miércoles, 13 de marzo de 2024

ADORANDO A GAIA

Por mucho que Francisco de Asís amaba la naturaleza, comprendió que nuestra primera responsabilidad es con Dios y no con la naturaleza. No está claro si el “papa” que lleva su mismo nombre piensa lo mismo.

Por Donald DeMarco


El mes pasado, el doctor en Psicología Jordan Peterson se sentó con el reportero Colm Flynn de EWTN (la Red de Televisión del Verbo Eterno) para discutir una variedad de temas, incluyendo la milagrosa recuperación de su esposa Tammy del cáncer, la pérdida generalizada de la fe en la Iglesia Católica desde la década de 1960, y la “fijación” del “papa” Francisco en el “cambio climático”.

El término “fijación” es una palabra utilizada por los psicólogos para indicar una anormalidad mental. El Dr. Peterson es profesor emérito de Psicología en la Universidad de Toronto. Enseñó en Harvard, donde fue nominado para el Premio Levenson de Enseñanza. Él entiende el significado de la palabra “fijación” . No le falta audacia para decir lo que percibe como la verdad de las cosas.

En cuanto al “cambio climático”, Francisco aboga por un poderoso gobierno mundial que no esté sujeto a las cambiantes condiciones políticas. Tal medida, ha señalado, “lograría el inicio de un nuevo proceso marcado por tres requisitos: que sea drástico, intenso y que cuente con el compromiso de todos. Si este punto de vista representa una “fijación” para una persona que se supone es la cabeza espiritual de la Iglesia Católica, ciertamente representa algo que es draconiano e irrealizable. Al mismo tiempo, Francisco ha criticado a los defensores provida por estar “obsesionados con el aborto”, a las monjas “por rezar demasiado” y a los filósofos por ser claros. También ha opinado que EWTN “trabaja para el diablo”.  

“No veo -comentó Peterson- qué tiene que ver la Iglesia católica con la 'crisis climática'... Simplemente la formulación está equivocada; la prioridad está equivocada. Y subrayó que la función más importante del líder de la Iglesia Católica es “Salvar almas... pero no adorando a Gaia”.


Peterson también criticó a Francisco por querer ser relevante. Pero la noción de relevancia de Bergoglio parece ser ajustarse a las costumbres del mundo secular. En Juan 17:9, leemos las palabras de Cristo: “No ruego por el mundo”. En griego, hay dos palabras distintas para “mundo”. Una es gaia, que se refiere al mundo que Dios creó, el mundo que, según el Génesis, es “bueno”. La segunda palabra es aion, que se refiere a la era o la edad. Esto es, el mundo secular creado por el hombre. Dada la prioridad que Francisco asigna a la “crisis climática” y su preocupación por ser relevante, cabe preguntarse si no está rindiendo culto a gaia tanto como a aion.

Juan el Evangelista explica por qué Cristo no oraría por el mundo (aion). En su explicación, establece una distinción entre estar “en el mundo” y “ser del mundo” (Juan 17:18-23). Este mundo no es nuestra residencia permanente. Estamos destinados a vivir con Dios en el otro mundo. Al estar “fijados” en este mundo, descuidamos la mayor importancia del mundo venidero. En este sentido, Peterson parece ir bien encaminado cuando subraya la importancia primordial del viaje del alma al Cielo y la importancia secundaria de la vida en este mundo.

En un episodio anterior de EWTN, Larry O'Connor, presentador de “O'Connor Tonight” en el Salem News Channel, habló de “la religión de la energía verde en este país, donde la gente ha sustituido a Dios por el medio ambiente. Están volviendo a los días paganos, adorando a los árboles y al sol, y eso es ridículo”. Aunque la palabra “adorar” puede resultar demasiado teatral, su comentario no carece de mérito. Michael Crichton, el difunto escritor de ciencia ficción, esbozó una religión medioambiental que supuestamente es una respuesta al destierro de nuestros padres primigenios del Edén y nuestra posterior caída en desgracia:  

Todos somos pecadores energéticos, condenados a morir, a menos que busquemos la salvación, que ahora se llama sostenibilidad. La sostenibilidad es la salvación en la iglesia del medio ambiente. Igual que los alimentos ecológicos son su comunión, esa hostia sin pesticidas de la que se empapan las personas adecuadas con las creencias adecuadas.
(Michael Crichton)

El paso de la teología a la “ecoteología” es muy real. La revista jesuita America ha apodado al ecologismo “una herejía americana”.

Jordan Peterson, en efecto, plantea lo que muchos considerarían una pregunta impertinente: ¿Es Francisco el “Pontifex Maximus” de la Iglesia Católica, o es el “papa” de “la iglesia del medio ambiente”? ¿No sería más prudente que Francisco se ocupara de los asuntos del alma humana y dejara la “crisis climática” a los científicos? ¿Por qué se quiere mostrar erudito donde no es competente?

Peterson no es católico, aunque atribuye a la Iglesia muchos aciertos. Peter Kreeft conjetura que el obstáculo final de Peterson para entrar en la Iglesia es una fe simple que no forma parte del sondeo filosófico. Algunos han supuesto que el obstáculo final es el propio “papa” Francisco

Otro Francisco, el de Asís, es el patrón de la ecología. Juan Pablo II le concedió formalmente este título en 1979. El ahora “san” Juan Pablo II era un apasionado del respeto a la naturaleza como parte del medio ambiente. Instó a su rebaño a “cuidar toda la Creación”, lo que incluye “el respeto a la vida y a la dignidad de la persona humana”. Por mucho que Francisco de Asís amara la naturaleza, comprendía que nuestra primera responsabilidad es para con Dios y no para con la naturaleza. Si amamos a Dios, respetaremos la naturaleza, que es Su creación. Atender a la naturaleza sin un sentido de responsabilidad hacia Dios equivale a tratar a la naturaleza como a un dios (gaia). Por lo tanto, la religión cristiana no descuida la naturaleza, sino que la subordina a su Creador. Las palabras de Peterson no habrán caído en saco roto.





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