Fíjense, en la siguiente información, en la mirada del sacerdote. El tipo tiene el mismo aspecto que tu vecino, un día de verano, cuando está a punto de poner en marcha el cortacésped.
Este tipo de sacerdote está mostrando instantáneamente a cada persona con un cerebro funcional que tiene un problema. Un sacerdote al que no le importa parecer un sacerdote es un hombre que no cree en el sacerdocio.
Este tipo es un ejemplo obvio. Como sacerdote, su trabajo es trabajar para la salvación de las almas, no trabajar para la preservación de los derechos civiles. Sobre todo si, como en este caso, la medida está destinada a evitar el pecado mortal.
Por supuesto, la mayoría en Occidente dirá que esto no es parte de la tradición occidental. Incluso los Estados Pontificios toleraban los burdeles (de ahí la expresión, muy utilizada, de “casa de la tolerancia” para referirse a un burdel). Así que no, esto no está alineado con nuestros valores.
Pero ese no es el punto. El punto es por qué este tipo está militando sobre esto en lugar de tratar de salvar almas y, yendo más al punto, por qué este tipo no quiere parecerse a un sacerdote.
Creo que sé por qué. En mi experiencia, las personas que no quieren parecer sacerdotes no viven una vida digna de un sacerdote. Esto, a su vez, se debe a que han perdido la fe.
Cuando un sacerdote pierde la fe (si es que alguna vez la tuvo), buscará formas de sentirse bien consigo mismo, de conseguir esa autovalidación y sentido de propósito que su profesión ya no puede darle. Por lo tanto, crea un nuevo sentido para sí mismo, convirtiéndose en un activista por esto (justicia social) o aquello (derechos humanos) o aquello otro (cambio climático).
Este tipo incluso clama por el derecho de las personas a cometer pecados mortales; algo que, cualquiera que sea vuestra posición al respecto, no es conveniente ni apropiado para un sacerdote.
Se podría pensar que un sacerdote tiene la prudencia elemental para entender esto. A menos que, claro está, el tipo no quiera ser sacerdote.
Ojalá cada vez que uno de estos payasos sea atrapado clamando por su causa favorita, lo envíen a una parroquia muy remota, con una prohibición absoluta de entrevistas y otras declaraciones públicas.
Y con la obligación de llevar sotana en todo momento.
Nunca se sabe, a veces ocurren milagros.
Mundabor
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