miércoles, 4 de septiembre de 2024

4 DE SEPTIEMBRE: SANTA ROSA DE VITERBO


4 de Septiembre: Santa Rosa de Viterbo

(✞ 1252)

Uno de los más brillantes ornamentos de la Tercera Orden de San Francisco, y de la Santa Iglesia, fue la penitente y maravillosísima doncella Santa Rosa, natural de Viterbo.

A los tres años de edad resucitó a su abuela difunta: poco después recogiendo los pedazos de un cántaro que se le rompió a una niña se lo devolvió entero, queriendo su padre ver el alimento que llevaba para los pobres, se convirtió el pan en rosas.

A los siete años se recogió en un aposento muy retirado de su casa, donde pasaba muchas horas en oración y maceraba su delicado cuerpo con tan ásperas penitencias que se puso en grave peligro de perder la vida, y la hubiera perdido de no haberle traído del Cielo la salud la Santísima Virgen que, acompañada de coros de vírgenes se le apareció, y le ordenó que tomase el hábito de la Tercera Orden Seráfica, y de ella al momento se lo vistió con singular devoción.

Redobló sus admirables austeridades después que se le apareció Jesús crucificado, cuya dolorosa imagen le quedó tan impresa en la mente y en el corazón, que la violencia del amor la traía como fuera de sí y la hacía correr por las calles y plazas desahogando los ardores de su pecho y cantando las divinas alabanzas.

Por aquel tiempo afligían a la Iglesia numerosos enemigos favorecidos por el emperador Federico Barbarroja; y Santa Rosa, siendo de doce años, ilustrada con ciencia infusa, rebatió y confundió a los herejes con los más sólidos e irrefragables argumentos, despreciando las amenazas de los sectarios y la muerte misma, que le quisieron dar; tras lo cual, avergonzados, consiguieron que el gobernador de Viterbo la expulsase de la ciudad con la excusa de que conmovía al pueblo.

Caminando entre nieve y expuesta a perecer, llegó a Salerno, donde profetizó los prósperos sucesos que al poco tiempo se verificaron con la muerte del emperador.

Vuelta a su patria fue recibida por sus conciudadanos con increíble regocijo.

Quiso retirarse a la soledad en el monasterio de Santa Clara y como no fuese admitida, dijo que si no la recibían viva, la recibirían muerta.

Para que no saliesen defraudados sus deseos de soledad y recogimiento, continuó el retiro en su casa con sus acostumbrados ejercicios de oración y penitencia, atormentando su inocente cuerpo con ayunos, cilicios y disciplinas, y esto, con tanto mayor espíritu y fervor cuando sentía más cercano el fin de su vida, que esperaba como el principio de otra eterna y bienaventurada en el Cielo, a donde voló el alma purísima de la Santa, el día 6 de marzo de 1252, a la temprana edad de solo dieciocho años.

Sepultaron el sagrado cadáver en el templo de Santa María de Podio, pero a los pocos meses, Alejandro VI, que se hallaba en Viterbo, y que había sido amonestado tres veces por la santa, ordenó que trasladasen su cuerpo al monasterio de Santa Clara, cumpliéndose entonces el vaticinio que había hecho la santa, cuando no fue admitida en aquel convento.

Reflexión:

¡Cómo se muestra en esta santa niña que Dios Nuestro Señor escoge lo necio del mundo para confundir la sabiduría según la carne, los flacos para confundir a los poderosos, lo vil y despreciado para confundir a los soberbios del siglo! En una palabra, ¡lo que no es para confundir a lo que es! Confiemos pues en Dios y no temamos a los que pueden destruir el cuerpo, más ningún daño pueden hacer al alma.

Oración:

Oh Dios, que te dignaste admitir en el coro de tus santas y vírgenes a la bienaventurada Rosa, concédenos por sus ruegos y merecimientos la gracia de expiar todas nuestras culpas y de gozar eternamente de la compañía de la Majestad. Por Jesucristo, Nuestro Señor. Amén.


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