Ya no podemos callar más
"En el ejercicio de su oficio de padres y pastores, los obispos deben comportarse entre sus fieles como aquellos a quienes sirven (...). Reúnan en torno a sí a toda la familia de su rebaño (...), y vivan y trabajen en comunión de caridad" (Christus Dominus, 16 - Decreto del Concilio Ecuménico Vaticano II "sobre la misión pastoral de los obispos en la Iglesia").
Refiriéndonos a la realidad de la profunda comunión expresada en estas palabras del Decreto Christus Dominus del Concilio Vaticano II sobre la misión pastoral de los obispos en la Iglesia, los sacerdotes de la diócesis de Ozieri queremos manifestar nuestra plena cercanía a nuestro Pastor, Su Excelencia Monseñor Corrado Melis. En el último año y medio hemos asistido, en silencio religioso, al absurdo (y aún inexplicable en cuanto a mérito y método) asunto judicial y mediático que involucra a un ilustre hijo de nuestra diócesis, Su Eminencia Reverendísima Angelo Becciu, nuestro querido 'don Angelino', y en consecuencia la propia Diócesis en la persona del Obispo y de Cáritas diocesana, así como la cooperativa SPES.
Aunque nos sentimos incrédulos ante las acusaciones formuladas contra ellos, y confiamos en su rectitud e inocencia personal, no hemos considerado oportuno hasta ahora comentarlas. Nuestro silencio, lejos de estar motivado por la cobardía o la indolencia, ha sido más bien informado por un verdadero respeto a las autoridades competentes, a la magistratura investigadora y, en primer lugar, al Santo Padre, a quien se debe siempre nuestro devoto respeto y obediencia filial.
Ahora, sin embargo, no podemos seguir callando, junto a nuestra gran indignación y profundo dolor por lo que de hecho parece ser un ataque inmotivado a nuestra Diócesis, nuestra plena solidaridad con nuestro querido Obispo Corrado, y con toda nuestra querida Diócesis de Ozieri, marcada por tanto sufrimiento en estos momentos.
Si no habláramos nosotros, hablarían las piedras (cf. Lc 19,40) de las muchas obras visibles e invisibles, que dan testimonio de la honestidad, la equidad, la transparencia y la lealtad que distinguen el trabajo de Su Excelencia. Estos mismos valores que siempre han informado su actuación, movidos por el celo pastoral y la caridad activa, son también la referencia constante a la que no sólo nos llama a los sacerdotes y a todos los colaboradores diocesanos, sino que él mismo pone de manifiesto con su acción. De hecho, hemos podido comprobar cuánto se ha entregado y sigue entregándose por la porción del Pueblo de Dios que le ha sido confiada, y a través de ella, por toda la Iglesia que ama y por la que está dispuesto a dar su vida. Son claramente visibles los signos concretos que hacen evidente no sólo su constante deseo de poner en práctica el Evangelio del Maestro, que nos pide que amemos a todos y en particular a los pobres y a los últimos, sino también su compromiso concreto de realizar las obras que hacen verdadera la caridad. Todo lo que deseó y logró con fuerza, y que sigue logrando (porque la caridad no se detiene) ha sido siempre compartido primero con nosotros, los sacerdotes, y movido por la sola convicción de que sólo amando y amando de manera concreta se puede realizar este mismo Evangelio.
Hemos experimentado su caridad de primera mano. Los sacerdotes, junto con nuestros feligreses, somos testigos de cómo tantos hermanos más pobres y frágiles de nuestras parroquias han podido mantener a sus familias precisamente porque -a través de nosotros- él mismo abrió generosamente su corazón.
Con profundo afecto, abrazamos a nuestro Obispo en unidad mientras esperamos la conclusión de este triste y doloroso asunto.
D. Guido Marrosu, Vicario General
y el presbiterio diocesano de Ozieri
Diocesi di Ozieri
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