deseado
de una operación independientemente justificada por la necesidad de salvar la
vida de la madre.
En
esencia, tanto la madre como el hijo deben ser tratados como pacientes. Un
médico debe tratar de proteger a ambos. Pero en el curso del tratamiento de una
mujer, si el niño muere, eso no se considera un aborto.
«Hoy es posible para casi todos los pacientes ser
mantenidos vivos en un embarazo, a menos que la mujer sufra una enfermedad
fatal, como cáncer o leucemia, y si es así, sería improbable que el aborto
permita prolongar y mucho menos salvar la vida de la madre».
-Alan Guttmacher, ex presidente
de Planned Parenthood [The Case for Legalized Abortion (Berkeley, CA: Diablo
Press), p. 9.
«Hoy no se conciben situaciones clínicas en las que
sea necesario el aborto para salvar la vida de la madre. En efecto, si su salud
está amenazada y se lleva a cabo un aborto, el aborto aumenta los riesgos en
los que ella incurrirá respecto a su salud»
-Dr.
Bernard Nathanson, Comisión Asesora Estadounidense de Bioética
Hay un único
propósito para el aborto: poner fin a la vida del niño. El argumento de la «vida
de la madre» para justificar el aborto es simplemente falso.
Ver también "Abortion —
NOT Even When the Child Might Have a Disability?" at http://www.all.org/upload/2010/02/23/1011.pdf
Traducción
del original en inglés por José Arturo Quarracino
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