domingo, 3 de marzo de 2024

EL PRÓXIMO PAPA: EL IDENTIKIT DE DEMOS II

Dos años después del texto firmado por “Demos”, un nuevo documento vinculado a él define las siete prioridades del próximo cónclave para reparar la confusión y la crisis creadas por este pontificado.


La Nuova Bussola Quotidiana ha publicado en exclusiva y en seis idiomas un documento destinado a circular entre los cardenales de cara al próximo cónclave y entre los fieles como elemento de reflexión sobre las prioridades de la Iglesia. El autor principal es un cardenal que ha recogido sugerencias de otros cardenales y obispos que desean permanecer en el anonimato por los motivos explicados en la carta.


EL VATICANO DEL MAÑANA

En marzo de 2022 apareció un texto anónimo –firmado “Demos” y titulado “El Vaticano hoy”- que planteaba una serie de serias preguntas y críticas sobre el pontificado del Papa Francisco. Las condiciones de la Iglesia desde que apareció ese texto no han cambiado materialmente, y mucho menos han mejorado. Por lo tanto, las reflexiones aquí propuestas pretenden basarse en las originales a la luz de las necesidades del Vaticano de mañana.

Los últimos años de un pontificado, cualquier pontificado, son un momento para evaluar la condición de la Iglesia en el presente y las necesidades de la Iglesia y sus fieles en el futuro. Está claro que la fuerza del pontificado del Papa Francisco es el creciente énfasis que ha dado a la compasión hacia los débiles, la solidaridad hacia los pobres y marginados, la preocupación por la dignidad de la creación y los problemas ambientales que de ella surgen, y a los esfuerzos acompañar en sus cargas a los que sufren y a los alienados.

Sus deficiencias son igualmente evidentes: un estilo de gobierno autocrático, a veces aparentemente vengativo; cierto descuido en materia de derecho; una intolerancia al desacuerdo, incluso al desacuerdo respetuoso; y –lo que es más grave– un patrón de ambigüedad en cuestiones de fe y moral que causa confusión entre los fieles. La confusión genera división y conflicto. Socava la confianza en la Palabra de Dios y debilita el testimonio evangélico. Y el resultado hoy es una Iglesia más fracturada que en cualquier otro momento de su historia reciente.

Por lo tanto, la tarea del próximo pontificado debe ser recuperar y restablecer las verdades que lentamente se han ido oscureciendo o perdiendo entre muchos cristianos. Estos incluyen, aunque no se limitan a, algunos principios fundamentales: (a) nadie es salvo excepto a través de, y sólo a través de Jesucristo, como Él mismo ha dejado claro; (b) Dios es misericordioso pero también justo, y está íntimamente interesado en cada vida humana, perdona pero también nos pide cuentas, es a la vez Salvador y Juez; (c) el hombre es una criatura de Dios, no una invención de sí mismo, y es una criatura no sólo de emociones y apetitos sino también de intelecto, libre albedrío y destino eterno; (d) las verdades objetivas e inmutables sobre el mundo y la naturaleza humana existen y son conocibles a través de la Revelación Divina y el ejercicio de la razón; (e) la Palabra de Dios, registrada en las Escrituras, es confiable y tiene fuerza duradera; (f) el pecado es real y sus efectos son letales; y (g) Su Iglesia tiene tanto la autoridad como el deber de “hacer discípulos de todos los pueblos”. La incapacidad de abrazar con alegría esta obra de amor misionero y salvador tiene consecuencias. Como escribe Pablo en 1 Corintios 9:16: “¡Ay de mí si no anuncio el evangelio!”.

Algunas observaciones prácticas surgen de la tarea y de la lista anterior.

Primero: la verdadera autoridad se ve socavada cuando se utilizan medios autoritarios para ejercerla. El Papa es el sucesor de Pedro y el garante de la unidad de la Iglesia. Pero él no es un autócrata. No puede cambiar la doctrina de la Iglesia y no debe inventar ni alterar arbitrariamente la disciplina de la Iglesia. Gobierna la Iglesia colegiadamente con sus hermanos obispos en las diócesis locales. Y lo hace siempre en fiel continuidad con la Palabra de Dios y la enseñanza de la Iglesia. Los “nuevos paradigmas” y los “nuevos caminos inexplorados” que se desvían de ambos no son de Dios. Un nuevo Papa tendrá que restaurar la hermenéutica de la continuidad en la vida católica y reafirmar la comprensión del Vaticano II sobre el papel apropiado del papado.

Segundo: así como la Iglesia no es una autocracia, tampoco es una democracia. La Iglesia pertenece a Jesucristo. Es su Iglesia. Es el Cuerpo Místico de Cristo, compuesto de muchos miembros. No tenemos autoridad para cambiar sus enseñanzas para adaptarlas al mundo. Además, el sensus fidelium católico no es una cuestión de encuestas de opinión ni siquiera de la opinión de una mayoría de bautizados. Proviene sólo de aquellos que verdaderamente creen y practican activamente, o al menos intentan practicar sinceramente, la fe y las enseñanzas de la Iglesia.

