domingo, 20 de octubre de 2024

LA MISA ATROPELLADA (ULTIMA PARTE)

Publicamos la última parte de la obra “La Misa atropellada” escrita por San Alfonso María de Ligorio.


III. DE LOS QUE SE ABSTIENEN DE CELEBRAR LA MISA

Finalmente quiero decir, aún cuando de paso, una palabra acerca de si es más acepto a Dios celebrar la Misa o no celebrarla por humildad.

a) No celebrar, aún por humildad, es grave daño

Sostengo que abstenerse de celebrar por humildad es acto bueno, más no el mejor. Los actos de humildad procuran a Dios un honor finito, pero en la Misa el honor tributado a Dios es infinito, porque procede de una persona divina. Nótese lo que dice San Veda el Venerable: “El sacerdote que sin legítima causa omite la celebración, priva, en cuanto de él depende, a la Santísima Trinidad de la gloria que le podría tributar, priva de alegría a los ángeles, de perdón a los pecadores, de perseverancia a los justos, de alivio a las almas del purgatorio, a la Iglesia del beneficio y a sí mismo de medicina”.

Hallándose en Nápoles el glorioso San Cayetano, se enteró de que un cardenal amigo suyo, atareado por asuntos de la curia romana, comenzaba a omitir la Misa, que antes celebraba a diario; por lo que el santo, a pesar de estar en los calores estivales, quiso, aún con peligro de vida, trasladarse a Roma para persuadir al amigo continuase con la antigua costumbre, lo que en efecto hizo, reintegrándose luego a Nápoles.

Cuéntase también en la Vida del Santo padre Juan de Ávila que caminaba un día a cierta ermita para celebrar en ella la santa Misa; con el cansancio de caminar sintióse tan desfallecido, que desconfiando de poder llegar a la ermita, de la que aún se hallaba bastante lejos, determinó detenerse y dejar la celebración; pero entonces se le apareció Jesucristo en hábito de peregrino, descubrióle el pecho para mostrarle sus llagas, y sobre todo la del costado, diciéndole: “Cuando yo estaba así cubierto de llagas, me hallaba más doliente y débil que tú”; dichas estas palabras, desapareció el Salvador, y el santo Ávila recobró los ánimos y fue a celebrar la santa Misa.

Índice:

I. De la gran estima en que el sacerdote ha de tener el sacrificio de la misa

II. De lo que ha de hacer el sacerdote para celebrar dignamente la santa misa

III. De los que se abstienen de celebrar la misa.


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