23 de Marzo: San Victorino y sus compañeros mártires
(✞ 484)
El gloriosísimo Victoriano era el caballero más rico y principal que se hallaba en Adrumeto, ciudad de África, y de tantos méritos, que por eso fue elegido procónsul de la insigne y celebrada ciudad de Cartago.
Por ese tiempo se levantó la cruel persecución de Hunerico, rey de los vándalos, contra los católicos, porque no querían seguir la infame secta del excomulgado Arrio.
Quiso el monarca hereje sobornar el ánimo firme de Victoriano; que renegara de su fe y se convirtiera al arrianismo, más él le respondió con gran confianza en el Señor de esta manera:
- Nada podrá separarme de la fe y del amor de Jesucristo. Podrás exponerme a las llamas, arrojarme a las fieras, someterme a toda clase de torturas, nunca traicionaré la verdadera fe; sería ingratitud de mi parte, perfidia; aunque no temiera el castigo eterno, ni esperara recompensa infinita, no podría faltarme la fidelidad a mi Dios.
Con esta respuesta que dio al tirano Hunerico, él quedó tan enojado y colérico, que sin respetar la dignidad y nobleza del confesor de Cristo, le mandó atormentar con cuantos géneros de suplicios pudo inventar su malicia y furor.
Los mismos verdugos estaban admirados de que pudiese sufrir tantos azotes, tanto fuego y tanto rigor.
Furioso el tirano, mandó añadir más tormentos, hasta que en medio de ellos, constante siempre en la fe de Jesucristo, vino el esforzado y valeroso caballero a alcanzar la gloriosa corona del martirio, perdiendo la vida temporal para alcanzar la eterna.
Padecieron martirio junto con él, dos gloriosos y santos mercaderes, ambos Frumencios y ciudadanos ambos también de Cartago, y también dos santos hermanos naturales de Aquaregia, a los cuales colgaron en el aire, con un peso muy grande a sus pies, y les quemaron con planchas de hierro ardiendo, y les atormentaron tan largo tiempo y con tan horribles torturas, que al fin los mismos verdugos les dejaron diciendo:
- Si muchos imitan la constancia de estos, no habrá quien abrace nuestra secta.
En los sagrados cadáveres de estos dos santos no se hallaron señales algunas de las heridas recibidas.
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