16 de Agosto: San Roque, confesor
(✞ 1327)
San Roque, abogado contra la pestilencia, fue de nacionalidad francesa y nació en la villa de Montpellier, en la provincia de Languedoc, de padres ilustres y ricos, y señores de aquel pueblo. Su padre se llamaba Juan y su madre Libera.
Desde niño mostró gran inclinación a la virtud y siendo de doce años, comenzó a macerar su cuerpo con ayunos y penitencias, y a hacer guerra a sus gustos y apetitos.
Muertos sus padres, vendió a una tierna edad la hacienda que heredó, que era riquísima, y la repartió entre los pobres; y tomando el hábito de la Tercera Orden de San Francisco, y encomendado a un tío suyo el gobierno de su estado y vasallos, se vistió de romero y dejando su patria, casa, deudos y amigos, partió de Francia hacia Italia a visitar los santos lugares de Roma.
Llegó al lugar de Acquapendente, donde halló muchos pueblos que estaban heridos de pestilencia.
Fue al hospital, y comenzó a servir a los pobres y a hacer la señal de la cruz sobre los apestados, y los sanó maravillosamente a todos.
Los mismos milagros obró en Roma, Cesena, Placencia y otras ciudades de Italia.
Más para que él no se envaneciese con tantas maravillas que la virtud de Dios le regalaba, y para que acrecentase su corona con la paciencia, sufrió una recia y aguda fiebre, y permitió el Señor que fuese herido en un muslo.
Pasó estas penas con entera resignación y alegría, retirado en un lugar desierto, donde la providencia de Dios ordenó que un perro le trajese cada día de la mesa de su amo un pedazo de pan con que se pudiese sustentar.
Finalmente volvió a Montpellier, su patria, y la halló muy alterada por la guerra, y como lo tomaron por un espía, lo capturaron y lo pusieron en la cárcel por orden de su mismo tío, a quien el santo no quiso darse a conocer, para ser maltratado y padecer por amor al Señor.
Cinco años estuvo así desconocido por todos, hasta que entendiendo que se acercaba el fin de su peregrinación, se armó con los santos sacramentos, y entregó su espíritu al creador, siendo de edad de 32 años.
En su muerte tocaron alegremente por sí mismas las campanas, y se halló junto a su cuerpo una tabla donde estaba escrito el nombre del santo, y la vida que había llevado y el favor que alcanzaría del Señor a los que heridos de pestilencia implorasen con viva fe su patrocinio.
Llevaron su sagrado cadáver con gran pompa a la iglesia y le sepultaron honoríficamente, y su tío, que era hombre rico y principal, le edificó un magnífico templo en el cual y en muchas partes Dios obró por San Roque muchos milagros.
Reflexión:
Creció más la devoción de los pueblos, por el gran portento que sucedió en la ciudad de Constanza el año 1414; donde celebrándose el Concilio y siendo fatigada aquella tierra y comarca por una grave pestilencia, se le hizo al Santo una solemnísima procesión en la cual se llevaba la imagen de San Roque, y luego cesó aquella terrible plaga y azote del Señor. También se ha experimentado este mismo favor del santo en otras muchas partes, de manera que los pueblos, ciudades y provincias en su mayor aflicción acuden a él y le toman por intercesor, y por sus oraciones alcanzan del Señor el remedio que no han podido hallar en los médicos ni en las medicinas humanas.
Oración:
Te rogamos, Señor, que guardes con tu continua piedad a tu pueblo, y que por los méritos del glorioso San Roque, los libres de todo contagio de alma y cuerpo. Por Jesucristo, nuestro Señor. Amén.
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