28 de Octubre: San Simón y San Judas, Apóstoles
(✞ siglo I)
Los gloriosísimos Apóstoles y mártires de Jesucristo, San Simón y San Judas fueron hermanos de Santiago el Menor, hijos de Clofás y de María, primos de la Virgen Santísima, Nuestra Señora.
Eran llamados hermanos del Señor según las costumbres de los judíos, por ser parientes.
Simón se llamaba el Cananeo o Zelotes para distinguirlo de San Pedro que tenía el mismo nombre de Simón, y Judas también tomó sobrenombre de Tadeo o Lebbeo, para distinguirse de Judas Iscariote.
Habiéndolos el Señor escogido para su apostolado, recibieron la doctrina de su Santo Evangelio, y le siguieron con gran fidelidad y fueron testigos de sus admirables prodigios y compañeros de sus trabajos y persecuciones.
Después de la institución de la Sagrada Eucaristía y terminado aquel admirable sermón que hizo el Señor, que se refiere en el capítulo XIV de San Juan, como San Judas no hubiese comprendido aquellas palabras: “El mundo no me verá, pero vosotros me veréis, porque yo estaré vivo y vosotros lo estaréis también”, preguntó al Salvador: “Señor, ¿cómo ha de ser eso que te has de manifestar a nosotros y no al mundo?”
A lo que respondió el Señor que era porque ellos le amaban y no le amaba el mundo, pues no guardaba sus mandamientos.
Habiendo subido Jesús a los cielos, y después de la venida del Espíritu Santo, padecieron San Simón y San Juan grandes trabajos en la predicación del Evangelio, hicieron muchos milagros, derribaron ídolos y redujeron a la Fe innumerables gentes.
Se dice que San Simón predicó en Egipto y San Judas o Tadeo en Mesopotamia, y que después entraron juntos en Persia.
Entre las conversiones que hicieron, la más ruidosa fue la de toda la familia real y de muchos hombres principales de la corte que recibieron el Bautismo.
Abrieron iglesias y formaron cristiandades, una de las cuales fue la de Babilonia.
Refiérese también que oyendo el apóstol San Judas sobre el martirio de Santiago el Menor, pasó a Jerusalén y se halló presente en la elección del nuevo obispo de aquella Iglesia; más, una vez que fue elegido Simón, volvió a Persia, y los dos Apóstoles coronaron la carrera de su vida apostólica con un glorioso martirio; porque cayendo sobre ellos una turba de feroces idólatras, San Simón fue aserrado por el medio, y a Judas le cortaron la cabeza.
Añade la misma antigua Tradición que en el mismo punto que fueron muertos estos dos sagrados Apóstoles delante de unos ídolos del Sol y de la luna, se levantó una terrible tempestad que dio por tierra con los templos y estatuas de aquellos falsos dioses, quedando sepultados en las ruinas los que habían dado muerte a los dos sagrados apóstoles.
Reflexión:
La vida de los dos gloriosos Apóstoles San Simón y San Judas es como la de todos los demás Apóstoles de Jesucristo. Toda ella consistió en amar con toda su alma a su Divino Maestro, en predicarle crucificado, confirmar con milagros la verdad de su Evangelio, ganar muchas gentes idólatras, padecer por su amor grandes trabajos y persecuciones, y la misma muerte. No se entiende pues como hay hombres tan ciegos que no se fían del testimonio de los Santos Apóstoles, porque aunque sea verdad que eran los más íntimos amigos del Salvador del mundo, también lo es que fueron sus más abonados testigos, y los más desinteresados confesores de su divinidad.
Oración:
¡Oh Dios! que nos hiciste merced de venir al conocimiento de tu nombre por medio de los bienaventurados Apóstoles Simón y Judas, concédenos la gracia de aprovechar en virtud al celebrar su gloria sempiterna. Por Jesucristo, Nuestro Señor. Amén.
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