miércoles, 3 de enero de 2024

¿HA SIDO FRANCISCO “GENERALMENTE ACEPTADO” COMO PAPA?

La “adhesión pacífica” a Bergoglio como “papa” nunca ha existido realmente, ni siquiera entre los miembros declarados de la iglesia conciliar.


Como muchos lectores probablemente sepan, un breve ensayo del obispo Athanasius Schneider, titulado El obispo Schneider proclama: Francisco es el papa, ha circulado en las redes sociales católicas.

En él, el obispo Schneider hace numerosas afirmaciones cuestionables, ambiguas y rotundamente insostenibles que merecen un examen más detenido. Aquí me centraré principalmente en una sola, a saber, su alusión a la cuestión de la “aceptación general”.

En la frase inicial de su ensayo, Schneider afirma:
“No existe autoridad para declarar o considerar inválido a un Papa electo y generalmente aceptado como Papa”.
En primer lugar, en la medida en que Mons. Schneider quiere afirmar que no existe ninguna autoridad en la tierra capaz de deponer a un Papa legítimo, hay que estar de acuerdo.

Sin embargo, parece bastante seguro, basándose en la frase que sigue inmediatamente, que él (como muchos otros) también está sugiriendo que una vez que un hombre es “generalmente aceptado” como Papa, es, de hecho, un Papa válido, independientemente de cualquier obstáculo o impedimento que de otro modo podría impedirle ocupar el cargo papal. Él afirma:
“La práctica constante de la Iglesia hace evidente que incluso en el caso de una elección inválida, esta elección se perfecciona de hecho mediante la aceptación general del nuevo elegido por la abrumadora mayoría de cardenales y obispos”.
La frase anterior, en sí misma, no es objetable, pero sólo en la medida en que se entiende que aborda –y exclusivamente– cuestiones de validez en torno a una determinada elección papal que puede haber sido empañada por irregularidades canónicas o procesales que, por la letra de la ley, podría invalidar el acto.

Por ejemplo, si un cónclave válidamente reunido elige, y presenta a la Iglesia, a un hombre como Papa - incluso si hubiera ciertas, incluso serias, irregularidades de procedimiento, por ejemplo, papeletas que se contaron doblemente, otras papeletas que se perdieron, más votaciones celebradas en un día dado que las permitidas por la regla, etc. - “la aceptación general” de ese hombre como Papa “por la abrumadora mayoría de cardenales y obispos” serviría, como afirma el Obispo Schneider, para “sanar” esos defectos.

NR: Esta “curación” se refiere a los defectos en las elecciones. Punto.

Para ilustrar este punto, imaginemos un futuro cónclave tan infectado de “fervor ecuménico” que elija a alguien que no sea miembro de la Iglesia Católica (por ejemplo, un obispo ortodoxo cismático). En ese caso, ninguna cantidad de la llamada “aceptación universal pacífica”  por parte de nadie será capaz de “curar” este impedimento, convirtiendo así al elegido en un verdadero Papa.

La Catholic Encyclopedia afirma sucintamente lo obvio: 
“Por supuesto, la elección de un hereje, un cismático o una mujer sería nula y sin valor”.
Aun así, el obispo Schneider parece imaginar –o al menos parece sugerir– que la aceptación universal pacífica de un hombre como Papa es capaz de curar prácticamente todos los impedimentos concebibles, convirtiendo el reclamo de ese hombre al papado en un “hecho dogmático”.

En apoyo de este argumento erróneo, se cita con mayor frecuencia y de forma selectiva el comentario del cardenal Louis Billot. (Presumiblemente, el obispo Schneider también tiene a Billot en mente).

Sin embargo, cuando se lee en contexto, se descubre que el tratamiento de Billot en realidad socava cualquier intento de declarar el papado bergogliano como un hecho dogmático basado en la llamada aceptación universal pacífica.

La cita más frecuentemente citada de los escritos de Billot por aquellos que insisten en que el reclamo de Bergoglio al papado es un hecho dogmático probado en virtud de la “adhesión pacífica” únicamente está tomada del Preámbulo de su Tractatus De Ecclesia Christi donde afirma:
…la adhesión pacífica de la Iglesia universal será siempre signo infalible de la legitimidad de la persona del Pontífice y, más aún, incluso de la existencia de todas las condiciones necesarias para la legitimidad misma.
Sin embargo, lo que inevitablemente se ignora cuando se cita a Billot en apoyo del reclamo de Bergoglio al papado es exactamente lo que concierne a esta “adhesión pacífica”. Billot explica:
Por lo tanto, desde el momento en que ha sido aceptado y unido a la Iglesia como cabeza del cuerpo, no podemos seguir considerando la cuestión de un posible error en la elección o de una [posible] deficiencia de cualquier condición necesaria para la legitimidad, porque la mencionada adhesión de la Iglesia cura radicalmente el error en la elección e indica infaliblemente la existencia de todas las condiciones requeridas.
El cardenal Billot deja claro que está abordando las cuestiones que puedan surgir en relación con el proceso electoral en sí. Punto final. Lo que dice es que la “adhesión pacífica” pone fin a esas cuestiones. Ciertamente no está sugiriendo que la llamada “aceptación universal pacífica” solucione todos los impedimentos concebibles al papado.

