martes, 3 de septiembre de 2024

SIN HIJOS, SIN FUTURO

Los que hace mucho que pintamos canas recordamos cuando en los '70 se hablaba mucho de la “liberación de la mujer” que iba a suponer su acceso al mercado de trabajo. 

Por Luis Fernando Pérez Bustamante


Las mujeres podrían “realizarse” trabajando fuera sin tener que dedicarse solo al hogar. Maravilloso, ¿verdad? Pues hete aquí que hoy no tienen esa libertad. No pueden elegir trabajar o quedarse en casa. Tiene que trabajar sí o sí.

La gran mayoría de los de la generación boom nacieron en una familia de clase media donde trabajaba solo el padre. Y en España, con más o menos holgura, llegaban a fin de mes. Algunos incluso aprovechaban la extra de junio para irse de vacaciones en verano. Hoy eso solo lo pueden hacer las familias ricas.

A eso se le llama progreso. Así lo explica un artículo del diario El País en su edición de hoy: Acercarse a los 40 y no tener hijos: “Ya no sé si es que no quiero o no quiero porque no puedo ni planteármelo”

Hay quien piensa que con políticas de apoyo económico a las familias, la natalidad puede despegar. Hungría está demostrando que eso no es así. Tras dedicar ni más ni menos que el 5% de su PIB a fomentar los nacimientos, estos se mantienen estables e incluso bajan.

Seamos claros, en Europa la gente no quiere tener hijos. La secularización y la apostasía están muy extendidas y también llegan a países como Hungría y Polonia. Las razones económicas son solo un factor que explica lo que está ocurriendo. Pero lo que de verdad está convirtiendo al continente en países de viejos, es la adopción masiva de los métodos anticonceptivos y, en no poca medida, el aborto. Europa no solo no quiere hijos, sino que en casi todos los países los mata a mansalva antes de nacer.

A pesar de que los católicos europeos no se diferencian gran cosa del resto de ciudadanos a la hora de la anticoncepción -y posiblemente el aborto-, en la Iglesia Católica tenemos a responsables animando a cuestionar, o directamente rechazar, la enseñanza de la Humanae Vitae. Es el caso de mons. Paglia, presidente de la Pontificia Academia para la Vida que trabaja denodadamente en contra de aquello que debería defender. Igual ocurre con Mauricio Chiodi, también miembro de esa academia, que defendió en la Gregoriana de Roma la tesis de que se pueden usar los anticonceptivos basándose en los principios de Amoris Laetitia. Ello no impidió, más bien facilitó, que dé clase en el Pontificio Instituto Juan Pablo II, que como todo el mundo sabe es exactamente lo contrario a lo que ellos representan. Pero como a toda esa gente que okupa la jerarquía y el magisterio de la Iglesia, les da igual profanar la fe y la moral católicas, tanto más les da profanar la memoria del papa polaco.

La solución que se propone, o más bien se impone por la vía de los hechos a este catástrofe demográfico es la inmigración. Por ejemplo, en España tenemos un millón de magrebíes y, en una cifra creciente, trescientos mil subsaharianos. Es decir, los africanos son más o menos la mitad de los dos millones y medio de hispanoamericanos, que por razones evidentes son los que menos dificultades tienen para integrarse en la sociedad.

Ahora bien, la natalidad la traen las familias musulmanas, que tienen muchísimos más hijos en una primera generación, aunque en las siguientes generaciones empiezan a parecerse a los nativos. Y ello se ve favorecido porque esas familias reciben las ayudas públicas con las que no cuentan las españolas. Los subsaharianos son en su aplastante mayoría hombres, así que su impacto en la tasa de natalidad será menor.

Ni que decir tiene que los inmigrantes no vienen solo a trabajar, aunque en España no les hace falta porque les mantiene el estado, sino que se traen su cultura, sus valores. En el caso de los hispanoamericanos no da muchos problemas salvo en el caso de las bandas latinas, que se podría solucionar con algo de una voluntad política inexistente.

En el caso de los magrebíes, pakistaníes y subsaharianos, la cosa es distinta. No creo que haga falta que explique las razones.

Me gustaría decir que esto va a cambiar mediante una campaña de evangelización de la Iglesia Católica e incluso de los protestantes allá donde son mayoría, para volver a los valores que sostuvieron la civilización cristiana. 

La realidad es que la inmensa mayoría de los protestantes europeos son un pozo sin fondo de liberalismo teológico que no merece el nombre siquiera de cristianismo. Y en cuanto a la Iglesia, ¿creen ustedes que hay muchas posibilidades, salvo intervención divina directa, de que deje de ser en Occidente la amante religiosa del Nuevo Orden Mundial?

Demos gracias a Dios porque al menos hay un continente, África, donde la Fe Católica está muy poco contaminada por documentos basurientos como Fiducia Supplicans. El Señor siempre se reserva unos cuantos miles que no doblan su rodilla ante Baal. El remanente fiel no desaparecerá. Y en el continente africano no son miles, sino millones.


Cor ad Cor Loquitur

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