(✞ 936)
El santísimo duque de Bohemia y glorioso mártir de Cristo Wenceslao, fue hijo de Wradislao, príncipe cristianísimo, y de Dragomira, gentil y perversa mujer.
Wenceslao perdió a su padre siendo niño, y fue educado por Sudmila su abuela, que era una santa matrona.
Así lo había dispuesto el padre al morir, temeroso de que la madre pervirtiese al hijo mayor, como pervirtió al menor Boleslao, de cuya educación se encargó.
De suerte que Wenceslao imitó a las santas costumbres de su abuela y el hermano menor las perversas de su madre, la cual era tan impía y ambiciosa contra lo dispuesto en el testamento de su marido, que se alzó con el gobierno del Estado y comenzó a perseguir la Religión.
Con esto Sudmila y los que bien sentían fueron de parecer que en todo caso se encargase Wenceslao del gobierno, como se hizo con rabia y despecho increíble de la madre.
Era Wenceslao de lindo y agradable aspecto, virgen toda su vida, templado y devotísimo.
Visitaba de noche las iglesias pisando nieves y hielos con los pies descalzos, y un compañero que le seguía, calzado y bien arropado, se helaba; y poniendo los pies en las huellas que dejaba Wenceslao, cobraba calor.
Gobernaba más como padre benigno y santo príncipe que como señor temporal.
Para ahorrar la sangre de los suyos, entró en singular batalla con Radislao, que se le había rebelado, y al tiempo de acometer, vio Radislao dos ángeles que daban a Wenceslao las armas y diciéndole a él “No le hieras”; y espantado con esto, se arrodilló y le pidió perdón, y Wenceslao le perdonó.
En otra ocasión presentándose en Alemania el emperador, vio éste que acompañaban a Wenceslao dos ángeles hermosísimos, sirviéndole como pajes; y levantándose de su trono, se adelantó para recibirle; lo sentó a su derecha, le concedió entre otras reliquias el brazo de San Vito, y el título de Rey con las armas imperiales, y le dio otros muchos galardones.
Era tan devoto del Santísimo Sacramento, que por su mano sembraba, cogía, trillaba el trigo y hacía las hostias.
Todas estas virtudes eran veneno que emponzoñaba más y más el corazón de su madre, y para acabar con él, hizo que Boleslao ofreciese un convite a Wenceslao, después del cual se recogió el santo en la Iglesia para prepararse para la muerte que Dios le había revelado.
Por instigación de la madre, Boleslao fue a la Iglesia con gente armada, y allí, con su propia mano, mató a su santo hermano y le hizo mártir de Jesucristo.
Dios vengó esta muerte; porque la tierra se tragó a aquella madre inhumana; el impío Boleslao, por sobrenombre el Cruel, vencido por el emperador Otón, fue obligado a dar satisfacción al mundo por la muerte de Wenceslao con una pública penitencia y a volver a llamar a los católicos desterrados, y acabó miserablemente su vida en la flor de la edad, y todos los demás reos de aquel crimen tuvieron fin desastroso.
En cambio el Señor ilustró con grandes y repetidos prodigios el sepulcro del santo mártir Wenceslao.
Reflexión:
No es maravilla que sean tan reciamente castigados por Dios los perseguidores de sus santos, porque quien persigue y afrenta a los amigos de Dios; el Señor considera como hechos a su Majestad los agravios que se hacen a sus fidelísimos siervos. Respetémoslos, pues y venerémoslos con devoción, pues la honra que les hacemos, la hacemos también a Dios.
Oración:
Oh Dios, que por la palma del martirio trasladaste al bienaventurado Wenceslao del principado de la tierra a la gloria del Cielo, guárdanos por sus ruegos de toda adversidad, y concédenos gozar de su compañía. Por Jesucristo, Nuestro Señor. Amén.
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