viernes, 12 de abril de 2024

12 DE ABRIL: SAN JULIO, PAPA


12 de Abril: San Julio, Papa

(✞ 352)

Al tiempo que murió el glorioso Pontífice San Marcos, pusieron todos los ojos en San Julio, porque por su rara prudencia, doctrinas y excelentes virtudes parecía el más digno de sentarse como Vicario de Cristo en la Silla de San Pedro.

Y bien era menester una entereza y santidad, como la de este insigne Pontífice para defender la causa de San Atanasio, patriarca de Alejandría, contra los herejes arrianos; los cuales con el favor de los emperadores pretendían derribarle, y con él, a toda la Iglesia de Jesucristo.

Volvía San Julio, cuando los herejes nombraron por patriarca a un Gregorio de Capadocia, hombre facineroso, hereje, insolente y atrevido, el cual entrando en la ciudad con mucha gente de guerra y bárbara, hizo un estrago tan extraño y lastimoso en toda aquella población, como si fuera un ejército de enemigos, no perdonando a doncellas ni casadas, ni a viejos ni a niños, ni a seglares ni eclesiásticos, ni cosa sagrada ni profana, ni divina ni humana, con tan gran impiedad y fiereza que no se puede explicar.

Y viendo San Atanasio esta calamidad tan lastimosa, se salió a escondidas de la ciudad y vino a Roma para ver si con la autoridad del Sumo Pontífice podría hallar algún remedio para detener el ímpetu furioso de los herejes y apagar aquel incendio que abrazaba no solo a Alejandría sino también a Egipto y a todas las partes de Oriente.

El Santo Pontífice Julio lo recibió muy bien y celebró un Concilio en Roma en el cual aprobó su inocencia y declaró que era valeroso capitán del Señor, e invencible defensor de la Iglesia, y cuatro años después con el consentimiento del emperador Constante convocó un Concilio ecuménico y universal en Sárdica, el cual contó con trescientos Obispos de todas las Provincias de la Iglesia Occidental, presidiendo en él, Osio, español, Obispo de Córdoba con otros dos legados de la sede apostólica.

Y con la sentencia de este Concilio, y las cartas que el santo Papa Julio escribió a los prelados de Alejandría, volvió San Atanasio a su iglesia, y fue privado de aquella silla el usurpador, a quien acababa de matar el mismo pueblo por no poder sufrir sus desafueros.

Finalmente, habiendo aprobado el Santo Pontífice los veintiún cánones del Concilio general de Sárdica, y dado sabios reglamentos a la Iglesia, que gobernó santísimamente por espacio de quince años, descansó después en la paz del Señor.

Se conserva una excelente carta suya, o de su Concilio, en la cual defiende la verdad con una entereza y vigor digno del Vicario de Cristo.


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