La Iglesia de Cristo no es un partido político, y frente al genocidio que algunos católicos ya vaticinan como inevitable, no nos podemos quedar con los brazos cruzados.
Por Santiago Floresa
Después del vergonzoso fracaso que significó la Ley del llamado "matrimonio gay" sería deseable que la Jerarquía de la Iglesia Católica Argentina diera una señal inequívoca para su grey sobre el rumbo a tomar, si es que realmente se desea evitar la catástrofe que significaría la instauración del aborto en la Argentina, aceptación del genocidio más injusto y alevoso del que se pueda tener conocimiento: madres que matan a sus propios hijos.
A ese fin, conscientes ya de la inutilidad de las medias tintas y de las políticas dialoguistas y de persuasión, -cuando de enemigos de Dios y de su iglesia se trata-, creemos que debería repetirse desde ahora explícita y machaconamente desde todos los púlpitos del país en las misas diarias y dominicales, desde todas las cátedras de colegios y universidades católicas, y desde todos los medios de comunicación (comenzando con los que se llaman "católicos"), que el aborto es SIEMPRE un crimen horroroso, y que todo apoyo a ley de aborto o a su despenalización o voto a favor de partido o persona que lo sostenga será penado con la excomunión automática. Debiera también difundirse una página muy breve y didáctica con las razones que justifican la defensa de la vida por nacer y las respuestas a las principales objeciones que suelen presentarse.
Que nuestro lenguaje sea sí: si, no: no. La Iglesia de Cristo no es un partido político, y frente al genocidio que algunos católicos ya vaticinan como inevitable, no nos podemos quedar con los brazos cruzados, ni considerar tácticas ni encuestas por sobre la obligación gozosa de proclamar la verdad del mensaje de Cristo.
Que Nuestra Madre Santa María nos dé la fortaleza y hombría necesaria al pueblo cristiano y a nuestros Pastores, para que defiendan su rebaño antes de que sea demasiado tarde.
Santiago Floresa
Capital federal
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