26 de Abril: Santos Cleto y Marcelino, Papas y mártires
(✞ 96 - ✞304)
El tercer Vicario de Nuestro Señor Jesucristo sobre la tierra fue el glorioso Pontífice y mártir San Cleto, natural de Roma y convertido a la fe por el príncipe de los Apóstoles San Pedro; el cual, viéndole varón espiritual, prudente y celoso, le ordenó como Obispo y le tomó por coadjutor, así como a San Marcelino que fue el segundo Pontífice.
Gobernaba San Cleto santísimamente la Iglesia; más habiendo sucedido a Vespasiano y Tito su hijo, el viciosísimo emperador Domiciano, que entre otras maldades que cometió se hizo llamar “dios”, persiguiendo a los cristianos que no le reconocían como tal, y en un solo día hizo millares de mártires.
En esta persecución, que fue la segunda que padeció la Iglesia, fue preso y cargado de cadenas el glorioso Pontífice San Cleto, y en el día 26 de abril alcanzó la corona del martirio, habiendo tenido la Silla apostólica doce años, siete meses y dos días.
Los cristianos lo sepultaron junto al apóstol San Pedro y hoy se conserva su cuerpo en el Vaticano.
En el mismo día celebra la Iglesia el martirio del Papa San Marcelino, el cual era natural de Roma e hijo del prefecto, y sucedió en el pontificado a San Cayo, asimismo Papa y mártir, siendo emperadores Diocleciano y Maximiano.
En este tiempo se levantó la décima persecución contra la Iglesia, que fue la más brava y la más cruel de todas, porque en el espacio de un mes murieron por Cristo en diversas provincias más de diecisiete mil mártires con tan atroces y terribles tormentos que solo el demonio los hubiera podido inventar.
Y porque durante esta persecución, recibía el santo benignamente a los que espantados con las amenazas y el terror de los suplicios habían ofrecido incienso a los falsos dioses y después arrepentidos de su culpa le pedían el perdón y la penitencia, no faltaron malvados sensores que rigurosamente osasen juzgar y condenar la paternal blandura del santo Pontífice, lo cual fue ocasión para que más tarde le difamasen diciendo calumniosamente que el mismo Santo, vencido también por el temor de los tormentos había sacrificado a los ídolos, y hecho después penitencia de su pecado, ofreciéndose por su voluntad al martirio.
Más lo que hubo fue, que habiendo sido preso juntamente con otros tres Santos llamados Claudio, Cirino y Antonino, por sentencia del emperador fue como ellos, decapitado.
Por orden del juez se dejaron los cadáveres insepultos hasta que San Marcelo los recogió a los treinta y tres días, y con el acompañamiento de los presbíteros y diáconos, y con himnos y antorchas les dio honrosa sepultura en el cementerio de Santa Priscila en la vía Salaria.
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