domingo, 11 de febrero de 2024

LA FE PURA E INMCACULADA DE LA IGLESIA ESCONDIDA EN CATACUMBAS

Y muchos falsos profetas se levantarán, y engañarán a muchos; y por haberse multiplicado la maldad, el amor de muchos se enfriará. Mas el que persevere hasta el fin, éste será salvo (Evangelio de San Mateo, cap. 24, vers. 1-13)


En estos tiempos oscuros en que estamos viviendo, somos testigos directos de la ruina moral de la “Iglesia del Concilio”; a diario, sus “jerarcas” y “teólogos” parecen inmersos en la misión de desmontar la Fe de los Apóstoles, negando la Sana Doctrina, negando lo escrito en la Sagrada Escritura, desnudando de Poder a Dios, negando los Dogmas de Fe, contaminando el “culto” en base a experiencias personales, muchas veces llenas de una soberbia increíble y descalificando la Fe bimilenaria de la Iglesia para implantar su propia doctrina como objeto de verdad.


Esta Apostasía es tan evidente como contagiosa, ya que lo que empezó a principios del siglo XX con un grupúsculo de modernistas, perseguidos y condenados por los Papas, se ha convertido en un ejército, que actuando desde los resortes de la “Curia Romana”, valiéndose de la infraestructura eclesiástica, han creado una nueva religión, “católica” sólo de nombre, ya que se nutre de viejas, nuevas y falsas doctrinas, anatemizadas ayer y ensalzadas hoy, señalando así a Nuestro Señor como mentiroso, que nos aseguró que Él es “el mismo ayer, hoy y por los siglos” (San Pablo a los Hebreos, cap. 13, vers. 8).

La Apostasía, manifestada sin disimulo desde el inicuo “concilio Vaticano II”, en los últimos años ha envenenado a Roma con enseñanzas relativistas en cuanto al bien y al mal, como las recientes “bendiciones” a homosexuales y adúlteros, propuestas y firmadas por el “papa” Bergoglio, el mismo que asegura que la salvación es para “todos, todos y todos”, en un claro apostolado del indiferentismo religioso, herejía condenada por la Iglesia Católica... está claro que en esa falsa “iglesia” no les preocupa demasiado el destino de las almas: en el peor de los casos, el Infierno, si existe, “está vacío”, según sentencia del individuo que mancha la sotana blanca.

En estas últimas décadas hemos visto que si no se predica sobre el pecado, el hombre pierde la conciencia del bien y del mal, entrando de esta manera el alma en la conocida como Apostasía Moral; así ocurre en la “Iglesia del Concilio”, donde se impone el no hablar sobre el mal -tampoco se predica sobre la virtud- renunciando así a la conversión del pecador y aceptando que es mejor que el hombre permanezca como está, en base a una falsa “misericordia” que sólo arrastra al alma a una ciénaga, de lodo herético y ruina moral de la que es muy difícil salir.

Un buen Católico, que quiera conservar y perseverar en la Fe de Nuestro Señor Jesucristo, ha de abstenerse completamente de participar o tener colaboración alguna con la neo religión que predica la “Iglesia del Concilio, ya sea en Parroquias, Catequesis, Cofradías, Órdenes Terceras, grupos de oración, etc.

Si hay posibilidad de tener la asistencia de algún Sacerdote (válidamente ordenado) debemos acogernos a su guía para recibir los Sacramentos y tener la dicha de asistir al Santo Sacrificio de la Misa.

En caso contrario, si no podemos tener acceso a un Sacerdote íntegro, que profese la genuina Fe Católica, debemos mantenernos en Catacumbas, esto es, vivir al modo de los primeros Cristianos; en Catacumbas nada nos impedirá existir en continua oblación de nuestro día, en la observancia de la Santa Ley de Dios, rezando con piedad y a diario: desde por la mañana con el Ofrecimiento de Obras, buscando oportunamente un tiempo para el Santo Rosario, también realizando frecuentes Comuniones Espirituales, o elevando el alma al Cielo con la recitación frecuente de jaculatorias o con la práctica de alguna devoción particular, como al Sagrado Corazón de Jesús, o las Santas Llagas; en Catacumbas nunca dejemos de asirnos de la mano de Nuestra Santa Madre, usando Su Escapulario del Carmelo como prenda de consagración a Ella y arma efectiva en las luchas espirituales.

