Algunos dicen que la batalla para salvar al pueblo ruso se está perdiendo. Que la población está destinada a envejecer y en las próximas décadas sufrirá un drástico descenso. Incluso, también predicen que como los antiguos griegos, Rusia se extinguiría por completo en los ciclos sucesivos.
Por Steven W. Mosher
Estoy totalmente en desacuerdo. El gobierno ya está tomando medidas que parecen desacelerar la tasa de descenso. El Duma está considerando medidas adicionales para incrementar la tasa de natalidad. Lo que Rusia necesita, por supuesto, no es un aumento gradual en el número de nacimientos sino todo un “baby boom” ruso.
Es cierto que la actual situación demográfica es espantosa. Desde hace algunos años los rusos están llenando más ataúdes que cunas. La desintegración de la Unión Soviética en 1991 provocó una fuerte caída en los nacimientos de Rusia. Se ha mantenido bajo en los siguientes años, debido a la pérdida repentina de un sistema social que anteriormente proporcionó empleo y vivienda para casi todos los rusos, junto con el malestar económico actual y una falta de confianza general en el futuro. En el 2000, las tasas de natalidad de Rusia habían caído a mínimos históricos, incluso inferiores a las alcanzadas en medio de la agitación de la I Guerra Mundial y la Revolución Rusa y solo igualada por el peor año de la II Guerra Mundial cuando los ejércitos alemanes invadieron el tercio occidental del país.
Esto, combinado con el aumento de la mortalidad, significó para la población de Rusia una disminución de casi un millón de personas por año.
En el 2003 la tasa de natalidad ha estado tan baja durante tanto tiempo que los líderes de Rusia expresaron su preocupación públicamente. El entonces presidente Vladimir Putin advirtió al parlamento ruso que la falta de bebés era “una crisis grave que amenaza la supervivencia de Rusia”. Tres años después, estableció el pago de US$ 9,000.00 al nacimiento de un segundo hijo, una sola vez y en efectivo. Además otorgaba subsidios adicionales de atención para los hijos posteriores. La tasa de natalidad ha estado ascendiendo desde entonces, mientras que la tasa de mortalidad ha ido disminuyendo.
Pero a pesar de todo ello, la crisis continúa
Todavía hay más muertes que nacimientos en Rusia. Parece ser que, el aumento de los nacimientos se está estabilizando, y que los recientes aumentos de mortalidad han disminuido en proporciones también. El número de mujeres que ingresa a su etapa reproductiva se está reduciendo, y tocará fondo alrededor del 2020.
Si la experiencia de otros países es una guía, un bono bebé tiene un mayor impacto en el tiempo del embarazo que en el total de la tasa de fertilidad. En otras palabras, las parejas son motivadas por el bono bebé para tener sus hijos antes de lo planeado (a menos que la política cambie y pierdan su bono), pero su tamaño deseado de familia no se incrementa por una cantidad significativa.
De acuerdo a la División de Población de las Naciones Unidas (DPNU), se estima que el pueblo ruso disminuirá de 142 millones en el 2010 a 136 millones en el 2030. Esta es una proyección de la variante media de la DPNU, que de una manera poco realista asume que la mayoría de las parejas rusas empezarán a tener dos hijos otra vez. La proyección de la variante baja, históricamente la más exacta, tiene una caída de población a 129 millones para el 2030. La Oficina de Censo de los Estados Unidos es todavía más pesimista, que predice que el número de rusos decaerá a 124 millones en esa misma etapa de tiempo.
Es difícil creer que un país que puede perder el 10% de su población durante las próximas dos décadas vaya a construir una economía moderna al mismo tiempo.
Lo trágico es que la afirmación inversa también es cierta. Hasta que la Gran Depresión Rusa no termine, la tasa de natalidad es probable que se mantenga baja. Por lo tanto, el país más grande del mundo parece atrapado en una espiral mortal: una danza de muerte entre la crisis demográfica y la depresión económica.
Los pagos de beneficios a las mujeres embarazadas y las medidas que han hecho que el aborto sea un poco difícil de conseguir podrían ayudar un poco a cerrar la brecha entre los nacimientos y las muertes. El Estado también podría dejar de pagar los abortos tardíos. Pero lo que Rusia necesita son medidas audaces para cambiar radicalmente la forma que el estado protege la vida, educa a la juventud e interactúa con la familia. Necesita un “baby boom”.
¿Qué se debe Hacer?
