15 de Noviembre: Santa Gertrudis, Abadesa
(✞ 1292)
La ilustre maestra espiritual Santa Gertrudis, hermana de Santa Matilde, nació de nobles padres en Eisleben en la Alta Sajonia.
A la temprana edad de cinco años fue ofrecida a Dios en el monasterio de Rodersdor, de las Religiosas de San Benito.
Se dio al estudio de la lengua latina, como era costumbre entre las monjas; en lo cual se destacó tanto, que llegó a escribir en latín con elegancia muchos libros.
Aprendió también las letras divinas y la doctrina de los ascetas; y aunque estaba adornada de talentos naturales no muy comunes, y de los más extraordinarios dones de la divina gracia, se tenía por la más vil y despreciable criatura.
La Sacratísima Pasión del Redentor y la Sagrada Eucaristía eran la materia más ordinaria de sus altísimas contemplaciones en las cuales vertía copiosas y suaves lágrimas y se arrobaba con éxtasis de amor divino.
Fue elegida abadesa de su monasterio a los treinta años de edad, y un año después pasó con sus monjas a otro monasterio llamado de Heldes, donde fue ejemplar perfectísimo de todas las virtudes, haciéndose por su humildad, sierva de todas.
Con las vigilias, ayunos, abstinencias y una constante abnegación de su propia voluntad venció todas las desordenadas aficiones que podían estorbarle el perfecto cumplimiento de la voluntad divina.
Tenemos un vivo retrato de su alma cándida y santísima en el compendioso libro que escribió de las divinas insinuaciones, o comunicaciones y sentimientos de amor de Dios; que es tal vez la obra más provechosa escrita por mujer, y comparable con las que escribió Santa Teresa de Jesús.
En ella propone la santa piadosísimos ejercicios para renovar los votos bautismales, para convertir el alma a Dios, para renovar los espirituales desposorios, y para consagrarse al Redentor divino por un vínculo de amor indisoluble, pidiendo la gracia de morir para sí misma, y ser sepultada en el Señor, de manera que no haga otro empleo de su vida que el amar a su divino esposo que tanto la ama.
Tenía esta santa virgen altísima contemplación, en la cual con frecuencia se arrobaba en éxtasis seráficos, hablaba de Cristo y de los misterios de su vida adorable con tanta fuerza de espíritu y afectuosa devoción, que encendía en amor por el Redentor divino a los que le oían, y como el amor divino había sido durante toda su vida el único principio de todas sus obras y afectos, así también fue como el término de ella; pues la enfermedad de que murió no tanto fue dolencia corporal, sino enfermedad de amor divino que desatando la del cuerpo, a la edad de setenta años, hizo que volase a su celestial Esposo.
Reflexión:
Por lo dicho puedes ver en dónde aprendió esta esclarecida maestra del espíritu los sublimes documentos de perfección que nos dejó, y ella misma practicó. El libro más familiar de esta gloriosa Santa, no era otro que Cristo crucificado. Entiende, pues, la frecuencia con que debes leer y contemplar la Pasión del Salvador si deseas aprovechar en la ciencia de los santos. ¡Oh! ¡Qué lecciones tan sabias de humildad, de mortificación, de paciencia y de todas las demás virtudes nos enseña Jesús en el curso de su Pasión sacrosanta! Apréndelas tú con toda diligencia, pues así, y solo así comprenderás el secreto de la verdadera santidad.
Oración:
Oh Dios, que en el corazón de tu bienaventurada virgen Santa Gertrudis, te preparaste una agradable morada; por sus méritos e intercesión, limpia las manchas del nuestro, para que merezca ser digna habitación de tu divina Majestad. Por Jesucristo, nuestro Señor. Amén.
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