viernes, 11 de marzo de 2011
ESTADÍSTICAS Y VIDA ÉTICA
Los resultados de las estadísticas basadas en encuestas dependen de quién pregunta, cómo pregunta, qué pregunta, y a quiénes pregunta. Su valor es, por lo tanto, relativo, pero pueden dar pistas para conocer cómo piensa “la gente” sobre ciertos temas en un determinado momento y lugar del planeta.
Por el P. Fernando Pascual, LC (*)
Muchas estadísticas abordan cuestiones éticas: ¿está a favor o en contra de la pena de muerte? ¿Hay que legalizar la posesión de algunas armas de fuego para la defensa personal? ¿Es correcto permitir el aborto en todos los casos, o en algunos?
La formulación de las preguntas orienta, en muchas ocasiones, las respuestas. Otras veces las preguntas están formuladas de tal manera que dejan un amplio espacio para que los encuestados se expresen de modo más libre y espontáneo.
Pero ni las preguntas ni las respuestas sirven a la hora de encontrar qué sea lo bueno en la vida de cada uno, ni para preservar la justicia en la sociedad, ni para fomentar el bien común.
Porque si uno debiera adaptarse a las estadísticas, el día en que la mayoría defendiese la licitud de la pena de muerte, la minoría estaría en el lado equivocado, es decir, pensaría lo “injusto” y debería adecuarse a la respuesta dominante.
La realidad es que en muchas ocasiones la minoría defiende lo justo, lo honesto, lo ético, como lo muestran hechos del pasado y del presente.
Es fácil imaginar, por ejemplo, que en algunos lugares las encuestas mostrarán que existe una fuerte mayoría a favor de la pena de muerte para quienes cambian de religión. En otros pueblos las encuestas revelarán cómo muchos están a favor del aborto legal. No faltan estadísticas que dan a entender la existencia de gran número de personas partidarias de reinstaurar castigos físicos para ciertos delitos.
Más allá de lo que digan encuestas y estadísticas, podemos reconocer que el bien y el mal ético no dependen de los lugares ni de las épocas históricas, de las preguntas ni de los resultados de las encuestas, sino que pueden reconocerse a través de un serio análisis sobre lo que es el hombre, su dignidad, sus deberes y sus derechos.
Habrá ocasiones, ojalá muchas, en las que las estadísticas mostrarán que la mayoría defiende la tutela de principios básicos de la ética y la justicia. En esos casos, se da un buen nivel de percepción de los valores, al menos a nivel de juicio: vivir los principios, por desgracia, no siempre corresponde a lo que se piensa, pero al menos las ideas están claras, lo cual ya es mucho.
Pero fuera de esos casos, las estadísticas no sirven para guiar las decisiones de las personas, ni para elaborar leyes justas. Por encima de mayorías y de números, cada corazón humano necesita reconocer y asumir principios éticos que valen siempre, porque son los únicos que permiten recorrer el camino de la propia vida de modo bello, justo y honesto.
(*) Profesor de Filosofía en el Ateneo Pontificio Regina Apostolorum
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