viernes, 22 de diciembre de 2000

PASTOR BONUS - ADNEXUM I (28 DE JUNIO DE 1988)


CONSTITUCIÓN APOSTÓLICA

PASTOR BONUS


ADNEXUM I 

EL SIGNIFICADO PASTORAL

DE LA VISITA "AD LIMINA APOSTOLORUM".

A LOS QUE SE REFIEREN LOS ARTÍCULOS 28-32


El espíritu pastoral, preeminente en la revisión de la Constitución Apostólica sobre la Curia Romana, ha conducido también a una valoración más intensa de las Visitas "ad limina Apostolorum", resaltando así su importancia pastoral en la vida de la Iglesia actual.

1. Como es sabido, estas visitas se realizan periódicamente, cuando todos los Obispos que presiden en caridad y servicio las Iglesias particulares de todo el mundo, en comunión con la Sede Apostólica, acuden al ''umbral de los Apóstoles''.

Por otra parte, representan un momento central en el ejercicio del ministerio universal del Santo Padre, que en esta ocasión recibe a los Pastores de las Iglesias particulares, sus hermanos en el Episcopado, y discute con ellos cuestiones relativas a su misión eclesial.

2. Las visitas ad limina son la realización visible de ese movimiento o circulación vital entre la Iglesia universal y las Iglesias particulares, que teológicamente puede definirse como un cierto tipo de ''pericoresis'', o comparado con el movimiento diástole-sístole, por el que la sangre fluye del corazón a las extremidades del cuerpo y de ahí vuelve al corazón.

Encontramos la huella de una primera Visitación "ad limina" en la carta de San Pablo a los Gálatas, donde habla de su conversión y de su viaje hacia el apostolado para los paganos, y -aunque era un Apóstol llamado e instruido inmediatamente por el Señor resucitado- dice: "Después... Fui a Jerusalén a consultar con Cefas, y me quedé con él quince días..." (1)

"Después de catorce años volví a Jerusalén y les expuse el evangelio que predico a los gentiles, para no correr el riesgo de correr o haber corrido en vano" (2).

3. El encuentro con el Sucesor de Pedro, primer custodio del depósito de la verdad transmitida por los Apóstoles, tiende a reforzar la unidad en la misma fe, esperanza y caridad, y a dar a conocer y apreciar cada vez más el inmenso patrimonio de valores espirituales y morales que toda la Iglesia, en comunión con el Obispo de Roma, ha difundido en el mundo.

En la Visitación ''ad Limina'' se encuentran dos personas, el Obispo de una Iglesia particular y el Obispo de Roma, Sucesor de Pedro, cada uno con su innegable responsabilidad, pero no como personas aisladas: cada uno, a su manera, representa el ''nosotros'' de la Iglesia, el ''nosotros'' de los fieles, el ''nosotros'' de los Obispos, que en cierto sentido constituyen el único ''nosotros'' del Cuerpo de Cristo. En su comunión, comunican sus fieles, comunican la Iglesia universal y las Iglesias particulares.

4. Por todo ello, las visitas ad limina son en sí mismas expresión de esa preocupación pastoral que actúa en toda la Iglesia. De hecho, son una reunión de los Pastores de la Iglesia, unidos entre sí en la unidad colegial que se basa en la sucesión apostólica. En este Colegio, de hecho, todos y cada uno de los Obispos manifiestan y heredan la preocupación de Jesucristo, el Buen Pastor.

Este es el sentido más profundo del apostolado -y de hacer el apostolado- en la Iglesia, especialmente en lo que se refiere a los Obispos, unidos al Sucesor de Pedro. En efecto, cada una de ellas es el centro del apostolado integral de cada una de las Iglesias particulares, unido al mismo tiempo a la dimensión universal de toda la Iglesia. Este apostolado integral exige y abarca la contribución de todos aquellos que en la Iglesia, tanto universal como particular, construyen el Cuerpo de Cristo: sacerdotes, personas consagradas a Dios -religiosos y religiosas- y laicos.

5. Visto desde este punto de vista, las visitas ad limina son también un momento particular de esa comunión que determina tan profundamente la sustancia de la Iglesia, como se describe admirablemente en la Constitución dogmática sobre la Iglesia, especialmente en los capítulos II y III.

Hoy, cuando la sociedad humana avanza hacia una unificación más efectiva, y la Iglesia se sabe "signo e instrumento de la íntima unión con Dios y de la unidad de todo el género humano" (3), parece indispensable promover y fomentar una comunicación continua entre las Iglesias particulares y la Sede Apostólica, especialmente a través de la puesta en común de las preocupaciones pastorales sobre los problemas, las experiencias, los sufrimientos, las orientaciones y los planes de trabajo y de vida.

