Su doctrina es totalmente nueva. Tiene como parámetro “el amor de Dios”. Es el mandamiento primero y el está contenida toda la Ley y los Profetas. Amar no solamente a quien te ama, sino también a tu enemigo. Perdonar hasta setenta veces siete. Anteponer el amor y la misericordia, a la venganza y la muerte.
IV Domingo durante el año (b)
Por Mons. Marcelo Martorell
La liturgia de este domingo nos invita a ser partícipes de una “doctrina nueva” contenida no sólo como enseñanza de los Profetas, sino como “La Palabra”, que con su presencia y manifestación, con su vida y obra, revela a Dios, porque él mismo es Dios, el Dios Encarnado, y refiere a los hombres todo lo que el Padre le ordena y ha oído al Padre (Jn.15,15)
El evangelio de San Marcos nos cuenta cómo cuando Jesús fue a la Sinagoga de Cafarnaún y se puso a “enseñar”, los que lo oían quedaron asombrados porque les enseñaba como quien tiene “autoridad”, siendo además, la liberación del poseído por el demonio, -“una novedad”- por la forma en que se realiza…mientras el poseso grita para hacer callar a Jesús, no puede sino reconocer en Jesús –al Santo de Dios- y cuando Jesús arroja al Demonio…los que presencian el milagro quedan llenos de asombro y de temor. ¿Qué es esto? ¡Una doctrina nueva expuesta con autoridad!” Manda a los espíritus inmundos y ellos le obedecen”(Mc.1,21-28) – Es verdaderamente una “presencia nueva y una doctrina nueva”-
Dice la escritura: “El Señor tu Dios suscitará, de en medio de ti, entre tus hermanos, un profeta como yo, a quien escucharás…Pondré mis palabras en su boca y él les dirá todo lo que yo les mande” (Dt.18, 15) Y esta promesa hecha a Moisés se cumplió ininterrumpidamente hasta Jesús, que no es un profeta más, sino el Profeta por excelencia “La Palabra”, Cristo Jesús, el Mesías.-
El es la continuidad, pero también la ruptura y plenitud, él es el que anunciaron los profetas, al que Juan el Bautista presentó como quien tenía que venir, “el Cristo”- Él es la “novedad” y ya no es la “palabra de Dios” que anunciaron los profetas, es Dios mismo quien nos habla, de una manera nueva y de una forma distinta. Y todo será nuevo para el mundo y para todos los que fielmente siguieron a los profetas.-
Con su nacimiento renació a una vida nueva la humanidad, y con su doctrina nueva, preparó el corazón de los hombres, para vivir en plenitud la vida de la gracia y esperar su realización –totalmente plena- en la Vida eterna, cuando no venga ya como ahora, sujeto al dolor de la humanidad, sino con todo el esplendor de la Gloria.-
Su doctrina es totalmente nueva. Tiene como parámetro “el amor de Dios”. Es el mandamiento primero y el está contenida toda la Ley y los Profetas. Amar no solamente a quien te ama, sino también a tu enemigo. Perdonar hasta setenta veces siete. Anteponer el amor y la misericordia, a la venganza y la muerte. Gritar al mundo las bienaventuranzas… Enseñar el mandamiento del –amor- como la razón de todos los mandamientos de la Ley…
El es el hombre nuevo que renueva al mundo precisamente porque es -el Hombre Dios- y en él la revelación y la comunión de Dios con los hombres alcanza la plenitud.-
Exige también en nosotros una relación nueva con Dios y una respuesta nueva, distinta a la forma en como respondieron los hombre de la antigua ley.-
¿Cómo no responder de forma nueva a quien nos muestra y enseña que tenemos un lugar privilegiado en el corazón del mismo Dios, quien no dudó en entregarnos el don de propio Hijo, su Vida, hecha nada por amor a nosotros, hasta el sufrimiento extremo de su muerte en la Cruz.-
Es por esto que nuestra respuesta ha de ser extremadamente profunda, sin regateos, libre y solo por amor a Jesús dispuesta, con su gracia, a vivir todo lo que él nos pida, y hacer como dice el Apóstol “que la vida de Jesús se manifieste en nuestra carne mortal” (2Cor.4) Vivir la novedad de la santidad de Jesús, es gastar como él la vida para gloria del Padre y para salvación de los hombres. El cristiano no puede vivir ya para sí mismo y para sus intereses personales; pertenece ya a Jesús que lo ha redimido.-
Esta novedad de la manifestación, presencia y cercanía de Dios para con el hombre, conlleva una novedad en la respuesta del hombre para con Dios.-
Que María nos lleve a una cercanía íntima con su hijo Jesús.-
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