Es importante reconocer la inevitabilidad del sesgo en las narrativas históricas y aprender a ver a través de él.
Por Phillip Campbell
Para la mayoría de nosotros, la palabra “campo de batalla” evoca imágenes de lugares históricos asociados con conflictos, como los campos de Gettysburg o las playas de Normandía.
Los campos de batalla de hoy, sin embargo, son tanto ideológicos como físicos. La propia historia se ha convertido en un campo de batalla en la guerra cultural.
Hay mucho en juego: están en juego cuestiones fundamentales sobre la identidad, el patrimonio y los valores. ¿Qué significa tu nacionalidad? ¿Qué significa ser católico? ¿Cómo debemos evaluar nuestras historias, tanto nacionales como eclesiásticas? ¿Deberíamos celebrarlas o deberíamos pedir disculpas por ellas?
Proliferan libros, videos y comentarios históricos sesgados, que argumentan tal o cual punto de vista, a veces albergando vitriolo apenas velado (o no tan apenas velado) contra la Fe Católica y la civilización occidental en general.
Dado el estado de las cosas, a menudo se me acercan padres católicos preocupados por cómo esta guerra del pasado podría afectar a sus hijos. ¿Cómo se puede vacunar a los niños contra los peligros que plantean las fuentes históricas que están sesgadas contra la Fe? Con tanta basura ahí fuera, ¿cómo pueden las familias separar lo bueno de lo malo? ¿Cómo podemos educar a nuestros hijos para que sean lectores críticos de la historia, capaces de reconocer escritos sesgados, conservar lo bueno y desechar lo malo?
No existe una respuesta infalible, e incluso los más prudentes de nosotros hemos sido víctimas de un engaño o nos hemos dejado engañar por una perspectiva sesgada. Sin embargo, creo que hay varios caminos que podemos tomar con nuestros hijos para desarrollar su inmunidad a la historia sesgada.
1. Cultivar en tus hijos un amplio conocimiento de la historia.
Una de las razones por las que la gente es engañada por un análisis histórico sesgado es porque carece de un conocimiento suficiente de la historia para darse cuenta cuándo está siendo engañada.
A modo de analogía, una persona que come sano en general será mejor para discernir el valor nutricional de determinados alimentos que otra que no presta atención a la nutrición. Un atleta con un entrenamiento integral en muchos tipos de ejercicios puede juzgar mejor lo que constituye un buen régimen de entrenamiento que un novato. De manera similar, es más probable que alguien que tiene un conocimiento profundo de la historia se dé cuenta de si algo anda mal que alguien cuyo conocimiento histórico es irregular. Así que, en primer lugar, comprométete a una sólida educación histórica para tus hijos.
2. Exponerlos intencionalmente a ejemplos de análisis sesgados.
La mejor manera de evitar la hiedra venenosa es informarse sobre su apariencia para poder reconocerla cuando la encuentre. En mis clases de historia, a menudo les pido a mis alumnos que lean muestras de escritos históricos claramente sesgados para ayudarlos a ver cómo se ve el sesgo. Les pido que reflexionen sobre preguntas como: “¿Dónde crees que residen las simpatías del autor? ¿Cómo puedes saberlo? ¿Qué tipo de apelaciones a las emociones encuentras en los escritos del autor?” Este tipo de preguntas enseñan a los estudiantes a pensar críticamente sobre lo que están leyendo para poder separar los hechos de las opiniones. Dado que inevitablemente estarán expuestos a escrituras sesgadas en la edad adulta, es importante presentárselas ahora en un ambiente controlado para que puedan aprender a reconocerlas.
3. Aprender la diferencia entre hechos y narrativas.
Siguiendo con nuestro punto anterior, es importante ayudar a los niños a separar los hechos históricos de la narrativa histórica. Un hecho es un simple punto de la historia, como “Lincoln fue asesinado en abril de 1865” o “San Pedro fue el primer obispo de Roma”. La narrativa, por otra parte, es la interpretación que hace el autor de lo que significan los hechos históricos. Por ejemplo, es innegable que durante las Cruzadas miles de católicos invadieron Tierra Santa en un intento de retomar Jerusalén. Es un hecho.
4. Obtener conocimientos de múltiples fuentes.
Asegúrese de que su conocimiento histórico provenga de más de una fuente. Este consejo es válido para cualquier tipo de conocimiento. Es peligroso obtener toda la información de un pequeño puñado de sitios web, de un único canal de noticias o de un solo autor. Esto es similar a comer sólo un grupo de alimentos o hacer sólo un ejercicio. La variedad es clave. Cuando obtienes información de múltiples fuentes, hay una especie de efecto de controles y contrapesos a medida que varios autores complementan y equilibran las cuentas de los demás, brindando una evaluación de la historia más completa de la que podrías obtener de un solo autor.
Cuando estudio un acontecimiento complejo como, por ejemplo, la Revolución Francesa, me gusta leer libros que presenten múltiples perspectivas: la revolución tal como la experimentó la Iglesia Católica, los movimientos políticos dentro de la revolución, la filosofía de los revolucionarios, la economía de la revolución, etcétera.
Obviamente, es probable que un niño no tenga tiempo para realizar estudios tan completos, pero aun así se pueden utilizar una variedad de fuentes. Por ejemplo, si su hijo está estudiando la Italia del Renacimiento, puede complementar su trabajo de curso con una lectura de ficción histórica, un documental o podcast en línea y una visita al museo de arte local. Además de ofrecer varias perspectivas, este enfoque es más inmersivo y probablemente sea más memorable para su hijo.
5. Aceptar que existe el sesgo.
Finalmente, debemos simplemente aceptar que existe sesgo en la escritura histórica, en mayor o menor grado; no sólo sesgo malicioso, sino incluso sesgo entre autores con las mejores intenciones. Como somos seres humanos, nunca podemos escapar por completo de los prejuicios, pero podemos aprender a ser conscientes de ellos y a tenerlos en cuenta cuando estudiamos historia.
También podemos reconocer que el sesgo en sí mismo puede tener valor histórico.
Por ejemplo, para tener una idea más contemporánea, podemos observar la cobertura mediática sesgada sobre un candidato político que nos ejemplifica sobre la filosofía política de ciertos medios de comunicación. Ayudar a los niños a reconocer este tipo de insinuaciones en la cobertura de los medios es una excelente manera de practicar el pensamiento crítico sobre la información que reciben.
El conocimiento requiere una vigilancia constante sobre la información que consumimos y las conclusiones que extraemos de ella. Si bien nunca podremos eliminar los prejuicios, al menos podemos equipar a nuestros hijos con las herramientas para reconocerlos e involucrarlos de manera constructiva.
National Catholic Register
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