4 de Agosto: Santo Domingo de Guzmán, fundador
(✞ 1221)
El gloriosísimo patriarca Santo Domingo de Guzmán, luz del mundo, gloria de España y fundador de la sagrada Orden de los Predicadores, nació en el obispado de Osma en un lugar que se llama Caleruega, y fue hijo de muy ilustres padres.
Estando su madre encinta, tuvo un sueño misterioso en que le pareció ver a su hijo representado bajo el símbolo de un perro con una antorcha encendida en la boca la cual alumbraba y encendía con ella todo el mundo; y cuando bautizaron al niño, pudieron ver los presentes sobre su frente una estrella de maravilloso resplandor.
Confiaron su primera educación a un tío suyo, arcipreste de Gumiel de Iza, y lo mandaron después a Palencia, donde a la sazón florecían los estudios generales de España, y fue tan aventajado en filosofía y metafísica, como las divinas virtudes.
Una vez vendió las alhajas de su casa y hasta los libros para dar de comer a los pobres, y viniendo a él una mujer llorando para que le ayudase a rescatar un hermano suyo que estaba cautivo de los moros, hizo instancias a la mujer afligida, que le vendiese a él por esclavo y le trocase por su hermano.
Tomó en Osma el hábito de canónigo regular, y por obedecer a su Obispo recibió la dignidad de arcediano de aquella iglesia, pero llegando a la edad de treinta años, por imitar a Cristo, comenzó su predicación, y pasó a Tolosa de Francia, donde la herejía de los albigenses hacía grandes estragos, y con sus sermones, milagros y sobre todo con el arma del Santo Rosario, que le inspiró la Virgen, salvó a los católicos y convirtió cien mil herejes.
Entre otros prodigios fue muy admirable el que no se quemara el libro que echó el santo en una hoguera, donde se quemó al instante el libro de los herejes.
Celebrándose por este tiempo el gran Concilio Lateranense, vio en sueños el Papa como la Iglesia de Letrán se abría por todas partes y venía al suelo, y que Santo Domingo la sustentaba, y como atlante la tenía en peso: por lo cual aprobó la fundación de su nueva Orden de Predicadores.
Saliendo en otra ocasión el santo de la iglesia de San Pedro en la ciudad de Roma, vio en la calle a San Francisco, que venía a instituir su esclarecida Orden, y sin haberse visto jamás, los dos grandes patriarcas, se conocieron y abrazaron.
Quiso el humildísimo Santo Domingo que todos sus hijos eligiesen por general al santo varón Fray Mateo, e irse él a Palestina a predicar a los moros y derramar la sangre por Jesucristo: más Dios le llamó a Roma, donde se le juntaron cien religiosos a quienes dio el hábito y escapulario blanco, por haberlo señalado la Virgen como vestido de su amada Orden.
Finalmente siendo de edad de cincuenta y un años, se le apareció Jesucristo convidándole a los gozos de su reino; y acostado el santo en unas tablas, mandó a sus hijos que comenzasen el Oficio de los que están en agonía, y al rezar la antífona que dice: Socorred, santos de Dios, salid al camino, ángeles bienaventurados, salió su alma de la cárcel de su cuerpo.
Reflexión:
Dijo la Virgen a Santo Domingo que el Rosario era el arma más poderosa contra la herejía y contra los vicios. Ahora pues, hay mayor necesidad que nunca de rezarlo.
Oración:
Oh Dios, que te dignaste ilustrar a tu Iglesia con los méritos y con la doctrina del bienaventurado Santo Domingo, tu confesor, concédenos que por su intercesión nunca sea destituida de los auxilios temporales, y sea acrecentada en los bienes espirituales. Por Jesucristo, Nuestro Señor. Amén.
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