En Catacumbas, donde somos perseguidos, calumniados, marginados, pero en donde nos mantenemos Católicos al fin, apartados de la connivencia con el mundo y sus vanidades, libres de la herejía y del engaño modernista de crear un dios a nuestro acomodo, guerreros que afilan las armas del combate con la piedra de la Doctrina y del Magisterio Católicos, aguardando el pronto Regreso de Cristo como Justo Juez, que ha de separar, para siempre, la cizaña del trigo, que bendecirá a los que le han servido en espíritu y en verdad y que maldecirá eternamente a los que lo han negado delante de los hombres.


ALGUNOS TEXTOS ALUSIVOS A LA APOSTASÍA ACTUAL

Porque llegará el tiempo en que los hombres no soportarán más la sana doctrina; por el contrario, llevados por sus inclinaciones, se procurarán una multitud de maestros que les halaguen los oídos, y se apartarán de la Verdad para escuchar cosas fantasiosas. Tú, en cambio, vigila atentamente, soporta todas las pruebas, realiza tu tarea como predicador del Evangelio, cumple a la perfección tu ministerio.
II Timoteo, cap. 4, vers. 3-5


...habrá entre vosotros falsos maestros que introducirán encubiertamente herejías destructoras, y aun negarán al Señor que los rescató atrayendo sobre sí mismos destrucción repentina. Y muchos seguirán sus disoluciones...
2 Carta de San Pedro, cap. 2, vers. 1-2


Por lo que respecta a la Venida de Nuestro Señor Jesucristo y a nuestra reunión con él, os rogamos, hermanos, que no os dejéis alterar tan fácilmente en vuestro ánimo, ni os alarméis por alguna manifestación del Espíritu, por algunas palabras o por alguna carta presentada como nuestra, que os haga suponer que está inminente el Día del Señor.

Que nadie os engañe de ninguna manera. Primero tiene que venir la Apostasía y manifestarse el Hombre impío, el Hijo de perdición, el Adversario que se eleva sobre todo lo que que lleva el nombre de Dios o es objeto de culto, hasta el extremo de sentarse él mismo en el Santuario de Dios y proclamar que él mismo es Dios.

San Pablo en II Tesalonicenses, cap. 2, vers. 1-4


“Como los impíos no prevalecieron contra Él (Cristo), aun cuando lo amarraron con cuerdas, lo arrastraron al juicio, le vendaron los ojos, se burlaron de Él como un rey falso, lo hirieron en la cabeza como un falso Profeta, le arrastraron, y lo crucificaron, y en el ejercicio de su poder parecían tener un dominio absoluto sobre Él, de modo que Él cayó en tierra y casi fue aniquilado bajo sus pies; y como en el mismo tiempo en que estaba muerto y sepultado fuera de sus ojos, fue conquistador de todos, resucitó al tercer día y ascendió al Cielo, y fue coronado, glorificado e investido con Su Realeza y reina Rey de reyes y Señor de señores, así será con su Iglesia: aunque por un tiempo perseguida y, a los ojos del hombre, derrocada y pisoteada, destronada, despojada, burlada y aplastada, incluso en ese gran tiempo de triunfo las puertas del Infierno no prevalecerán.

En la Iglesia de Dios hay una resurrección y una ascensión, una realeza y un dominio, una recompensa de Gloria por todo lo que ha soportado. Como Jesús, necesita sufrir en el camino a su corona; así será coronada eternamente con Él.