Tercero: la ambigüedad no es ni evangélica ni acogedora. Al contrario, alimenta dudas e impulsos cismáticos. La Iglesia es una comunidad no sólo de Palabra y sacramento, sino también de creencia. Lo que creemos ayuda a definirnos y sostenernos. Por lo tanto, las cuestiones doctrinales no son cargas impuestas por insensibles “doctores de la ley”. Y ni siquiera son un acompañamiento cerebral para la vida cristiana. Al contrario, son vitales para vivir una vida cristiana auténtica, porque se refieren a aplicaciones de la verdad, y la verdad requiere claridad, no matices ambivalentes. Desde el principio, el papado actual se ha resistido a la fuerza evangélica y la claridad intelectual de sus predecesores inmediatos. El desmantelamiento y reorganización del Instituto Juan Pablo II en Roma y la marginación de textos como Veritatis Splendor sugieren una elevación de la “compasión” y la emoción a expensas de la razón, la justicia y la verdad. Para una comunidad creyente, esto es insalubre y profundamente peligroso.

Cuarto: la Iglesia católica, además de la Palabra, el sacramento y el credo, es también comunidad de derecho. El derecho canónico ordena la vida de la Iglesia, armoniza sus instituciones y procedimientos y garantiza los derechos de los creyentes. Entre los signos del actual pontificado se encuentran una excesiva dependencia del motu proprio como instrumento de gobierno y un desprecio y aversión general hacia los detalles canónicos. También aquí, como ocurre con la ambigüedad de la doctrina, el desprecio por el derecho canónico y el procedimiento canónico correcto socava la confianza en la pureza de la misión de la Iglesia.

Quinto: la Iglesia, como la describió bellamente Juan XXIII, es mater et magistra, la “madre y maestra” de la humanidad, no su obediente seguidora; la guardiana del hombre como sujeto de la historia, no como su objeto. Ella es la novia de Cristo; su naturaleza es personal, sobrenatural e íntima, no simplemente institucional. Nunca podrá reducirse a un sistema de ética flexible o análisis sociológico y remodelarse para adaptarse a los instintos y apetitos (y las confusiones sexuales) de una época. Uno de los principales defectos del pontificado actual es su retirada de una “teología del cuerpo” convincente y su falta de una antropología cristiana convincente… precisamente en un momento en que los ataques a la naturaleza y la identidad humanas se multiplican, desde el transgenerismo hasta el transhumanismo.

Sexto: Los viajes globales fueron tan útiles para un pastor como el Papa Juan Pablo II debido a sus dones personales únicos y la naturaleza de los tiempos. Pero los tiempos y las circunstancias han cambiado. La Iglesia en Italia y en toda Europa, patria histórica de la fe, está en crisis. El propio Vaticano necesita urgentemente una renovación de la moralidad, una limpieza de instituciones, procedimientos y personal y una profunda reforma de las finanzas para prepararse para un futuro más desafiante. Estas no son cosas pequeñas. Requieren la presencia, la atención directa y el compromiso personal de cualquier nuevo Papa.

Séptimo y último punto: El Colegio Cardenalicio existe para proporcionar asesoramiento de alto nivel al Papa y elegir a su sucesor tras su muerte. Este servicio requiere hombres de personalidad recta, sólida formación teológica, experiencia madura de liderazgo y santidad personal. También requiere un Papa dispuesto a pedir consejo y escuchar. No está claro hasta qué punto esto se aplica al pontificado del Papa Francisco. El pontificado actual ha puesto énfasis en diversificar el colegio, pero no ha logrado reunir a los cardenales en consistorios regulares destinados a promover una colegialidad genuina y confianza entre los hermanos. Como resultado, muchos de los votantes que votarán en el próximo cónclave no se conocerán realmente entre sí y, por lo tanto, pueden ser más vulnerables a la manipulación. En el futuro, si el colegio quiere cumplir sus propósitos, los cardenales que lo componen necesitarán más que un solideo rojo y un anillo. El actual colegio cardenalicio debería ser proactivo a la hora de conocerse unos a otros para comprender mejor sus diferentes visiones de la Iglesia, las situaciones de sus iglesias locales y sus personalidades, todos ellos factores importantes a la hora de reflexionar sobre el nuevo Papa.

Es comprensible que los lectores se pregunten por qué este texto es anónimo. La respuesta debería ser obvia para cualquiera que esté familiarizado con el entorno romano actual. La franqueza no es bienvenida y sus consecuencias pueden ser desagradables. Sin embargo, estas reflexiones podrían continuar durante muchas páginas más, subrayando en particular la fuerte dependencia del actual pontificado de la Compañía de Jesús, el reciente y problemático trabajo del Cardenal Fernández en el Dicasterio para la Doctrina de la Fe y el surgimiento de una pequeña oligarquía de confidentes con excesiva influencia dentro del Vaticano, todo esto a pesar de las afirmaciones de descentralización sinodal.

Precisamente por estas razones, las reflexiones que aquí se recogen pueden resultar útiles en los próximos meses. Se espera que esta contribución pueda ayudar a guiar las conversaciones necesarias sobre cómo debería ser el Vaticano en el próximo pontificado.

Demos II


No hay comentarios:

Publicar un comentario

Usted puede opinar pero siempre haciéndolo con respeto, de lo contrario el comentario será eliminado.