domingo, 4 de septiembre de 2022

SOLO LA VERDADERA CARIDAD PUEDE TRIUNFAR EN EL IMPERIO DEL EGOÍSMO Y LA IMPUREZA

Uno no enfrenta los trucos diabólicos con medios puramente naturales. Estos medios sobrenaturales se reducen a tres principales, y debemos redescubrirlos continuamente.

Por Don David Pagliarani


Queridos fieles, amigos y bienhechores:

Sucedió con bastante frecuencia en la historia que el mundo de repente sintió que se estaba despertando diferente. En la antigüedad cristiana, por ejemplo, en un tiempo el mundo "se asombró al despertar a arriano", para usar la famosa expresión de San Jerónimo. Asimismo, en el siglo siglo XVI, un tercio de Europa se despertó protestante. En realidad, estos fenómenos no ocurrieron de la noche a la mañana, sino que fueron preparados por eventos progresivos. Sin embargo, dejaron realmente la impresión de una sorpresa porque los contemporáneos no captaron la gravedad de los diversos hechos que prepararon estas catástrofes. No se dieron cuenta de las consecuencias que estos hechos implicaban. En este sentido, pueblos enteros despertaron arrianos o protestantes, y cuando despertaron, ya era demasiado tarde.

Desafortunadamente, estamos en una situación similar. Vemos a nuestro alrededor cosas, comentarios, iniciativas que nos escandalizan, y corremos el riesgo de no captar todo su significado. A menudo, estos elementos se perciben como noticias que preocupan a los demás, pero que nunca nos afectarán a nosotros. Aprendemos sobre ellos, los odiamos, pero de alguna manera los ignoramos en la vida cotidiana. Esto significa que nuestros ojos no siempre están completamente abiertos para captar la influencia y el peligro de estas realidades sobre nosotros mismos, y especialmente sobre nuestros hijos. Hay que decirlo claramente: el mundo se está transformando en una Sodoma y Gomorra universal. No podemos escapar de ella mudándonos a otra parte, porque esta transformación es universal.


Sodoma y Gomorra Universal

Siempre es difícil jugar al profeta de la fatalidad, pero a veces no es posible evitarlo. Una cultura diabólica se está afianzando cada día más en el mundo. Después de haber rechazado a Dios por la apostasía y el ateísmo, la humanidad contemporánea inevitablemente quiere reemplazarlo. Y los resultados son satánicos. Es el hombre que pretende determinar el bien y el mal. Es él quien pretende elegir vivir o morir, ser tal o cual cosa, conceder la vida o suprimirla… En fin, decidir todo lo que Dios debía decidir, y eso a escala universal.

Pero lo peor de todo es que hay una clara intención de introducir a los inocentes en estos abominables principios. Se presta especial atención a la infancia y a la juventud, con el objetivo de introducirles a una edad temprana en esta nueva visión de la realidad, para corromperles y enseñarles lo que se supone que sólo los adultos deben saber, y también lo que incluso los adultos no deberían saber en una sociedad todavía humana y sana. Desde el punto de vista moral, existe un verdadero deseo de destruir la inocencia allí donde se supone que es natural. Aquí es donde estamos. El problema no es sólo el pecado que impregna el mundo y contamina todo a su paso, sino el hecho de que todo sea aprobado e impuesto. Es una señal de que Dios, abandonado por el hombre, ha abandonado a su vez al hombre a su suerte.


Las consecuencias de rechazar a Dios

En la nueva Sodoma, la fe y el amor han dado paso definitivamente a la mentira y al egoísmo.

San Pablo ya describió en detalle el resultado final de la apostasía, en términos inequívocos: “Puesto que habiendo conocido a Dios, [los hombres] no le glorificaron como a Dios, ni le dieron gracias; pero se envanecieron en sus pensamientos, y su corazón sin entendimiento fue envuelto en tinieblas... Así los entregó Dios, en medio de las concupiscencias de sus corazones, a la inmundicia, de modo que deshonran entre sí sus propios cuerpos, que han cambiado al Dios verdadero por la mentira, y que han adorado y servido a la criatura con preferencia al Creador... Por esto Dios los entregó a pasiones de ignominia... Y como no les importó conocer bien a Dios, Dios los entregó a su sentido pervertido para hacer el mal, estando llenos de toda clase de iniquidad, de malicia, de fornicación, de avaricia, de maldad, llenos de envidia, de pensamientos homicidas, de contiendas, de fraude, de maldad, sembradores de falsos rumores, calumniadores, aborrecidos de Dios, soberbios, altivos, jactanciosos, ingeniosos en el mal, rebeldes a sus padres, sin inteligencia, sin lealtad, implacables, sin afecto, sin piedad. Y aunque conocen el juicio de Dios que declara dignos de muerte a los que hacen tales cosas, no sólo las hacen, sino que también aprueban a los que las hacen” (Rom 1,21ss).

