19 de Mayo: San Ivón, presbítero y abogado de los pobres
(✞ 1303)
San Ivón fue natural de una aldea llamada comúnmente Kermartin, en la Bretaña menor.
Haciendo sus estudios en París y en Orleans, no bebía vino y no daba atención a todos los entretenimientos sensuales, conservando así las fuerzas de su espíritu con la entera pureza de su cuerpo y alma.
Ejerció luego el oficio de juez eclesiástico y vicario general del obispo Trecorense y se retiró después a una iglesia parroquial para entregarse completamente al Señor.
Aconteció una vez estar siete días en oración, tan embebido y absorto en Dios, que ni tuvo hambre, ni comió bocado; y acabada su oración, salió tan bueno y con tantas fuerzas como si hubiera comido regularmente.
Era excelente predicador e iba a pie por diversos pueblos para sembrar la palabra divina; pero sobre todas las virtudes se esmeró en la misericordia con los pobres.
Les recibía con gran caridad, les lavaba los pies, les proveía de todo lo que necesitaban, y tenía su casa señalada para esto: nueve años tuvo en su casa a un pobre hombre casado con cuatro hijos, sustentándolos y remediándolos con extrema caridad.
En una gran carestía, no teniendo más que un pan en casa para comer él y dar a los pobres que en gran número habían concurrido, el Señor le multiplicó de manera que tuvo para comer y repartir a todos los que habían venido.
Otros muchos milagros obró el Señor para proveerle y recompensar su caridad.
Diciendo a Misa un día, al momento de alzar la hostia se vio un globo de fuego de maravillosa claridad que le rodeaba, el cual desapareció cuando acabó de alzar el cáliz.
Queriendo pasar el santo por un puente sobre un río caudaloso, había crecido el río de tal manera que había sobrepasado el puente, y él haciendo la señal de la cruz sobre las aguas, se abrieron y le dejaron el paso libre, y después de haber pasado volvieron a cubrir el puente.
Muchos otros milagros hizo el Señor para declararnos la santidad de su siervo; el cual hallándose ya lleno de méritos y extenuado por sus muchos ayunos y penitencias, tendido en su cama ordinaria, que era de tierra, y abrazado con la santa cruz, entregó su bendita alma al Señor.
Su sagrado cuerpo fue sepultado honoríficamente en la iglesia Trecosense, donde acuden de diversas partes del mundo muchos peregrinos por los innumerables milagros que allí obra el Señor.
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