En otra parte del mismo Tractus, Billot confirma 
“el hecho de que la fe establece al caminante en el estado de ser miembro de la Iglesia de Cristo”.
Luego continúa:
“Ser miembro y ser cabeza están tan esencialmente ordenados que ser miembro es anterior a ser cabeza, como es evidente porque la cabeza debe ser miembro, pero no a la inversa. Luego lo que no es miembro no es cabeza”.
Lo más notable con respecto a Bergoglio es que el cardenal Billot afirma:
“Y así, un hombre carente de fe, como en el caso de un hereje, no es miembro de la Iglesia, por lo tanto, no es cabeza de la misma”.
El Cardenal Billot llega incluso a expresar su opinión de que un verdadero Papa que cae en la herejía (personalmente, a diferencia de un Papa que promulga la herejía en sus autorizadas enseñanzas, algo que la Iglesia nunca ha imaginado ni siquiera como una posibilidad remota), “por el mero hecho de que se convierte en infiel, se convierte en no-papa”.

Todavía no he visto a ningún comentarista de la esfera tradicional destacar esa cita concreta del Tractus de Billot.

Ahora que tenemos claro el tipo de cuestiones que la “adhesión pacífica” –o como dice el obispo Schneider, la “aceptación general” de un hombre como Papa– resuelve, consideremos lo que realmente implica la “adhesión pacífica”.

Según el cardenal Billot, la “adhesión pacífica” es mucho más que simplemente decir que un determinado hombre es Papa. Más bien, implica y se manifiesta mediante la participación de uno en la relación superior-súbdito que define el papado.

Billot escribe:
“No es necesario buscar muy lejos la prueba de esto [que la adhesión de la Iglesia universal es signo infalible de la legitimidad de un Pontífice determinado]... la encontramos inmediatamente en la promesa y en la providencia infalible de Cristo: 'Las puertas del infierno no prevalecerán contra ella', y 'He aquí que yo estaré con vosotros todos los días'. Porque la adhesión de la Iglesia a un falso Pontífice sería lo mismo que su adhesión a una falsa regla de fe, visto que el Papa es la regla viva de fe que la Iglesia debe seguir y que de hecho sigue siempre”.
El lector atento reconocerá que Su Eminencia está definiendo dos cosas muy importantes en este párrafo, a saber, la verdadera naturaleza de la “adhesión pacífica”, así como la verdadera naturaleza del papado.

En primer lugar, deja claro que la “adhesión de la Iglesia” debe entenderse como “adhesión a una verdadera regla de fe”.

En segundo lugar, afirma que “el Papa es la regla viva de la fe” y, además, dice que la Iglesia “debe seguir y de hecho siempre sigue” al Papa como tal.

Esto, amigos míos, es lo que implica una genuina “adhesión pacífica”.

¿Athanasius Schneider sigue y se adhiere a Francisco como su regla de fe? En otras palabras, ¿mide y conforma su propia comprensión de la fe según el magisterio papal [sic] de Francisco?

No claro que no. Mons. Schneider es muy conocido precisamente porque no sigue a Francisco como regla de fe. Lo mismo puede decirse de todos los clérigos famosos conservadores y figuras destacadas de los medios de comunicación.

Ante esto podríamos preguntar: ¿La “adhesión pacífica” por parte de quién establece una afirmación papal como un hecho dogmático?

Billot nos dice: “Adhesión de la Iglesia…” En otras palabras, adhesión por parte de quienes sostienen y manifiestan externamente la verdadera fe.

¿Y qué diremos de aquellos que se adhieren a Francisco como su regla de fe? Por ejemplo, aquellos que obedientemente dan su consentimiento religioso a las enseñanzas y predicaciones diarias de Jorge Mario Bergoglio, a sus decretos “autorizados”, como Amoris Laetitia, Fratelli Tutti, Laudato Si', Traditionis Cojones, etc.?

A pesar de su presunta sinceridad, estas personas no profesan la Fe Católica. Por lo tanto, su “adhesión pacífica” a Francisco no verifica en absoluto su pretensión papal.

Dicho esto, yo diría que la “adhesión pacífica” a Bergoglio como “papa” nunca ha existido realmente, ni siquiera entre los miembros declarados de la iglesia conciliar.

En su tratamiento del asunto, el padre E. Sylvester Berry (en ingles aquí) alude al “consentimiento prácticamente unánime de los obispos y fieles al aceptar... a un Romano Pontífice como legítimamente elegido”.

Desde el 13 de marzo de 2013, la recepción de Bergoglio dista mucho de alcanzar una “unanimidad práctica”. A lo largo de la última década, teólogos, sacerdotes, obispos y cardenales se han mostrado cada vez más reacios a adherirse pacíficamente a Francisco como regla de fe.

Por último, considere lo siguiente del eminente teólogo preconciliar, Mons. Gerard Van Noort:
Cuando alguien ha actuado constantemente como Papa y ha sido reconocido teórica y prácticamente como tal por los obispos y por la Iglesia universal, es claro que el magisterio ordinario y universal está dando un testimonio del todo claro de la legitimidad de su sucesión. (Sources of Revelation, p. 265)
La palabra “constantemente” nos dice que se trata de algo mucho más que caminar hacia la logia de San Pedro vestido como un Papa. Como mínimo, actuar constantemente como Papa implica manifestar la Verdadera Fe, uno de los requisitos para ser miembro de cualquier rango en la Iglesia. Actuar como Papa también implica necesariamente enseñar y defender la misma. 

No es ninguna exageración decir que desde el primer día, el hombre conocido como “Francisco” ha manifestado constantemente una aversión a la Verdadera Fe, ¡hasta el punto de negar la Señal de la Cruz! 

Lejos de una práctica “unanimidad” de la Iglesia reconociendo a Bergoglio “actuando como Papa”, un considerable (y creciente) número de comentaristas ha, desde el primer día, reconocido públicamente y comentado el grado en que no ha actuado así.

Conclusión: Nunca ha existido una adhesión pacífica y universal al “papado” de Bergoglio; de hecho, todo lo contrario. 

Estrictamente hablando, esto puede no ser suficiente para establecer, como un hecho dogmático, que Francisco es un antipapa, pero ciertamente se acerca.


akaCatholic


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