En el contexto de la reunión de los Pastores en Roma, se produce un particular y espléndido ''intercambio de dones'' entre lo que es particular, es decir, local, y lo que es universal en la Iglesia, de acuerdo con el principio de catolicidad; en virtud de esto, de hecho, ''las partes individuales aportan sus propios dones a las otras partes y a toda la Iglesia, y así el todo y las partes individuales crecen, comunicándose cada una con las otras y trabajando juntas para una plenitud de unidad''(4). Además, también desde este punto de vista, la finalidad de las visitas ad limina no es sólo la de informarse mutuamente, sino también la de hacer crecer y consolidar una formación colegiada del cuerpo (organismo) de la Iglesia, que constituye una particular unidad en la diversidad.

El movimiento de esta comunicación eclesial es doble. Por un lado está la convergencia hacia el centro y el fundamento visible de la unidad que, en el compromiso y la responsabilidad personal de cada Obispo y en el espíritu de colegialidad (affectus collegialis), se expresa en los grupos y en las Conferencias; Por otra parte, está el oficio ''concedido singularmente a Pedro'' (5) al servicio de la comunión eclesial y de la expansión misionera, para que no se deje ninguna piedra sin remover en la promoción y conservación de la unidad de la fe y de la disciplina común de toda la Iglesia, y para reavivar la conciencia de que el cuidado del anuncio del Evangelio en todas partes corresponde principalmente al cuerpo de los pastores.

6. Del conjunto de principios descritos anteriormente, que aclaran este importante proceso, puede deducirse con qué sentido debe entenderse y practicarse este "ver a Pedro" apostólico.

En primer lugar, la Visitación adquiere un significado sagrado, en la visita y la oración de los obispos ante las tumbas de los santos Pedro y Pablo, pastores y pilares de la Iglesia romana.

La visita tiene entonces un significado personal, ya que cada obispo se encuentra con el Papa personalmente.

Por último, existe un significado ''curial'', es decir, comunitario, en la medida en que los Obispos se reúnen también con los responsables de los Departamentos, Consejos y Oficinas de la Curia Romana: y esto constituye una ''comunidad'' más estrechamente vinculada al Papa en el ámbito del ''ministerio petrino'', que se ocupa de todas las Iglesias (6).

La visita que realizan los obispos a los dicasterios, que hacen la visita ''ad limina'', tiene una doble finalidad:

- Por un lado, se da acceso a los respectivos órganos de la Curia Romana y a aquellos problemas de los que se ocupan directamente de acuerdo con su competencia y según sus especiales capacidades;

- Por otra parte, los obispos, de todo el mundo, donde se encuentra cada Iglesia particular, se introducen en los problemas de la preocupación pastoral común de la Iglesia universal.

Teniendo en cuenta este ángulo especial, la Congregación para los Obispos, de acuerdo con las Congregaciones directamente interesadas en el problema, está preparando un ''Directorio'', de próxima publicación, para la adecuada preparación, en un futuro lejano y próximo, de las visitas ad limina.

7. Cada Obispo - en virtud de la naturaleza de su ''ministerio'' - está llamado e invitado a visitar los ''umbrales de los Apóstoles''.

Teniendo en cuenta que los Obispos, dentro de sus respectivos territorios (países o regiones), se han unido para formar una Conferencia Episcopal -una unión colegial basada en razones muy amplias y válidas (7)-, es particularmente oportuno que las Visitas ''ad limina'' se realicen de acuerdo con este mismo enfoque colegial, con un significado eclesial muy claro.

Los respectivos órganos de la Sede Apostólica, y especialmente las Nunciaturas y Delegaciones Apostólicas, están bien dispuestos a cooperar para acordar y organizar dichas Visitas.

Resumiendo lo dicho hasta ahora, la institución de las visitas ad limina, de gran importancia por su antigüedad y por su claro significado eclesial, es un instrumento de gran utilidad y una expresión concreta de la catolicidad de la Iglesia, de la unidad del Colegio de los Obispos, fundada en el Sucesor de Pedro y significada por el lugar del martirio de los Príncipes de los Apóstoles: y por ello no se puede ignorar su valor teológico, pastoral, social y religioso.

Por lo tanto, esta institución debe ser conocida y reforzada en todos los sentidos, especialmente en este momento de la historia de la salvación, en el que brillan cada vez más los contenidos y el magisterio del Concilio Ecuménico Vaticano II.


(1) Gal. 1, 18.

(2) Ibid. 2, 2.

(3) Lumen Gentium, 1.

(4) Lumen Gentium, 13.

(5) Ibid. 20.

(6) Cf. 2 Cor 11, 28.

(7) Cf. Lumen Gentium, 23.



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