lunes, 30 de mayo de 2022

BEATIFICADO EL SACERDOTE MÁRTIR LUIGI LENZINI, ASESINADO POR LOS COMUNISTAS

Una historia de represión y martirio que la política prefirió sepultar en el olvido hasta los años 90, cuando salió a la luz gracias a la perseverante investigación de un puñado de historiadores y de instituciones que conservaron su memoria


El sábado fue beatificado en Módena el sacerdote Luigi Lenzini, a quien Francisco, al comentarlo en el Regina Coeli de la Plaza de San Pedro y pedir “un aplauso para él”, recordó que fue un “mártir de la fe, asesinado en 1945 por señalar los valores cristianos como el camino más alto de la vida, en un clima de odio y conflicto en aquella época”. El papa pidió también “que este sacerdote, pastor según el corazón de Cristo y mensajero de la verdad y la justicia, nos ayude desde el cielo a dar testimonio del Evangelio con caridad y franqueza.


Un genocidio olvidado

Lo mismo dijo en la catedral de Módena, al beatificarle en su nombre, el cardenal Marcello Semeraro, prefecto de la Congregación para las Causas de los Santos: don Luigi fue “un pastor bueno”.

“Instruyó al pueblo cristiano con el catecismo de los niños y la enseñanza de la religión en el colegio, predicando en cada misa con palabras sencillas y convincentes. Llevaba el Viático a los enfermos, era solícito con los pobres y siempre dispuesto a las obras de caridad y de ayuda a quien necesitase auxilio o consuelo en la aflicción. Él se alimentaba de una prolongada Adoración eucarística”.

Pero justo eso fue lo que lo convirtió en objetivo del comunismo. En los estertores de la Segunda Guerra Mundial en Italia y en los meses posteriores su conclusión, los comunistas empezaron a ejecutar un genocidio de sus adversarios para hacerse con el poder en el país, al ejemplo de lo que sucedería en Yugoslavia.

Era un plan preparado desde dos años antes y que se llevó a cabo, sobre todo, en la región de Emilia-Romaña. Asesinaron a 130 sacerdotes, y uno de ellos fue don Luigi Lenzini. Se trataba de descabezar a la población, porque se encontraba muy unida a sus párrocos, y don Luigi era de los más queridos. Les escocían sus homilías, porque denunciaban la siembra de odio que estaban haciendo y sus pretensiones totalitarias.


Torturado y mutilado

Había nacido en la región en el seno de una familia acomodada y muy religiosa. Ordenado sacerdote en 1904, en su parroquia de Finale había derrotado dialécticamente a un grupo de socialistas que había llegado al pueblo a predicar el marxismo a los vecinos. Pero lo había hecho con caridad, pues no rehusaba, al más clásico estilo de los pueblos católicos, compartir con ellos una partida de cartas o un vaso de vino. Es más, durante la guerra escondió a partisanos comunistas locales cuando los nazis fueron a buscarles, sin saber que entre aquellos a quienes protegía se encontraban algunos de sus futuros asesinos.

“Hoy la Iglesia lo declara mártir”, afirmó el cardenal Semeraro, “porque reconoce que su execrable asesinato se decidió y llevó a cabo in odium fidei para eliminar a un sacerdote católico”.

En la noche del 21 de julio de 1945, a sus 64 años, siendo párroco en el pueblo de Crocette di Pavullo nel Frignano, don Luigi se encontraba rezando cuando llamaron a la puerta. Llevaba tiempo amenazado y sospechó. Más cuando le dijeron que acudiese a atender a un moribundo... un enfermo a quien había visitado ese mismo día y sabía que no estaba para morirse. Así que no abrió la puerta.

Los partisanos no se arredraron. Entraron en la casa parroquial con una escalera y rebuscaron para encontrar al cura, quien había corrido a tocar la campana para alertar a los vecinos. Fue inútil. Le cogieron, le golpearon y le llevaron al bosque semidesnudo, donde le obligaron a cavar su propia fosa. Su cuerpo fue hallado una semana después, enterrado boca abajo, mutilado, con las uñas arrancadas y con un disparo en la cabeza. La investigación posterior averiguó que intentaron sin éxito que blasfemara y gritara vivas a Stalin.


Habrá más beatos y santos

La fama de mártir corrió como la pólvora, y también su devoción como intercesor, y de esta forma don Luigi se ha convertido en el primer sacerdote de los martirizados en la postguerra italiana que sube a los altares, aunque no el primer clérigo, pues el propio Francisco beatificó en 2013 al seminarista de 14 años Rolando Rivi, el "mártir de la sotana". Y vendrán otros que lo fueron también, como don Tiso Galletti.

Una historia de represión y martirio que la política prefirió sepultar en el olvido hasta los años 90, cuando salió a la luz gracias a la perseverante investigación de un puñado de historiadores y de instituciones que conservaron su memoria.





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