1. La Constitución Rusa debería ser enmendada para Proteger la Vida desde la Concepción.
Este paso por sí solo, que cuestionaría de raíz la moralidad y la legalidad del aborto, aseguraría un aumento saludable en la tasa de natalidad. Cuanto aumentaría, es difícil de decir. Pero vale la pena señalar que los países latinoamericanos, que están a la par con Rusia en términos de desarrollo económico, deberían valorar que en sus constituciones se garantice el derecho a la vida desde la concepción. Esta es la razón del por qué sus tasas de natalidad están por encima del reemplazo.
No subestimo las dificultades políticas que acarrearía el cumplimiento de esta meta para los rusos. Los norteamericanos no han logrado que se apruebe una Enmienda a la Vida Humana en la Constitución de los Estados Unidos, a pesar de los 40 años de esfuerzo concertado por parte de los grupos a favor de la vida y la familia. Por supuesto, nuestro documento establecido fue deliberadamente diseñado por nuestros Padres Fundadores para ser difícil de modificar (es el motivo por el cual solamente ha sido modificado 25 veces en 240 años).
Sin embargo, ya tienen un ejemplo cercano en Europa Oriental que demuestra que esa clase de enmienda es políticamente posible. Los húngaros, con una espantosa situación demográfica tan parecida a la propia Rusia, el 18 de abril de este año aprobaron una nueva constitución que protege la vida humana desde el momento de la concepción. Si bien esta disposición no invalida de inmediato la ley del aborto en Hungría, con el tiempo, ya ha creado la base jurídica para crecientes restricciones al aborto. Tal enmienda constitucional también remarca el hecho de que una sociedad libre y justa se proteja al más inocente y vulnerable de la especie: El niño por nacer. Este reconocimiento por parte de una sociedad gobernada democráticamente debe manifestarse en un aumento en el número de nacidos vivos.
Population Research Institute aplaude y reconoce estos valiosísimos esfuerzos en Hungría. Mientras que la nueva Constitución no es perfecta, los fundamentos de una sociedad libre y justa, el derecho a la vida y a la protección del matrimonio, están en su lugar. Si Hungría puede hacerlo, Rusia también puede.
2. Los Libros Escolares deberían poner énfasis en que los seres humanos son el recurso más valioso
El valor del capital humano es ampliamente conocido por los economistas, pero a menudo pasado por alto por otros científicos sociales e incluso denigrado por las ciencias biológicas. En Estados Unidos todavía existen libros de varias materias, principalmente biología y ciencias sociales, que continúan impulsando la idea anticuada de que el mundo, e incluso Estados Unidos, esta superpoblado. Otros sugieren que para la protección del medioambiente es necesario reducir el número de humanos. Hasta indican que las mujeres sólo pueden ser “liberadas” cuando se sueltan de las “ataduras” del matrimonio y de la maternidad.
Los libros en Estados Unidos norteamericanos frecuentemente reflejan uno o más puntos de vista en contra de la natalidad. Muchos estadounidenses han crecido con una venenosa dieta de propaganda de superpoblación. Hemos estado expuestos a escenarios de “bote salvavidas” en biología en la escuela secundaria, donde tuvimos que decidir a quien empujar por la borda para no morir todos. Nos obligaron a leer “La Bomba Poblacional”de Paul Ehrlich en la universidad, que se inicia con la triste letanía del autor “La batalla para alimentar a toda la humanidad ha finalizado” y termina abogando por el abandono de continentes enteros al hambre y a la muerte a fin de eliminar el “cáncer” del crecimiento de la población. Fuimos invitados a los discursos del ex – Vicepresidente Al Gore, quien advirtió de un “holocausto ambiental sin precedentes”, un “agujero negro” en sus palabras, que nos envolvería si no dejamos de tener bebés. En esta y en una infinidad de maneras nos han forzado a “tragarnos” la horrible teoría de que somos muchos, con su aún más terrible corolario que es necesario practicar la inhumanidad para salvar a la humanidad o alguna pequeña parte digna de los mismos.
Todo estudiante universitario en los Estados Unidos ha leído algo parecido a lo siguiente, tomado de “Problemas Sociales de James Coleman y Donald Cressey” uno de los libros de ciencia social normal de los noventa:
“La población mundial se está disparando. El número de hombres, mujeres y niños está ahora en más de 5 mil millones... Si la tasa actual de crecimiento continúa, la población mundial se duplicará de nuevo en los próximos 40 años ... los peligros del desenfrenado crecimiento de la población puede ser visto desde una perspectiva histórica ... Le llevó a toda la historia humana hasta el año 1800 para que la población del mundo alcanzara a 1 mil millones de personas. Pero lo que sigue ... 1000 millones aumentó en sólo 130 años (desde 1800 hasta 1930), [los próximos mil millones] después de 30 años (1930-1960), y el siguiente en 15 años (1960-1975). Los últimos mil millones de personas se agregaron en sólo 12 años (1975-1987). Si esta tendencia (de crecimiento de población fuera de control) sigue, el mundo aumentará un mil millones de personas al año, y con el tiempo al mes”.
