El Señor fue el que guio a Roma los pasos del pobre pescador de Galilea, desprovisto de todo humano recurso; y Dios es quien estableció allí la Cátedra de su Vicario en la tierra.
Entró San Pedro en Roma hacia el año 48 del Señor, y en el segundo del emperador Nerón, que fue el mayor monstruo de crueldad que había de perseguir a la Iglesia todavía naciente. Si consideras a San Pedro pobremente vestido, descalzos los pies, una alforja al hombro, y un báculo en la mano, encaminándose a Roma con intención de asentar en aquella capital de los césares el trono de su monarquía espiritual, no podrás menos de decir: Estas son cosas de Dios; si fueran empresas humanas no tuvieran ningún resultado.
Pero el Señor es el que guiaba a Roma los pasos del pobre pescador de Galilea, desprovisto de todo humano recurso; y Dios es quien estableció allí la Cátedra de su Vicario en la tierra, y quien la ha conservado por espacio de diecinueve siglos, y la conservará hasta el fin del mundo.
Esta es la Cátedra de la verdad que Jesucristo dejó establecida perpetuamente sobre la tierra para conservar sin alteración la Doctrina de su Santo Evangelio y enseñar a todos los hombres lo que han de saber y obrar para salvarse. Esta es la piedra fundamental de la Iglesia de Cristo, en la cual se han estrellado innumerables y poderosos enemigos, que jamás han cesado en su diabólico empeño de derribarla, y contra la cual, conforme a la promesa del Señor, no prevalecerá el poder del infierno.
En esta Cátedra gobernó San Pedro a la cristiandad por espacio de veinticinco años, y hasta ahora se guarda en Roma la pobre silla de madera en que se dice que se sentaba el glorioso Príncipe de los Apóstoles, y por ella ha obrado el señor muchos prodigios.
Reflexión: habiendo dicho Jesucristo a San Pedro: "Tú eres Pedro y sobre ti edificaré mi Iglesia", han de saber todos los fieles que quieren estar incorporados en este edificio espiritual, que han de estar unidos con esta primera piedra, y con la Fe y Doctrina de la Iglesia romana; que los sucesores de San Pedro enseñan; y que así como el miembro para tener vida ha de estar unido con su cabeza y el ramo con su raíz y el río con su fuente; así cualquier fiel y católico cristiano ha de estar unido con la Catedra de San Pedro y de sus sucesores, que después de Cristo son cabeza de todo el cuerpo de la Iglesia, fuera de la cual no se halla la vida, el espíritu y la gracia con que se sustenta.
Oración:
¡Oh Dios! que concediste a tu Apóstol, el Bienaventurado San Pedro,
la autoridad pontificia de atar y desatar, dándole las llaves del reino de los cielos,
concédenos por su intercesión que nos veamos libres de las ataduras y cadenas de nuestros pecados.
Por Jesucristo Nuestro Señor.
Amén.
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