sábado, 27 de abril de 2024

27 DE ABRIL: SAN PEDRO ARMENGOL MÁRTIR


27 de Abril: San Pedro Armengol, mártir

(✞ 1284)


El glorioso redentor de los cautivos y mártir de la caridad, San Pedro Armengol nació en la Guardia de los Prados, Villa del arzobispado de Tarragona, y su apellido queda todavía hoy en la muy ilustre familia de los varones de Rocafort, descendientes de los condes de Urgel y emparentados con los antiguos condes de Barcelona, y reyes de Francia, condes de Flandes y reyes de Castilla y Aragón.

En su nacimiento se halló presente el venerable padre Bernardo Corvera, religioso de la Merced, el cual profetizó sobre el niño recién nacido diciendo:

- A este niño un patíbulo ha de hacerlo Santo.

Su padre Arnoldo lo crió como a mayorazgo, noble, rico y deseado: pero ¡oh fuerza de las malas compañías, cuántas torres de virtud has derribado!

El ilustre mancebo que parecía un ángel por su piedad e inocentes costumbres, con el ejemplo de otros mozos desenvueltos, bravos y valientes con quienes jugaba y como brioso caballero de su edad probaba con las armas en la mano la destreza y el valor, vino a desenfrenarse de tal manera, que hacía gala de sus desórdenes y oscurecía su linaje capitaneando una cuadrilla de ladrones.

Por esos tiempos determinó el rey Don Jaime pasar de Valencia a Mompeller y entendiendo que los Pirineos estaban infestados de salteadores, mandó a Arnoldo que con dos compañías de infantes y algunos caballos limpiase aquellos caminos de bandoleros.

Entonces lucharon cuerpo a cuerpo Arnoldo y su hijo Pedro hasta que después de haberse herido, se reconocieron, y el hijo, con los ojos llenos de lágrimas, se echó a los pies del padre, con gran arrepentimiento por su mala vida.

Partió de allí a Barcelona y después de hacer una confesión general de todas sus culpas, pidió el hábito de los religiosos de la Merced, y comenzó una vida llena de admirables y extraordinarias virtudes.

Le ordenaron como sacerdote, y todos los días celebraba la Misa con tantas lágrimas que hacía llorar de devoción a todos los que la oían.

Rescató en Murcia doscientos cuarenta cautivos, convirtió al rey Almohazen Mahomet, el cual se hizo Mercedario y se llamó Fray Pedro de Santa María.

Pasando después el santo de Argel a Bugía con Fr. Guillermo, florentino, rescató ciento diecinueve cautivos, y para sacar de la esclavitud a dieciocho niños ofreció mil escudos para liberarlos.

Ocho meses después estuvo encerrado en un calabozo, padeciendo cada día palos y azotes; y como no llegaron los mil escudos a su tiempo, lo condenaron a la horca.

Vino ocho días después del suplicio, su compañero Guillermo con mil escudos, y con gran espanto lo halló vivo todavía y pendiente de la horca en la cual dijo el santo que la Santísima Virgen le había sostenido en sus manos.

Finalmente después de haber convertido con estupendos prodigios a muchos infieles a nuestra Santa Fe, entregó su bendita alma al Señor en su mismo convento de Nuestra Señora de los Prados.


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