Incluso ni el más desesperado de los alarmistas de la población ahora cree que la población del mundo a inicios de los noventa aumentará más de 90 millones por año (un incremento que ha caído hasta los 76 millones), no había ninguna posibilidad de que el mundo “pronto se incrementaría en mil millones de personas por año”, mucho menos “por mes”. Pero, literalmente, millones de estudiantes universitarios fueron aleccionados de otra manera y, como yo, se empezaron a obsesionar con los números.
A pesar que el impacto de dicha propaganda es difícil de cuantificar, la evidencia anecdótica sugiere que no deja de tener un profundo efecto en la fertilidad. Veamos el caso de la alumna que dio el discurso en la Universidad de Yale en el año 1969, quien rompió en llanto durante su discurso de despedida al anunciar que nunca tendría hijos. Le habían enseñado que el mundo estaba superpoblado y que lo socialmente responsable por hacer era no tener niños.
Pero ahora vemos que la teoría de la superpoblación es, como la economista Jacqueline Kasun ha dicho, un falso dogma. La caída de las tasas de fertilidad en Rusia, Europa y otros países demuestran que nuestro problema a largo plazo no es a muchos hijos, sino muy pocos.
Esta verdad se les debe enseñar a nuestros hijos. Sus libros deben enseñarles a ver a los seres humanos como productores, no sólo consumidores. Sus profesores deben hacer hincapié en el papel de las personas como el recurso fundamental, del que no se puede prescindir. Debe permitírseles entender que el gran enemigo del medio ambiente no es la gente, sino la pobreza, y que para proteger el medio ambiente se requiere de la imaginación y de los recursos que sólo las personas pueden proporcionar. Se les debe enseñar que el futuro de la humanidad se encuentra a través de la familia, y que la población es un componente clave de la prosperidad nacional y del poder nacional. Deben dejar la escuela convencidos de que lo socialmente responsable por hacer para enfrentar la inminente calamidad de la despoblación es tener hijos.
3. Proteger a las parejas jóvenes de la excesiva carga tributaria
El tercero y quizás la más efectiva medida en términos de una retribución demográfica inmediata, es proteger a las parejas jóvenes de excesivas exigencias del Estado. Las altas tasas de impuestos son una enorme traba para la fertilidad, especialmente para las parejas jóvenes, que presionadas por los impuestos deciden posponer la maternidad, y tal vez indefinidamente.
Los bonos por bebé y los subsidios para los hijos a pesar de ser generosos, no son la respuesta. No solamente fomentan la dependencia, y de ese modo el trabajo contrario al desarrollo económico, sino que no han demostrado eficacia en el aumento de las tasas de natalidad. Considere que todo país europeo tiene subsidios para los hijos y otras políticas a favor de la natalidad, y sin embargo ni uno solo ha logrado aumentar la tasa de natalidad a niveles de reemplazo.
En Estados Unidos se ha adoptado un enfoque diferente a la crisis demográfica. La tasa de natalidad cayó por debajo del reemplazo en 1973 con la legalización del aborto. La Tasa Global de Fecundidad cayó hasta 1.7 hijos por mujer y auguró una disminución de población a largo plazo. Pero en 1994 el Congreso republicano aprobó, y un presidente demócrata firmó la ley, de generosos beneficios fiscales para los estadounidenses que estuvieran deseosos de tener hijos. Hoy cada recién nacido califica a sus padres para una retención adicional de US$ 4,650 en contra de sus ingresos y un crédito adicional de US$ 1,000 de sus obligaciones impositivas.
Esto significa que una joven pareja estadounidense de ingresos modestos y con dos o más hijos prácticamente no paga impuestos. La situación es muy diferente en Europa, donde una pareja similar puede devolver más del 50% de sus ingresos al Estado y recibir sólo una fracción de este monto como subsidio mensual por hijo.
Este es el secreto de gran parte del reciente éxito demográfico de Estados Unidos. Las tasas de natalidad en realidad han avanzado paso a paso cerca del reemplazo en los últimos años. Este aumento en la tasa de natalidad, junto con la fuerte inmigración, ha asegurado que la población de Estados Unidos continúe creciendo. El reloj de la población en la Oficina del Censo Norteamericano en la actualidad asciende a más de 311 millones, y parece que va a aumentar en las décadas que vienen.
