La Hermana italiana clarisa, Massimiliana Panza, y su compañera de la Orden, Angela Maria Punnacka, de la India, fueron obligadas a abandonar el convento en Ravello, una ciudad en la paradisíaca costa de Amalfi.
Quedó así sola la Hermana María Cristina Fiore, de 97 años, que vive en el convento desde 1955 y que actualmente está siendo atendida por otra comunidad de Hermanas hasta que el Vaticano decida su futura residencia.
Capilla del monasterio de las Hermanas Clarisas en Ravello
En 2021, el Dicasterio para la Vida Consagrada decidió que el monasterio de Ravello debía cerrarse debido al escaso número de residentes. De las 42 hermanas que alguna vez vivieron allí, solo quedaron Panza, Punnacka y Fiore. La junta de las Clarisas en Italia estuvo de acuerdo con esa decisión.
Punnacka y Panza, sin embargo, pensaron lo contrario. En un último esfuerzo por salvar su monasterio, propusieron transferir su propiedad al Vaticano. De acuerdo con sus planes, el complejo del monasterio podría usarse para proyectos de caridad, mientras ellas podrían continuar viviendo allí.
'Hermanas rebeldes'
El Vaticano acogió con beneplácito la recepción del complejo, pero consideró que no se debía permitir la permanencia de las Hermanas y ordenó que fueran enviadas a diferentes comunidades del país. Panza y Pannacka se negaron, después de lo cual los medios locales las llamaron "Hermanas rebeldes".
Las Hermanas expulsadas del convento
Al final, ambas mujeres fueron expulsadas de la vida religiosa por su tenacidad. Según el derecho canónico, un miembro de una Orden Religiosa puede ser expulsado por “desobediencia obstinada a los preceptos legítimos de los superiores en asuntos graves”.
Significado histórico
El ayuntamiento de Ravello se ha pronunciado en contra del cierre, según los medios locales, citando la importancia histórica y cultural del monasterio del siglo XIII.
Tras el exilio de las dos hermanas del convento y de la vida religiosa, un ex alcalde de Ravello, Paolo Imperato, que también es presidente de una asociación cultural, ha prometido “continuar la lucha para devolver la verdad, la justicia y la dignidad a la 'desobediencia' de estas Hermanas”.
Pero la historia del Monasterio de las Clarisas de Santa Chiara en Ravello, en la costa de Amalfi, sigue interesando a políticos y ciudadanos.
La comunidad exige saber la verdad
“El convento tiene derechos porque:
1) Tiene setecientos años de historia;
2) Ha jugado un papel directamente en el desarrollo económico y cultural de Ravello;
3) Por ser una comunidad local que siempre ha creído en los valores del cristianismo más auténtico;
4) En aras de la verdad respecto a tres “conciudadanas” tratadas como autoras de fechorías e ilegitimidades”.
Resumamos la historia:
El monasterio se encuentra en uno de los puntos más atractivos de Ravello, entre Villa Cimbrone y Villa La Rondinaia, y cuenta con un importante patrimonio inmobiliario: además del edificio, el monasterio conserva, fruto de donaciones aceptadas durante siglos de servicio a la comunidad local, también la propiedad del histórico Hotel Parsifal y tres locales comerciales en Piazza Fontana Moresca que, en conjunto, parecen rendir nada menos que 200 mil euros al año.
La pasada primavera, las tres monjas habían escrito a Bergoglio ofreciéndole todas las propiedades del monasterio para su caridad, cuyo valor oscila entre 50 y 60 millones de euros. El 25 de junio pasado desde el Vaticano el suplente de la Secretaría de Estado fue instruido por Bergoglio para comunicar a las monjas que aceptaba la donación, pero transmitiéndole a las tres monjas que hicieran las maletas y se fueran a donde las manden. El proceso de transferencia comenzó inmediatamente después.
Las tres monjas se negaron a abandonar el monasterio, e intentaron deshacer la donación y recuperar la propiedad del edificio, pero sus superioras les respondieron que la donación no se podía volver atrás, ya que el documento de aceptación de la donación estaba firmado por Bergoglio y por lo tanto, era inapelable.
Ante la resistencia de las monjas, los primeros días de Febrero, mediante un vergonzoso operativo policial, fueron obligadas a abandonar el Monasterio. Sor Massimiliana está ahora en casa de su familia, en la comuna de Nola, dando alojamiento a su Hermana Angela, originaria de India.
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