Por el padre Jorge González Guadalix
- Voy a dar una vuelta, que llevo una mañana trabajando como un negro.
- Vaya, no sabía que usted era racista.
- Y luego a comer con mi hermana, que hace unas tortillas de rechupete.
- Y encima machista, ya podría hacer la tortilla usted.
- Y por la tarde a misa, a ver qué me cuentan mis señoras.
- ¿Sus señoras? Que yo sepa que no le pertenecen.
- He estado hablando con Manolo del presupuesto de la calefacción, Vaya gitano que está hecho.
- Por favor, no ofenda a las minorías étnicas.
- No. Eso no, que para mi todos los hombres son iguales.
- Querrá decir hombres y mujeres, o mejor dicho personas, personos y persones.
- Tendré cuidado en utilizar metáforas. Mejor en corto y por derecho.
- ¿Ahora utiliza términos taurinos? ¿Es que usted es partidario del maltrato animal?
- Es que me gustan los toros.
- Claro, y no le importa el sufrimiento de los pobres animales.
- A este paso mejor me callo.
- ¿Callarse? Y para eso se ha hecho cura, para callarse?
- O mejor hablo.
- Le advierto que para lo que dice, mejor estaría callado.
- Hablaré solo de lo mío. Si Digo que Dios es bueno no pasa nada ¿o sí?
- Pues claro que pasa, porque si dice que es bueno está dando por hecho que es varón, y no tiene por qué.
- De acuerdo. Me limitaré a repetir lo de la cartilla: “mi mamá me ama, yo amo a mi mamá".
- Pues tampoco: es mejor hablar de progenitor A o progenitor B.
No. No se me asusten. Ayer alguien me dio un abrazo y me pidió: “no nos abandone". Claro que no. Diré no lo que yo quiera, sino lo que haya que decir en nombre de la Verdad, de la Fe y de la necesaria conversión a Jesucristo. Pero es que me apetecía sonreír un rato.
De profesión, cura
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