Esta “remodelación” marca una nueva etapa en la Revolución. Muestra que la crisis en la Iglesia ha llegado a su núcleo, con el objetivo de erradicar los últimos vestigios del espíritu católico.
Por Rita Stewart
Por Rita Stewart
Desde su finalización en el siglo XIII, la Catedral de Notre Dame de París ha sido un testimonio de la gloriosa Edad Media. Construida para encarnar los aspectos solemnes, jerárquicos y sacros de la Iglesia Católica, esta catedral monumental ha ayudado a combatir la herejía (1) y tal vez incluso a retrasar la Revolución.
Por lo tanto, cuando gran parte del edificio fue destruido por un incendio en 2019, fue motivo de dolor y consternación, no solo en Francia sino en todo el mundo. Su icónico campanario y su techo, ardiendo en llamas y ondulantes humo, parecían simbolizar nuestros días calamitosos.
Ahora que se han publicado los planos para la catedral rediseñada, este simbolismo ha adquirido un significado trágico añadido. Si Notre Dame hubiera sido reconstruida según los planos, se habría transformado en un icono de la Revolución. Ya no apuntará a Dios y a Nuestra Señora, hará todo lo contrario, reflejando nuestra sociedad miserable, laica y ecuménica.
Al examinar los primeros planos proyectados para la catedral, algunos pueden sentirse aliviados. A diferencia de las propuestas más escandalosas presentadas en 2019 (como una piscina cubierta y un invernadero sobre el tejado), esta versión deja la estructura del edificio prácticamente sin cambios. Sin embargo, su espíritu ha cambiado y el nuevo diseño interior se ha vuelto casi irreconocible.
Las columnas de piedra, alguna vez majestuosas y solemnes, ahora parecen frías. Asimismo, los techos altos, en lugar de inspirar la contemplación de la grandeza de Dios, hacen que la iglesia parezca hueca. También llama la atención la ausencia de crucifijos y estatuas de santos.
Mientras que la magnífica Notre Dame de antaño reflejaba las doctrinas católicas perennes, el interior rediseñado de la catedral se basa en los principios del Vaticano II. El diseñador Guillame Bardet, famoso por su estilo “minimalista”, adhiere a la visión progresista de una “Iglesia pobre y pecadora”.
Mientras que la magnífica Notre Dame de antaño reflejaba las doctrinas católicas perennes, el interior rediseñado de la catedral se basa en los principios del Vaticano II. El diseñador Guillame Bardet, famoso por su estilo “minimalista”, adhiere a la visión progresista de una “Iglesia pobre y pecadora”.
El desconcertante diseño del nuevo interior de Notre Dame
Bardet señala en una entrevista que su intención es “quitar todo lo que no es necesario, y llegar a lo esencial, y por eso lo esencial es que sea pobre”. En la misma entrevista (breve video en francés donde se pueden observar las horripilantes “obras de arte” preparadas para “decorar” la catedral reconstruida), el rector de la catedral admite que esta idea se basa en el documento del Vaticano II Sacrosanctum Concilium, que afirma: “Los ritos deben distinguirse por una noble sencillez; deben ser breves, claros y libres de repeticiones inútiles”.
El diseño de Bardet también está influenciado por el “ecumenismo” infiltrado en el Vaticano II. Afirma con audacia que “con este trabajo me dirijo primero a los católicos, pero también busco llegar a los demás. Para dejar claro que estamos hablando aquí de religión y, más ampliamente, de espiritualidad”.
Primero, están el púlpito y la cátedra. Tradicionalmente, estos objetos estaban ornamentados y fabricados con materiales nobles para simbolizar la autoridad de la Iglesia a través de sus representantes visibles. Por el contrario, los diseños de Bardet están hechos con madera sencilla y sin decoración, y ambos tienen una nota de austeridad más que de grandeza. Imponen fuertemente la impresión de igualdad entre los laicos y el clero, reforzando la idea protestante de que un “ministro” sirve sólo como un líder en la adoración.
El diseño de Bardet también está influenciado por el “ecumenismo” infiltrado en el Vaticano II. Afirma con audacia que “con este trabajo me dirijo primero a los católicos, pero también busco llegar a los demás. Para dejar claro que estamos hablando aquí de religión y, más ampliamente, de espiritualidad”.
Todo esto recuerda la declaración de Lumen gentium de que el “plan de salvación” incluye a judíos y musulmanes, así como la noción de que la Iglesia de Cristo simplemente “subsiste” en la Iglesia Católica. Partiendo de esta línea de pensamiento, Bardet parece estar insinuando que las verdades religiosas son más amplias de lo que la Iglesia puede abarcar y debemos abrirnos a las ideas de otras religiones.