Este crecimiento es bueno. La idea de que las poblaciones naturalmente tiendan a estabilizarse, o que la política del gobierno pueda y deba concentrarse en producir un Crecimiento de Población Cero es una fantasía. La realidad es que las poblaciones deben ser fuertes y crecientes, si no se estancarán y morirán. No existe término medio.
Por esta razón, me gustaría ver otro “baby boom” en Estados Unidos. Las políticas actuales, según mi opinión, no van lo suficientemente lejos. Obviamente, Rusia tiene que ser aún más audaz.
Una sugerencia final
Las democracias, por su naturaleza variable, son propensas a políticas igualitarias. Pero la idea que una política pueda ser concebida para asegurar que todos se reemplacen a sí mismos, es una fantasía. Muchos ciudadanos están muy enamorados del sexo, la ciudad y la vida de soltero para considerar al matrimonio, y mucho menos a los hijos. Al mismo tiempo, existe, en todo país, una minoría que rechaza los valores dominantes, que todavía acoge el matrimonio y la familia, y que está deseosa de abrazar la vocación de la paternidad.
El enfoque de la política rusa debe ser alentar a estas parejas. Aquellos que están dispuestos a tener tres o más hijos deben ser protegidos de todos los impuestos, incluso exceptuar del pago al impuesto a la renta, impuesto a la seguridad social y otros. Estas parejas son un tesoro nacional y su sacrificio en la crianza de familias numerosas debe ser respetado. Están manteniendo el futuro de Rusia de la manera más fundamental, al proporcionar la futura generación.
Obviamente hay otras cosas que podrían y deberían hacerse, como mejorar la asistencia médica primaria para asegurar que mas bebés rusos sobrevivan a la infancia y la niñez. Pero los tres que he mencionado anteriormente servirán de base para una sociedad que valora la vida humana desde la concepción, reconoce la contribución que los recursos humanos hacen al desarrollo económico y alienta a las parejas centradas en la familia que con un gran sacrificio repoblarán el país.
Si cualquiera de estas políticas pudiera ser adoptada, la tasa de natalidad aumentaría significativamente. Si se adoptaran las tres, estoy seguro que la tasa de natalidad rusa no solo volvería al reemplazo, sino se incrementaría considerablemente por encima de ese nivel. Con un “baby boom”, el futuro de Rusia como pueblo, como cultura y como nación, estaría asegurado.
Steven W. Mosher es el Presidente de Population Research Institute.
La gente rica tampoco tienen hijos en abundancia lo que demuestra que no es un problema económico.Con las mujeres obsesionadas por la universidad y su carrera profesional todo lo que dijo Charles Darwin y Alexander von Humboldt pueden tirarlo a la basura.Jaque mate a Europa y Rusia.Sí,cualquier especie animal que le retiras depredadores y le aseguras comida después se multiplica espectacularmente...pero eso ya no sirve con nosotros.No hay nada que hacer.
ResponderEliminarEn realidad no es necesario ponerse metafísico ni recurrir a la filosofía chamanista.El problema es que no vemos la interconexión.Imagínate una encantadora chica de diecinueve años,que queremos para ella??.Pues que vaya a la universidad,que hable estupendamente inglés y algún otro idioma,que viaje,que maneje su propio auto,que sea independiente y que no le aguante nada a un tío.Hijos??,uno o dos máximo.O mejor ninguno,que queda muy progre.El problema,que los españoles y europeos no quieren darse cuenta,es que para que exista esa chica encantadora previamente debe existir la madre CONEJA,la atrasada,la de la odiosa cadencia de vida de nuestras pobres abuelas.Lo uno no puede ser sin lo otro.Está interconectado.Todo eso que hablan de crisis,paro,ayudas natalistas y malos salarios pueden meterlo en una bolsa y tirarlo a un contenedor.Jaque mate demográfico para España,Rusia y Europa.
ResponderEliminar"Brujas" ,de Mona Chollet,es un libro feminista que en Francia ha sido un bombazo.Dice cosas muy interesantes,como que la casa de Brujas es el único genocidio masivo de la historia que la gente comenta sonriendo.Que cualquier mujer rara y solitaria era acorralada y,sin apoyos de nadie,quemada en la hoguera.Este deprimente libro [aunque excelente como lectura] ataca sin paliativos ni piedad a la maternidad.Anima a las mujeres modernas para que no arruinen su vida siendo madres,no merece la pena.Con libros así [aunque parece cierto que el machismo cometió con las brujas auténticas canalladas] va a subir mucho la natalidad.Un nuevo frente.
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