Hay bendiciones propias de los sacerdotes y otras propias de los laicos.
La Doctrina básica sobre la bendición es que sólo Dios puede producir en sus criaturas los efectos de su bendición. Sin embargo, el poder de bendecir, que es esencialmente divino, fue comunicado por Dios a aquellas criaturas que lo representan en la tierra. Mientras que Dios, cuando bendice, produce directamente y por Su propia autoridad los efectos de una bendición, sus representantes y sus ministros bendicen invocando Su nombre y por súplica (Dictionnaire de Theologie Catholique, Vancant & Mangenot, entrada Benediction).
Hay tres tipos de representantes de Dios incluidos en esta enseñanza: aquellos que representan a Dios por autoridad natural (los padres de familia), religiosa (los sacerdotes) o civil (los reyes). (Dictionnaire de la Bible, Vigouroux, entrada Benediction; Dictionnaire d'Archeologie Chretienne, Cabrol & Leclercq, entrada Benediction)
Las bendiciones de los ministros sagrados se hacen en nombre de la Iglesia. Las bendiciones de los padres de familia son bendiciones privadas.
1. Bendición propia de los ministros de la Iglesia
La Iglesia divide las bendiciones reservadas a sus ministros (Papa, Obispo, sacerdote, diácono o lector) en bendiciones constitutivas e invocativas.
Una bendición constitutiva es aquella por la cual una persona o cosa pasa a estar destinada permanentemente al culto divino. Por ejemplo: la ordenación de un sacerdote o la consagración del cáliz para la Misa.
Una bendición invocativa es aquella por la que se piden gracias para el beneficio espiritual de personas o cosas. Por ejemplo: la bendición de una mujer después de su parto, la bendición de los campos para dar buenas cosechas. (Código de Derecho Canónico, 1917, cánones 1145-1147; Dictionnaire de Droit Canonique, Naz, entrada Sacramentaux )
2. Bendición propia de los padres
A. Costumbre antigua
Es costumbre desde tiempos inmemoriales que los laicos bendigan a sus hijos y a sus amigos o maldigan a sus enemigos.
Así, Isaac bendijo a Jacob y con esta bendición sustituyó a Esaú. Jacob bendijo a los hijos de José, poniendo sus manos sobre sus cabezas. Moisés bendijo a todos los israelitas antes de morir. Salomón bendijo a todo el pueblo cuando el Templo fue dedicado a Dios. Balaam bendijo a Israel por orden del Señor, etc.
La bendición de los niños era también una antigua costumbre entre los paganos. Toda la obra teatral Edipo Rey del dramaturgo griego Sófocles se basó en la bendición/maldición que recibió Edipo al nacer.
B. Doctrina
El poder dominativo, dice Suárez, no pertenece al poder de las llaves y, por lo tanto, no viene de Cristo a través de un don especial dado a la Iglesia... El poder dominativo es el poder del cabeza de familia sobre sus hijos, del amo sobre sus siervos. Se distingue claramente de la potestad de las llaves y, por consiguiente, de la potestad de jurisdicción propiamente dicha. (Dictionnaire de Droit Canonique, R. Naz, entrada, Abbesses)
C. Base en las Escrituras
En Eclesiástico leemos: “La bendición del padre establece las casas de los hijos; pero la maldición de la madre arranca los cimientos” (3,11)
El padre Cornelius a Lapide comenta este versículo:
Por lo tanto, veis que los padres pueden bendecir a sus hijos sin ningún problema. La bendición puede consistir en palabras simples: “Dios te bendiga”, o hacer la Señal de la Cruz en el aire sobre ellos o en sus frentes. La Señal de la Cruz equivale a afirmar que Nuestro Señor Jesucristo es Dios y le estáis orando para que proteja a vuestros hijos. No usurpáis ninguna prerrogativa de los ministros de la Iglesia; sólo estáis usando vuestra propia autoridad paternal natural como representante de Dios.“Aquí se promete una recompensa a los hijos que honran a sus padres. Éstos los bendecirán, desearán el bien para ellos y rogarán a Dios que tengan todo el bien posible. Esta bendición de los padres se la da Dios por la autoridad de su derecho señorial y paterno. Es normalmente eficaz y llevada a efecto por Dios.Por 'casas' no debemos entender sólo las moradas materiales, sino más que eso, la descendencia y la familia. De ahí que el versículo se traduzca: 'La bendición del padre hace que el hijo se adorne con una descendencia rica, honrada y espléndida y una familia que perdurará'. Pero la maldición de la madre lo destruye hasta sus cimientos; es decir, destruye y aniquila la descendencia y la familia, sus bienes y honores.
Ejemplos de bendiciones son la bendición de Noé a Sam y Jafet, la bendición de Abraham a Isaac y la de Isaac a Jacob. Esto muestra claramente que el fundamento y raíz de la familia y de la felicidad de los hijos es el honor de los padres”. (Ecclesiasticum 3:11)
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