Con este marco en mente, resulta más fácil entender el nuevo “rediseño” interior. Los nefastos principios del Vaticano II están presentes en su ambiente general, así como en las piezas individuales diseñadas por Bardet. Son feas y vulgares, y no son claramente católicas. Así como fueron creadas, encajarían perfectamente en un templo protestante, musulmán, judío o masónico.
Con este marco en mente, resulta más fácil entender el nuevo “rediseño” interior. Los nefastos principios del Vaticano II están presentes en su ambiente general, así como en las piezas individuales diseñadas por Bardet. Son feas y vulgares, y no son claramente católicas. Así como fueron creadas, encajarían perfectamente en un templo protestante, musulmán, judío o masónico.
Primero, están el púlpito y la cátedra. Tradicionalmente, estos objetos estaban ornamentados y fabricados con materiales nobles para simbolizar la autoridad de la Iglesia a través de sus representantes visibles. Por el contrario, los diseños de Bardet están hechos con madera sencilla y sin decoración, y ambos tienen una nota de austeridad más que de grandeza. Imponen fuertemente la impresión de igualdad entre los laicos y el clero, reforzando la idea protestante de que un “ministro” sirve sólo como un líder en la adoración.
Arriba: el espantoso “púlpito minimalista” comparado con el bellísimo gótico tradicional. Abajo, las deformes “sillas modernas”
El siguiente es el baptisterio, que parece tan miserable como los dos primeros objetos. Bardet afirmó que pretende dar la impresión de “circularidad ritual”, una frase que suena más New Age que católica. Se parece al antiguo símbolo del “punto dentro de un círculo”, utilizado por los masones para representar el viaje de un individuo hacia las “virtudes” masónicas (video en inglés explicando este simbolismo). ¿Podría ser esto un intento de despojar al bautismo de su significado sacramental?
Abajo, el “baptisterio”, que imita el símbolo masónico del “punto dentro de un círculo”.
Bardet escribe que “la evocación de la Última Cena impone naturalmente la horizontalidad, el altar del compartir”. En otras palabras, deliberadamente está restando importancia a la doctrina de la Iglesia sobre la Presencia Real, dando la impresión de que la Sagrada Eucaristía es simplemente “una comida”. Por esta razón, el altar parece una mesa (o algo peor), sin sacralidad alguna.
El extraño “altar”, debajo, es como mínimo, inquietante.
El último objeto de Bardet, el tabernáculo, es igualmente inadecuado para Nuestro Señor. Desnudo y marcado sólo con una delgada cruz, uno difícilmente esperaría que contuviera al Rey de Reyes, Jesucristo. Bardet se defiende diciendo: “Elegí la sencillez volviendo a la etimología de la palabra tabernáculo, 'la tienda'”.
Esto no sólo oscurece la realidad de la Presencia Real, sino que también nos recuerda el Antiguo Pacto, en el que el Lugar Santísimo estaba contenido en una tienda, el Tabernáculo de Moisés. La obra de Bardet podría verse como un gesto “ecuménico”, una forma de pretender que la Sagrada Eucaristía no tiene más importancia que lo que había antes en el Antiguo Testamento.
Esto no sólo oscurece la realidad de la Presencia Real, sino que también nos recuerda el Antiguo Pacto, en el que el Lugar Santísimo estaba contenido en una tienda, el Tabernáculo de Moisés. La obra de Bardet podría verse como un gesto “ecuménico”, una forma de pretender que la Sagrada Eucaristía no tiene más importancia que lo que había antes en el Antiguo Testamento.
El “tabernáculo”: un adefesio triangular sin sentido de palacio para la Presencia Real
El interior rediseñado de la Catedral de Notre Dame está lejos de ser la única iglesia que ha sido secuestrada por progresistas. Aún así, dada su gran importancia para la cristiandad, esta “remodelación” marca una nueva etapa en la Revolución. Muestra que la crisis en la Iglesia ha llegado a su núcleo, con el objetivo de erradicar los últimos vestigios del espíritu católico.
Esto debería recordarnos, como contrarrevolucionarios, nuestra grave obligación de defender a Cristo y a Su Santa Madre y execrar en voz alta profanaciones como ésta. A medida que se acercan los castigos, rechacemos retirarnos de la batalla.
Esto debería recordarnos, como contrarrevolucionarios, nuestra grave obligación de defender a Cristo y a Su Santa Madre y execrar en voz alta profanaciones como ésta. A medida que se acercan los castigos, rechacemos retirarnos de la batalla.
El “relicario” que sostiene la Corona de Espinas parece
una diana en un campo de tiro
Nota:
1) La catedral fue diseñada para oponerse a la herejía cátara. Los cátaros negaron la divinidad de Cristo, por lo que la fachada de la catedral se divide en tres partes para representar a la Santísima Trinidad. https://www.youtube.com/watch?v=i5nODJ3Sum4
Tradition in Action
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