27 de Junio: San Ladislao, rey de Hungría
(✞ 1096)
Modelo perfectísimo de príncipes cristianos fue el gloriosísimo rey de Hungría San Ladislao I.
Era el segundo hijo del rey Bela I de Hungría y nació en Polonia, donde su padre se había refugiado, huyendo de la persecución del Rey Pedro.
Se crió en la corte de Polonia, y después en la de Hungría, y por muerte de Geza, su hermano mayor, fue coronado rey de Hungría en 1077 con general aplauso de todo el reino.
Un antiguo rey llamado Salomón, que por sus exorbitantes excesos y crueldades había sido arrojado del trono levantó a los Hunos en armas contra Ladislao, más fue vencido y derrotado por el ejército real, y sólo con la fuga pudo salvar su vida.
Libre ya Ladislao de este contratiempo, convocó una junta de los prelados, de la nobleza y del pueblo para restablecer el orden en todo su reino.
La presidió el mismo en persona; y las sabias ordenanzas que se dictaron en ella se recopilaron en tres libros, y son como la quinta esencia de la política cristiana.
Envidiosos, los príncipes vecinos de la felicidad de Ladislao, hicieron varias irrupciones en sus estados; más el santo puesto a la cabeza del ejército, reprimió a los Bohemos, ahuyentó a los Hunos y les obligó a pedir la paz; tomó Cracovia, dominó a los Polacos y a los Rusos, quitó a los Bárbaros la Dalmacia y la Cracovia, humilló a los Tártaros, y conquistó gran parte de la Bulgaria y de la Rusia. El número de sus batallas fue el de sus victorias.
Con esta paz alcanzada con todos los enemigos, florecieron en el reino las artes, la industria, el comercio y la agricultura, y juntamente la Religión y las buenas costumbres, que hicieron de aquel reino el reino más feliz de toda la cristiandad.
Y aunque era magnífica y espléndida la corte del santo rey, su vida era un dechado de todas las virtudes.
Asistía cada día a los divinos oficios, ayunaba tres días cada semana, dormía sobre la dura tierra, maceraba su carne con rigurosas penitencias y tuvo tan gran amor y estima de la castidad, que jamás pudieron persuadirle que se casase.
Cuando comulgaba se le encendía el rostro con un fuego de amor divino; y no era menor la devoción que tenía por la Madre de Dios, en cuya honra edificó una célebre basílica dedicada a Nuestra Señora.
Para los pobres levantó hospitales y casas de beneficencia; él mismo les hacía justicia, acomodaba sus diferencias y socorría todas sus necesidades. Todos sus vasallos le amaban como a su padre.
Finalmente, habiendo aceptado el mando general de un ejército de trescientos mil cruzados que le ofrecieron los príncipes de España, Francia e Inglaterra, movidos por el fervoroso celo del Papa Urbano II, cuando hacía los aprestos de aquella guerra Santa, el Señor le llamó para sí, a los cincuenta y cuatro años de edad, y décimo quinto de su reinado.
Su muerte fue muy sentida por toda la cristiandad y llenó de luto y de lágrimas todo su reino.
Fue canonizado el 27 de junio de 1192 por el Papa Celestino III.
Reflexión:
Tal es el acertado gobierno de un rey santo, y tal la felicidad nacional que resulta de un santo gobierno. Muchos se quejan de que Dios tolere estos gobiernos actuales que en lugar de mirar por el bien de los pueblos, lo tiranizan y explotan. Pero ¿qué culpa tiene Dios ni su providencia, si los mismos pueblos por universal sufragio les dan sus votos, solo porque les prometen libertad y más libertad para el mal, y no piensan siquiera en elegir hombres cristianos que gobernarían conforme a la ley de Dios y de la conciencia?
Oración:
Oye Señor, agradablemente las súplicas que te hacemos en la solemnidad de tu confesor, el Bienaventurado rey Ladislao, para que los que no confiamos en nuestros méritos, seamos ayudados por los ruegos del que tuvo la dicha de agradarte. Por Jesucristo Nuestro Señor. Amén.
Reflexión:
Tal es el acertado gobierno de un rey santo, y tal la felicidad nacional que resulta de un santo gobierno. Muchos se quejan de que Dios tolere estos gobiernos actuales que en lugar de mirar por el bien de los pueblos, lo tiranizan y explotan. Pero ¿qué culpa tiene Dios ni su providencia, si los mismos pueblos por universal sufragio les dan sus votos, solo porque les prometen libertad y más libertad para el mal, y no piensan siquiera en elegir hombres cristianos que gobernarían conforme a la ley de Dios y de la conciencia?
Oración:
Oye Señor, agradablemente las súplicas que te hacemos en la solemnidad de tu confesor, el Bienaventurado rey Ladislao, para que los que no confiamos en nuestros méritos, seamos ayudados por los ruegos del que tuvo la dicha de agradarte. Por Jesucristo Nuestro Señor. Amén.
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