La debilidad de los eclesiásticos

Ante este estado de cosas, la Iglesia resultante del Concilio se encuentra en un callejón sin salida. Esto fue inevitable desde el día en que el diálogo sustituyó a la predicación de la verdad. La voluntad de conformarse al mundo, de aceptarlo tal como es, sin condenarlo más en sus aberraciones, sin confrontarlo más, esta voluntad está en proceso de dar sus últimos frutos. Ya hay porciones considerables de la Iglesia que defienden abiertamente la aceptación de las abominaciones discutidas anteriormente. Otras porciones de la Iglesia parecen no saber ya en nombre de qué se le puede oponer. En resumen, todo está listo para una nueva Sodoma y Gomorra.


La necesidad de remedios apropiados

La primera condición de cualquier solución posible es abrir los ojos y comprender que este nuevo paradigma nos afecta a todos. Al estar en la cultura dominante, está por lo tanto, en todas partes: en el lenguaje, en la moda, en el arte, en las actuaciones, en la calle. Está en los mensajes que recibimos todo el tiempo, porque es el prisma de nuestra época a través del cual se filtra y se presenta todo. Tenemos que ser más conscientes de ello: el aire que respiramos está envenenado, Internet, con el que cada vez nos vemos más obligados a convivir y consumir, está envenenado y lleva la peste, incluso a los rincones más remotos. Todo esto nos afecta necesariamente. Y una vez más, los más indefensos ante este terrible veneno son los niños y los jóvenes, empezando por los de nuestras propias familias.


El heroísmo cristiano: sus dos características esenciales

Pero entonces, ¿qué hacer, una vez que hemos abierto los ojos? Si Dios permite alguna vez esta universalidad del mal, este nuevo imperio pagano, es ciertamente con el fin de suscitar el heroísmo cristiano en todo el mundo. No puedes vivir fuera de este imperio, pero puedes vivir en él sin ser aplastado por él. Podemos sobrevivir en la medida en que nosotros mismos “discriminamos”, es decir, nos mantenemos al margen.

Este heroísmo, que los cristianos ya han demostrado en los imperios paganos, tiene dos rasgos característicos. Primero, comienza, se alimenta y crece en la oscuridad. Necesita perspectiva para crecer. Necesita la oración para crecer en el amor de Dios y en el odio más radical al pecado. No llegamos allí en un día. Los grandes actos exteriores, expresión de este heroísmo, han sido siempre, a lo largo de los años, fruto de una oculta constancia y de una perseverancia indefectible. El heroísmo de la Cruz presupone la oscuridad del pesebre y de la casa de Nazaret. La perseverancia final sólo se dará a aquellos que, en la vida cotidiana, en sus acciones más comunes, habrán sabido protegerse del mal y abstenerse del pecado con un heroísmo que sólo Dios, que escudriña las mentes y los corazones, sabrá y recompensará. Declaraciones y acciones externas, sin un corazón puro, sin una verdadera conversión interior, correrían el riesgo de dejarnos en la ilusión, incluso en la hipocresía. Es este corazón puro, fijo en Dios, lo que poseía Abraham, y lo que le permitió mantenerse alejado de todo lo que representaba Sodoma. Lot, aunque él mismo era un hombre justo (2 Pedro 2: 7-8), eligió establecerse en Sodoma y permanecer allí: este entorno, a pesar de todo, le gustaba, y sus hijos, por desgracia, no escaparon a sus malas influencias.

El segundo rasgo de este heroísmo, que también debe manifestarse a lo largo de los años, es el don radical de sí mismo. Este es el signo inequívoco del amor. La profesión de fe sólo es eficaz si va acompañada de una verdadera generosidad en el don de sí mismo a Dios, que hace que uno ame todo lo que Él ama como Él lo ama, y odie todo lo que Él odia como Él lo odia. Sin este amor, no se puede tener este odio. Y sin este odio, no se puede resistir a una seducción que será cada vez más sutil, profunda y universal, una seducción de la que la familia de Lot no escapó del todo.


