Unos magos de Oriente recibieron aviso del nacimiento del Hijo de Dios por medio de la aparición de una estrella milagrosa. Dejaron su reino y fueron a Jerusalén a buscar a ese Dios. Turbóse Herodes ante la noticia; disimuló, sin embargo, su pavor, y rogó a los magos que regresaran a Jerusalén después que haber adorado al recién nacido, en Belén. Pero éstos, advertidos en sueños de que no volvieran a Herodes, retornaron a su país por otro camino.
MEDITACIÓN SOBRE LOS PRESENTES DE LOS MAGOS
I. Los Magos ofrendaron mirra a Nuestro Señor, para honrar su humanidad. Jesús es Hombre, y lo es por amor nuestro, porque por amor nuestro tomó un cuerpo semejante al nuestro. Amémoslo, pues, y ofrendémosle nuestro cuerpo.
Este cuerpo es vuestro, ¡oh Jesús mío!, disponed de él como os plazca, sano o enfermo, vivo o muerto. ¡Qué feliz sería si pudiese sufrir con Vos, para reinar un día también con Vos! Me habéis rescatado todo entero, a fin de poseerme todo entero (San Agustín).
II. Jesús es hombre, mas también es Rey. Por eso se le ofrenda oro. Es el dueño de nuestros bienes, Él nos los dio; debemos servirnos de ellos para honrarlo, para engalanar sus altares, para socorrer a los pobres. Ve a Jesús en sus pobres, con la fe de los Magos que, contemplando en el pesebre a un niño pobre y abandonado, lo reconocieron como a su Rey y a su Dios. Si eres pobre, ofrece a Jesús tu pobreza; esta ofrenda le será más agradable que todos los tesoros de la tierra.
III. Los Magos ofrecieron incienso a Jesús, y reconocieron así su Divinidad. El incienso que tú le debes presentar, es la oración que eleva a tu alma hasta Dios. Humíllate ante este Soberano, ofrécele todas las potencias de tu alma, adóralo, témelo. Acuérdate sobre todo que los Magos volvieron por otro camino; cambia de vida a ejemplo suyo, y después de haberte dado a Jesucristo, no te des más al mundo.
II. Jesús es hombre, mas también es Rey. Por eso se le ofrenda oro. Es el dueño de nuestros bienes, Él nos los dio; debemos servirnos de ellos para honrarlo, para engalanar sus altares, para socorrer a los pobres. Ve a Jesús en sus pobres, con la fe de los Magos que, contemplando en el pesebre a un niño pobre y abandonado, lo reconocieron como a su Rey y a su Dios. Si eres pobre, ofrece a Jesús tu pobreza; esta ofrenda le será más agradable que todos los tesoros de la tierra.
III. Los Magos ofrecieron incienso a Jesús, y reconocieron así su Divinidad. El incienso que tú le debes presentar, es la oración que eleva a tu alma hasta Dios. Humíllate ante este Soberano, ofrécele todas las potencias de tu alma, adóralo, témelo. Acuérdate sobre todo que los Magos volvieron por otro camino; cambia de vida a ejemplo suyo, y después de haberte dado a Jesucristo, no te des más al mundo.
Por el cambio de ruta, entendemos el cambio de vida (Eusebio).
ORACIÓN
Oh Dios, que en este día hicisteis que los gentiles conocieran a vuestro Unigénito,
dándoles una estrella por guía,
haced que, conociéndoos ya por la fe,
nos elevemos a la contemplación de vuestra gloria.
Por Jesucristo Nuestro Señor.
Amén.
Nota de la Editora: Este Santoral Tradicional está tomado del “VADEMECUM devocionario” del padre Santiago Lichius de la Congregación del Verbo Divino, impreso el 10 de septiembre de 1958, anterior a las reformas del concilio Vaticano II.
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