Por Jonathan Liedl
“Al igual que la gramática de nuestras lenguas cambia a medida que se desarrollan, también lo hace la gramática de la sinodalidad: cambia con el tiempo”, dijo el cardenal Jean-Claude Hollerich, “relator general” de la XVI Asamblea Ordinaria del sínodo de los obispos, en unas observaciones preparadas al comienzo de la sesión de la tarde.
Descubrir una nueva gramática de la sinodalidad, término que significa “caminar juntos”, puede ser el objetivo declarado del sínodo, que continuará durante todo el mes y concluirá con una asamblea final en octubre de 2024. Pero en su jornada inaugural, los líderes sinodales también destacaron las muchas maneras en que la reunión actual rompe el molde de los anteriores sínodos de los obispos.
El cardenal Mario Grech destacó que, “por primera vez”, se ha incluido en el sínodo a personas que no son obispos, incluidos “laicos y laicas, religiosos y religiosas, diáconos y presbíteros, que ya no son 'excepciones a la norma', sino miembros de pleno derecho en la Asamblea”.
El 27% de los 365 miembros con derecho a voto de la Asamblea no son obispos, entre ellos 54 son mujeres. También participan en el proceso unos 80 miembros sin derecho a voto, entre “expertos” y “facilitadores”.
“Ninguna delegación podría representar adecuadamente la totalidad del ‘Pueblo de Dios’, el sujeto del sensus fidei”, o sentido de los fieles, dijo Grech, que dirige la oficina vaticana que organiza el sínodo de los obispos. También añadió que el sínodo no podía considerarse una “plena re-presentación” de la Iglesia, porque no incluía la plena participación del Colegio Episcopal, como en un concilio ecuménico.
“Pero estas hermanas y hermanos nos recuerdan con su sola presencia la unidad del proceso sinodal”, dijo el prelado maltés.
El marco y la disposición singulares del sínodo de la sinodalidad -que no se celebra en el Aula del Sínodo, sino en el Aula de Audiencias Pablo VI, fueron también uno de los temas centrales de los discursos de apertura.
El cardenal Hollerich dijo que la decisión de que los participantes se sienten “no en orden jerárquico”, sino en mesas redondas para facilitar la discusión en pequeños grupos, no fue una decisión tomada desde arriba, sino que “refleja la experiencia del Pueblo de Dios” que participó en las etapas anteriores del sínodo de la sinodalidad. Ese proceso comenzó en 2021 y ha incluido fases diocesanas, nacionales y continentales.
También Bergoglio estaba sentado en una mesa redonda, aunque en la cabecera de la sala y ligeramente elevado. Bergoglio estaba acompañado en su mesa por los principales “organizadores del sínodo”, entre ellos Hollerich, Grech, la subsecretaria del Sínodo, la hermana Nathalie Becquart, y el Patriarca Ibrahim Isaac Sidrak, cabeza de la Iglesia católica copta y presidente delegado de la jornada inaugural.
Quienes pronunciaron los discursos de apertura, incluido Bergoglio, lo hicieron sentados. En cada mesa había cámaras que captaban las imágenes de los oradores y las mostraban no sólo en una gran pantalla situada en la parte delantera de la sala, sino también en las cuatro pantallas de cada mesa redonda.
Hollerich añadió que “las mesas redondas también nos recuerdan que ninguno de nosotros es la estrella en este Sínodo”, afirmando que el “protagonista del evento es el Espíritu Santo”. El cardenal también sugirió que los obispos que “no fueron muy activos” en las etapas precedentes del sínodo “pueden enfrentarse a desafíos” con la disposición, mientras que muchos de los miembros no obispos, por el contrario, participaron activamente en la etapa continental del sínodo.
Los organizadores del sínodo reconocieron que el proceso que había conducido al actual sínodo sobre la sinodalidad no había estado exento de dificultades.
Sidrak dijo que “al principio, no fue fácil”, ya que muchos se sentían “un poco desorientados” por las novedades de un proceso sinodal plurianual que pretendía una participación global. Grech también añadió que algunos con los que se había encontrado en etapas anteriores se mostraban “recelosos” .
Los líderes del sínodo también dijeron que las etapas previas del sínodo legitimaban la actual asamblea. Grech dijo que “toda la Iglesia y todos en la Iglesia tuvieron la oportunidad de participar en el proceso sinodal”, mientras que Sidrak añadió que la asamblea sinodal “fue preparada por una consulta al ‘pueblo de Dios’, a todos y cada uno de los bautizados, cada uno según su propio carisma, de una manera aún más viva, real y concreta”.
El cardenal Hollerich dijo que la tarea de la asamblea de “descubrir una gramática contemporánea de la sinodalidad no partiría de cero”, sino que se construiría sobre la “rica tradición teológica de la Iglesia sobre la sinodalidad”, así como sobre el magisterio de los papas, “especialmente del papa Francisco”.
El “relator general” del sínodo también añadió que el proceso se guiaría por “reglas básicas que nunca cambian”: la dignidad bautismal, el ministerio petrino, la colegialidad episcopal, el ministerio ordenado, el sacerdocio común de los fieles y “su interrelación”.
Hollerich también dijo que el “trabajo de discernimiento común” del sínodo no debe ser un debate parlamentario - “una batalla entre la posición A y B” y entre los llamados conservadores y los llamados progresistas- sino “caminar con Cristo dentro de su Iglesia”.
Una vez concluida la jornada inaugural del sínodo sobre la sinodalidad, los participantes entran en una serie de debates y votaciones, con acceso limitado a la prensa o a los medios de comunicación. Se dedicarán cuatro “módulos” a las cuestiones incluidas en el Instrumentum laboris, el documento elaborado a partir de los resultados de las etapas sinodales anteriores, con una última sesión dedicada a debatir y aprobar un “informe de síntesis” final.
Hollerich dijo que su “más sincero deseo” es que la asamblea de octubre de 2023 elabore una “hoja de ruta” para el año siguiente.
“Idealmente, esta hoja de ruta debería indicar dónde sentimos que se ha alcanzado el consenso entre nosotros y, sobre todo, dentro del 'pueblo de Dios', estableciendo los posibles pasos a emprender como respuesta a la voz del Espíritu”, dijo. “Pero también debería decir dónde es necesaria una reflexión más profunda y qué podría ayudar a ese proceso de reflexión”.
Catholic World Report
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