Credidimus caritati: Tres armas privilegiadas

Abramos ahora nuestros ojos, abramos los ojos de nuestros hijos, antes de que despertemos envueltos en la nueva Sodoma. Enseñemos a nuestros hijos ante todo la lección de nuestro ejemplo, de nuestro amor y de nuestro odio. No esperemos para protegerlos. Saquemos de nuestra casa todo lo que pueda contribuir a propagar el espíritu del mundo, sin compromiso, con una dulce y sana intransigencia. No seamos ingenuos ni débiles: ninguna familia, ninguna persona puede creerse segura. La corrupción ya es mucho más profunda de lo que piensas, y su progresión es imparable.

Al mismo tiempo, no olvidemos que esta batalla es fundamentalmente sobrenatural. Uno no enfrenta los trucos diabólicos con medios puramente naturales. Estos medios sobrenaturales se reducen a tres principales, y debemos redescubrirlos continuamente.

La primera es la Santa Misa: es a través de ella que Nuestro Señor sigue venciendo al demonio y al pecado. Nunca apreciaremos este medio en todo su valor y nunca confiaremos demasiado en él. Es la Sangre preciosa ofrecida en nuestros altares la que conservará hasta el fin de los tiempos el poder de hacer brotar la pureza y la virginidad, incluso en medio de la nueva Sodoma. La Misa es la obra maestra del amor de Nuestro Señor por las almas, y alimenta en ellas el mismo amor que las fortalece hasta el don de sí.

El segundo medio es el Santo Rosario. Este medio ordinario necesita ser redescubierto particularmente en nuestras familias. Se trata de ver en él cada vez más el medio de sumergirnos en los grandes misterios de la vida de Nuestro Señor y Nuestra Señora. De este modo, guiados por nuestra Madre, seremos capaces de imitarlos en la ofrenda de sí mismos a Dios, en su espíritu de sacrificio y en su pureza. Desafortunadamente, en algunos casos, ya no podemos encontrar el tiempo necesario para orar juntos. El Rosario debe seguir siendo la primera de todas las actividades familiares diarias. Es alrededor de él que tienes que organizar tu día. En las familias donde ésta sea la regla, no faltará la gracia de la perseverancia de los hijos.

El tercer medio es ciertamente el más específico de la situación actual para obtener la perseverancia: Es el Inmaculado Corazón de María. Nuestro Señor, en su Providencia, ha querido ofrecernos un refugio en medio de Sodoma y Gomorra. Es en este refugio donde debemos entrar. Es decir, debemos establecer entre nuestro corazón y el de la Virgen una intimidad tal que podamos conocer y admirar la vida interior de la Virgen, compartir sus deseos, sus alegrías y sus penas, sus preocupaciones. Compartiendo también y sobre todo su voluntad de cooperar sin reservas en la obra de la redención.

¿Qué descubriremos entonces en este corazón que no podamos encontrar en otra parte? Sobre todo, encontraremos allí esa caridad irresistible que hace invencibles a las almas. Aquí es donde se esconde el secreto de la victoria y aquí es donde hay que buscarlo. Cuando un alma ama de verdad, está lista para enfrentar cualquier prueba. Todos los temores legítimos y comprensibles desaparecen; toda debilidad se desvanece; todo heroísmo se hace posible. En efecto, todo lo que acabamos de evocar en las pocas reflexiones precedentes se reduce a una cuestión de amor radical. El amor verdadero, la caridad que Dios derrama en nuestros corazones, siempre triunfa. Cuando el amor reina, subyuga. El amor del que hablamos no es sinónimo de debilidad sino de fortaleza. Es el arma que nada puede resistir. Sólo el amor de las almas dispuestas al martirio puede triunfar en el imperio del egoísmo y la impureza. Y es precisamente en el corazón de la Virgen donde encontraremos el ejemplo y la fuente de este amor que ya no existe en el mundo pero que debe ser nuestro. Credidimus Caritati.

Dios te bendiga !

Menzingen, 3 de septiembre de 2022

Fiesta de San Pío X


La Porte Latine

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