martes, 5 de marzo de 2024

5 DE MARZO: BEATO NICOLÁS FACTOR


5 de Marzo: Beato Nicolás Factor

(✞ 1583)

El bienaventurado Nicolás Factor nació en Valencia de España, de padres humildes y piadosos.

Desde muy pequeño comenzó a ejercitar la caridad con los enfermos, porque hallando a la edad de diez años, a la puerta del hospital de San Lázaro, a una pobre mujer cubierta de asquerosa lepra, con gran devoción se hincó de rodillas a sus pies y se los besó. Otro niño le preguntó cómo no tenía asco de poner los labios en cosa tan asquerosa. “No he besado -respondió el santo niño- las llagas asquerosas de esta pobrecita, si no las llagas preciosas y amabilísimas de Jesucristo”.

Creciendo en edad, era muy aventajado en las letras humanas, escribía santas poesías en lengua latina y castellana, tañía varios instrumentos, cantaba con voz excelente, y pintaba con singular habilidad imágenes de Cristo y de su Santísima Madre.

Cuando su padre estaba pensando en casarle, Nuestro Señor le llamó para su servicio en el convento de Santa María de Jesús que está a un cuarto de hora de la ciudad de Valencia. No hubo religioso alguno entre aquellos hijos de San Francisco que no se mirase en él como un espejo de perfección.

El Señor le glorificaba aún en el púlpito con raras y estupendas maravillas, porque casi siempre que predicaba se arrobaba con éxtasis seráficos elevándose algunas veces su cuerpo en el aire sin tocar con los pies el suelo, y después, cuando volvía en sí, proseguía el sermón tomando el hilo del discurso, donde lo había dejado.

Y no sólo predicando gozaba el siervo de Dios de estas delicias divinas, sino que también celebrando el divino sacrificio, dando la comunión, conversando de cosas santas, en su celda, en el confesionario, en las procesiones públicas, de suerte que por muchos años fue casi todos los días y por varias veces elevado en éxtasis que algunas veces duraban horas enteras.

En ese momento se le transformaba el semblante, poniéndosele muy encendido y hermoso, despidiendo a veces rayos de luz, y ardiendo sus carnes como ascuas. Predicando en Barcelona se elevó de la tierra más de un palmo en presencia de un numerosísimo grupo de personas. 

Visitaba en Valencia con singular a ficción el hospital de San Lázaro; y allí limpiaba a los leprosos y los lavaba con aguas odoríferas, les daba de comer, les hacía las camas, los desnudaba y los ponía en ellas, y con gran devoción se arrodillaba y les besaba las llagas.

Finalmente, después de una vida llena de maravillas y prodigios de caridad y penitencia, expiró pronunciando el dulcísimo nombre de Jesús, a la edad de sesenta y tres años. Quedó su sagrado cadáver flexible y exhalando suavísima fragancia durante los nueve días que estuvo expuesto para satisfacer a la devoción de los fieles, como consta por el testimonio de un jurídico reconocimiento. 

Le dieron sepultura en un lugar señalado, y en vista de los continuos prodigios que dispensaba Dios a los que imploraban su patrocinio, el sumo pontífice Pío VI le declaró beato en el año 1786.


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