Que nadie, entonces, se escandalice si la profecía habla de los sufrimientos por venir. Nos encanta imaginar triunfos y glorias para la Iglesia en la tierra, que el Evangelio sea predicado a todas las naciones, y que el mundo se convierta, y todos los enemigos sometidos, y no sé qué, hasta que algunos oídos se impacientan al oír que hay dispuesto, para la Iglesia, un tiempo de terrible juicio. Y así hacemos como los judíos de antaño, que buscaban un conquistador, un rey y la prosperidad; y cuando su Mesías vino en humildad y pasión, no lo conocieron. Así que, me temo, muchos de nosotros con nuestras mentes intoxicadas con visiones de éxito y victoria, no podemos soportar la idea de que hay un tiempo de persecución por venir para la Iglesia de Dios....

Los Santos Padres que han escrito sobre el tema del Anticristo y de las profecías de Daniel, sin una sola excepción, hasta donde yo sé, y son los Padres tanto del Oriente como del Occidente, los griegos y los latinos, todos ellos unánimemente, dicen que en los Últimos Tiempos del mundo, durante el reinado del Anticristo, el Santo Sacrificio del Altar cesará. En la obra sobre el Fin del Mundo, atribuida a San Hipólito, después de una larga descripción de las aflicciones de los últimos días, leemos lo siguiente:

“Las iglesias se lamentarán con gran lamentación, porque no se ofrecerá más Oblación, ni incienso, ni adoración aceptable a Dios. Los edificios sagrados de las iglesias serán como chozas; Y el precioso Cuerpo y Sangre de Cristo no se manifestará en aquellos días; la Liturgia se extinguirá; Cesará el canto de los salmos; la lectura de la Sagrada Escritura ya no será escuchada. Pero habrá tinieblas sobre los hombres tinieblas, lamentación tras lamentación, y aflicción tras aflicción.

Entonces la Iglesia será dispersada, echada al desierto, y será por un tiempo, como era al principio, invisible, escondida en Catacumbas, en cuevas, en montañas, en lugares de escondite; Por un tiempo será barrida, por así decirlo, de la faz de la tierra. Tal es el testimonio universal de los Padres de los primeros siglos....”.

La Palabra de Dios nos dice que hacia el Final de los Tiempos el poder de este mundo se volverá tan irresistible y tan triunfante que la Iglesia de Dios se hundirá bajo su mano, que la Iglesia de Dios no recibirá más ayuda de los emperadores, reyes, príncipes, legislaturas, naciones, pueblos, para resistir en contra de la fuerza y el poderío de su antagonista. Se le privará de protección. Se debilitará, desconcertará y se postrará, y estará sangrando a los pies de las potencias de este mundo”.


Cardenal Henry Edward Manning, 1861


La primera de las consecuencias de la apostasía de los Estados es la condenación eterna de una multitud de almas. Porque cuando el error está encarnado en fórmulas legales y en las prácticas administrativas, él penetra en los espíritus en profundidades donde se torna casi imposible extirparlo.

Cardenal Louis-Édouard Pie




“...ya no hay almas generosas ni persona digna de ofrecer la Víctima sin mancha al Eterno a favor del mundo.

Esta será la hora de las tinieblas. La Iglesia tendrá una crisis espantosa... Roma perderá la Fe y se convertirá en la sede del Anticristo... La Iglesia será eclipsada, el mundo quedará consternado...

Abolirán la Fe poco a poco, aún entre las personas consagradas a Dios; las cegarán de tal manera que, a menos de una gracia particular, esas personas tomarán el espíritu de sus malos ángeles: muchas casas religiosas perderán completamente la Fe y perderán a muchísimas almas.

...llamo a los Apóstoles de los Últimos Tiempos, los fieles Discípulos de Jesucristo que han vivido en el menosprecio del mundo y de sí mismos, en la pobreza y en la humildad, en el desprecio y en el silencio, en la oración y en la mortificación, en la castidad y en la unión con Dios, en el sufrimiento y desconocidos del mundo”.


Del Secreto de Nuestra Señora de La Salette, 1879


Como Ovejas sin Pastor


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