18 de Marzo: El Arcángel San Gabriel
Los nombres que la Sagrada Escritura das a los santos ángeles, sirven para declararnos sus ministerios y oficios, y por eso aquel Príncipe valeroso que tomó la voz de Dios contra Lucifer, se llama Miguel, que quiere decir: ¿Quién como Dios?; y el que vino a curar a Tobías se llamaba Rafael, que se interpreta Medicina de Dios; y el que le anunció a la Virgen la Encarnación del Verbo Eterno, Gabriel, que significa Fortaleza de Dios, porque venía a anunciar al que había de ser Hombre y Dios, y en la flaqueza de nuestra carne mostrar el brazo fuerte de su divinidad.
Del ángel San Gabriel hallamos en las Divinas Letras haber aparecido al profeta Daniel, y señalándole el tiempo en el que el Mesías había de venir al mundo y librarle con su muerte del duro yugo de Satanás, cumplidas aquellas hebdómanas o semanas de años abreviadas y misteriosas.
El mismo San Gabriel apareció a Zacarías estando incensando el altar, y le anunció el dichoso nacimiento de su hijo San Juan Bautista, y el gozo universal que todos de él recibirían y la abundancia de gracia y de Espíritu Santo que tendría aquel niño aún en las entrañas de su madre.
Y finalmente vino a la Purísima Virgen y Reina del Cielo, Nuestra Señora, como secretario del Consistorio divino, para declarar lo que en él se había determinado de la Encarnación del Hijo de Dios, tomándola a ella por Madre.
Las tres embajadas del Arcángel San Gabriel si bien se miran, hallamos que todas se enderezan a un mismo fin y eran parte del profundísimo misterio de la Encarnación: porque Daniel descubrió el tiempo en que el Señor del cielo había de aparecer en la tierra, y el Deseado de las gentes había de dar por ellas su vida: y a Zacarías anunció el nacimiento de San Juan Bautista, que venía como precursor y aposentador del mismo Señor, para dárnoslo a conocer y mostrárnoslo con su dedo: y finalmente vino San Gabriel como glorioso mensajero de Dios a la Virgen Sacratísima, para declararle el misterio inefable de la Encarnación del Verbo Encarnado en su sagrado seno, y para disponerla y pedirle su consentimiento.
Por este respeto debemos hacer fiesta del gloriosísimo Arcángel San Gabriel y reverenciarle como nuncio enviado de Dios, y ministro de aquel beneficio incomparable que la infinita bondad del Señor hizo a todo el género humano.
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