domingo, 17 de agosto de 2025

LA SANTA VIRGEN MARÍA, MADRE DE DIOS

Recordando a ciertos “mariólogos católicos” que presentan a María como “una mujer corriente”, intento publicar un recuerdo histórico y doctrinal de la Virgen María, en cuanto Santa Madre de Dios…

Por el padre José María Iraburu


El 5 de agosto celebrábamos la fiesta de la dedicación de la romana Basílica de Santa María, Madre de Dios. El Papa Sixto III (432-440), después del Concilio de Éfeso (431), quiso erigirla en Roma para proclamar a la Iglesia y al mundo la gloriosa maternidad divina de María. Y recordando yo con santa rabia a ciertos “mariólogos católicos” que disfrutan presentando a María como “una mujer corriente”, intenté publicar un recuerdo histórico y doctrinal de la Virgen María, en cuanto Santa Madre de Dios…

Pero se me averió el ordenador, y mi bendito técnico sólo ayer pudo arreglarlo a distancia… Como en mi nueva residencia no tengo a mano una biblioteca suficiente, hube de tomar de internet los datos elementales para escribir, con prisa y como he podido, las verdades de fe más esenciales sobre la gloriosa Virgen María, en cuanto Santa Madre de Dios. Puede haber alguna inexactitud en este artículo.

El Concilio de Éfeso se celebró el año 431 en la ciudad de la Virgen María, situada en la actual Turquía. Y es considerado el IIIº de los siete primeros Concilios Ecuménicos.

Motivación del Concilio

Como reacción al apolinarismo (Apolinar de Laodicea 310-390), que entendía que el Verbo se había encarnado tomando solo cuerpo, pero no alma humana, la Escuela de Antioquía comenzó a proponer que las naturalezas humana y divina en Cristo eran completas, en tal grado que formaban dos sustancias independientes, dos personas en definitiva.

Las teorías explicadas en la escuela de Antioquía no tuvieron mucha difusión ni lograron una interpretación unánime… El monje Nestorio, que había alcanzado gran fama en Antioquía por sus dotes de predicador, fue elegido patriarca de Constantinopla (428). Y se le pidió intervenir en la cuestión debatida. Explicó el patriarca que María era “madre” de la naturaleza humana de Cristo y que, por lo tanto, se le podía llamar Madre de Cristo, pero que era un error llamarla Madre de Dios.

La respuesta del patriarca causó estupor. Surgieron defensores de la maternidad divina de María, como Eusebio de Dorilea y Proclo de Constantinopla. Pero la mayor impugnación contra el nestorianismo la encabezó San Cirilo de Alejandría. Aquí se mostró una vez más la rivalidad entre la escuela de Alejandría y la de Antioquía, que venía ya desde antiguo. Cirilo envió entonces a Roma escritos y argumentaciones que demostraban la heterodoxia de Nestorio. También el gran Casiano manifestó su parecer contrario a su enseñanza.

La respuesta del Papa Celestino (430), pidió por segunda vez su consejo en un sínodo celebrado en Roma, y dio plenos poderes, como delegado suyo, a Cirilo. Escribió también a Nestorio para que se sometiera a la doctrina que Cirilo le presentaría como ortodoxa.

Nestorio acudió al emperador Teodosio II, quien, para evitar conflictos mayores, decidió convocar un Concilio. Y fijó para el 431 la celebración del Concilio en Éfeso, la ciudad de la Virgen, en los años finales de su vida.

El Concilio de Éfeso debatió sobre la naturaleza de Cristo, dada la doctrina de los nestorianos sobre la naturaleza de Cristo, considerando que sus naturalezas, divina y humana, se encontraban separadas, prevaleciendo la naturaleza humana sobre la divina. Por lo que María no debía ser considerada Madre de Dios (Theotókos), sino solo “Madre de Cristo” (Khristotokos), ya que había dado a luz a un hombre en el que Dios había querido habitar.

En la primera sesión del Concilio, celebrada en junio del 431, y en ausencia de Nestorio, que se negaba a comparecer hasta que llegara a Éfeso su amigo el patriarca Juan de Antioquía, se procedió a condenar como errónea la doctrina nestoriana, decretando que Cristo era una sola persona con sus dos naturalezas inseparables. También se decretó, en consecuencia, la maternidad divina de María. Y se confirmó la excomunión de Nestorio.

El 27 de junio llegó a Éfeso Juan de Antioquía, celebrando inmediatamente una asamblea paralela, contraria a las declaraciones hechas bajo la guía de Cirilo. El 10 de julio llegaron los legados papales, que aprobaron la sesión celebrada el 22 de junio y con ello la condena de Nestorio. La decisión principal del Concilio de Éfeso dice así.

“Habiendo unido consigo el Verbo según la hipóstasis o persona, la carne animada del alma racional, se hizo hombre de modo inefable e incomprensible y fue llamado hijo del hombre… y que las naturalezas que se juntan en verdadera unidad son distintas, pero que de ambas resulta un solo Cristo e Hijo… No nació primeramente un hombre vulgar, de la Santa Virgen, y luego descendió sobre Él el Verbo; sino que, unido desde el seno materno, se dice que se sometió a nacimiento carnal, como quien hace suyo el nacimiento de la propia carne… De esta manera [los Santos Padres] no tuvieron inconveniente en llamar Madre de Dios a la Santa Virgen” (Concilio de Éfeso, Denzinger 250).

Aunque el emperador Teodosio había sido partidario de Nestorio, decidió ratificar lo dispuesto en el Concilio. El Papa Celestino había muerto el 27 de julio de 431, pero su sucesor Sixto III dio la confirmación pontificia al Concilio celebrado.

Estos eventos crearon un gran cisma entre los seguidores de las diferentes versiones del Concilio, que solo fue superado por negociaciones difíciles… En 424 la Iglesia Oriental se había declarado independiente de la Iglesia romana… Con Éfeso, se hizo en las próximas décadas cada vez más nestoriana en doctrina, lo que aumentó la división entre el cristianismo en el Oriente y en el Imperio romano.

En 1994 la Declaración Cristológica Común entre la Iglesia católica y la Iglesia siria del Oriente declaró la resolución de la disputa entre ellas, la que había existido desde el Concilio de Éfeso. Expresaron su comprensión común de la doctrina sobre la divinidad y la humanidad de Cristo, y reconocieron la legitimidad y la rectitud de sus respectivas formulaciones: de María como, en el lado asirio, la Madre de Cristo, nuestro Dios y Salvador, y en el lado católico, como la Madre de Dios y también como la Madre de Cristo.

No era impensada esta verdad de la fe en los Padres anteriores, que ya, por ejemplo, veneraban en griego, la oración católica: Sub tuum praesidium confugimus, Sancta Dei Genetrix. El texto más antiguo de este himno se encuentra en un texto griego puesto por escrito hacia el 250, según algunos autores. Y se usa en varias de las liturgias orientales, y también en la latina.

* * *

A partir de Éfeso (431), la maternidad divina de María se afirmó en la Iglesia como suprema devoción a la Santísima Virgen. Y se unió en la más frecuente de las oraciones marianas, el Ave Maria: “Santa María, Madre de Dios, ruega por nosotros, pecadores…” La basílica romana de Santa María la Mayor, posterior a Éfeso, es el santuario mariano más antiguo e importante de Occidente. Está especialmente vinculado a España desde el rey Felipe IV (1647), que ayudó a su construcción.

Demos gracias a Dios que llevó de la mano a la Iglesia hasta confirmar la verdad, ya enseñada por los Padres antiguos. “Sub tuum praesidiium confugimus, sancta Mater Dei”… Y démosle también gracias a San Cirilo de Alejandría, que por obra del Espíritu Santo, guió “a la Iglesia hacia la verdad completa” de María (Jn 16,13-15).
 

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